Librepensadores

El político cuántico

Rafael Granizo

Casi cuarenta años llevamos oyendo hablar de las bondades y las veleidades de nuestro sistema político constitucional, y son muchos los adjetivos utilizados para definir los claroscuros de su trayectoria. Un análisis moderado de esta cuestión nos apunta una complicada cohabitación de conciencias y sus respectivas metamorfosis una vez alcanzan el poder. Es aquí donde la expresión latina rara avis nos muestra la sorprendente figura del político cuántico y sus mutaciones.

El caso más común anida en la tan denostada doctrina socialista. Sería interminable la lista de políticos en nuestra trayectoria democrática que, utilizando como fuente de energía las ideas socialistas, acaban abrazando el destellante mundo del poder y del dinero, convirtiéndose en perfectos conservadores de su botín. Hay ejemplos tan obvios que los voy a omitir. Pero si bien no son comparables, al menos en cantidad, también hay fenómenos que transitan en sentido contrario, esto es, conservadores que deambularon por las extremas derechas y acabaron en el refugio de los valores socialistas, hoy tachados de románticos idealistas. Hay pocos, pero los hay.

Finalmente, hay un tercer caso de político cuántico: la mutación en adalid salvador de España y de los españoles, figura hasta ahora sólo vista en los anuncios de limpieza. Este político cuántico es una especie de Crispín –el compañero de aventuras del Capitán Trueno– que intenta, nada menos, entrar en un cesto repleto de manzanas podridas con la finalidad de sanarlas y sin contagiarse. En realidad más parece que es héroe de su propio ombligo, pues aquí la cuántica no le favorece: mientras que él acaba de llegar hace apenas tres años, la maceración de las élites del cesto podrido son, ni más ni menos, que los puntos suspensivos de un golpe militar que nos trajo una Guerra Civil, aunque eso sí, hoy son elegidos democráticamente.

Es obvio que Crispín llega con la cabeza ya torcida, vendiendo necesidades en nombre de todos los españoles e ignorando, a su vez, a más de trece millones de votantes que dicen estar hartos del cesto que ha elegido. Uno se pregunta si es ético recibir cada una de las ofensas de estas rara avis. ¿Acaso se puede robar y atropellar a un anciano voluntariamente y después tratar de ayudarle a levantase?

Hagamos un ejercicio de reflexión: cerremos por un momento los ojos e imaginemos el mundo que nos rodea con tan solo un tercio de las bondades de sus promesas electorales. Ahora volvamos al mundo real: tras casi cuarenta años de promesas, cada día veo más rejas en una jaula que no parece tener puerta de salida.

Querido compatriota Rivera

Por último están los otros políticos: los de abajo, los que siempre miran hacia arriba. Son los ciudadanos que sustentan, con las miserias que les dejan, tanta hipocresía y tanta vileza; los que tan solo piden, lo que ya para muchos es una entelequia, que se respete su dignidad. _______________

Rafael Granizo

es socio de infoLibre

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