Librepensadores

Elogio del indeciso

José Marzo

Que a falta de unos pocos días para las elecciones, el número de personas indecisas supere al de las que ya se han decidido por alguna de las fuerzas mayoritarias, es una buena noticia para la democracia.

Si no hubiera indecisos, podríamos evitarnos las convocatorias a urnas; bastaría con contar carnés de afiliados o el número de seguidores de las cuentas de los líderes políticos en Twitter.

Hay razones profundas por las que un ciudadano de cualquier condición puede tener una preferencia invariable: porque honestamente comparte el ideario de una formación, por compromiso con la historia y las luchas de sus antecesores… Estas personas conforman los cimientos de un partido, su suelo. También existe el votante oportunista, que se limita a sopesar conveniencias inconfesables. Antes que votante, es cliente. Quizá de la cuota de poder de ese partido dependa la firma de un contrato, una subvención, un trato de favor ante la Administración para sí mismo o para su marca, empresa o gremio. Pero los ingenieros de la publicidad explotan otros motivos de decisión. Conocen la sensibilidad de nuestro cerebro a los colores, ciertas melodías e iconos, a las palabras huecas que parecen decir algo y sólo despiertan reacciones…

El indeciso anima a los partidos a matizar sus programas y a corregir sus prácticas políticas. Es incontrolable e impredecible. Su fuerza no es desdeñable. A lo largo de la historia, ha tumbado gobiernos corruptos y ha invertido mayorías parlamentarias. No se mantiene fiel con quienes incumplen sus promesas. Tiende a recelar del tic autoritario y a castigar las ilusiones infundadas. Pero, sobre todo, lleva en su propia indecisión las marcas de la diversidad. Al considerar en su conciencia dos, tres opciones, alimenta la semilla de la pluralidad que es la base de las democracias.

José Marzo es socio de infoLibre

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