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Trump: un burgués reconocido por sus congéneres

Mario Diego

Las elecciones estadounidenses, sobre todo, han supuesto la derrota de Clinton y del Partido Demócrata. No han faltado los que, aquí en España, nos han repetido hasta la saciedad que el modelo estadounidense era el modelo que debía inspirarnos, que en Estados Unidos habían acabado con el paro.

En realidad, la desindustrialización y el empobrecimiento han causado verdaderos estragos en la población estadounidense. Millones de familias han perdido su vivienda y el paro, por mucho que digan, persiste. Los que tienen suerte y encuentran trabajo deben acumular empleos precarios, pagados a siete u ocho euros la hora, sin por ello lograr llegar a fin de mes.

Tampoco han sido pocos, y lo siguen siendo, los que elogian la supuesta democracia de ese país, democracia en la que un presidente puede ser electo con menos votos que su rival, como ha sido el caso en estas elecciones. Trump ha resultado electo con los votos de un cuarto del censo electoral y con 600.000 votos menos que Clinton.

Estados Unidos es ideal para los ricos pero no para la clase trabajadora. Clinton es una amiga de dichos ricos y era su candidata predilecta, por eso ha sido rechazada por una parte de su propia base. Trump, además de la derecha conservadora, sino beata, ha logrado atraer a una parte de los trabajadores descontentos, víctimas de la política llevada a cabo por los sucesivos gobiernos. Trump se posicionaba como antisistema; así nos lo presentaban ayer y sigue siendo presentando hoy por algunos.

Si es cierto que estaba fuera del sistema político estadounidense, en ningún caso se encontraba ni se encuentra fuera del sistema capitalista. Ese codicioso capitalista sin escrúpulos ha ganado sus miles de millones con el sudor de sus miles de asalariados. Los trabajadores que votando por él creyeron votar en contra del sistema, en realidad votaron en contra de sus propios intereses. Trump, nunca representó una verdadera alternancia.

Ha prometido crear 25 millones de empleos en diez años, de rehabilitar las infraestructuras deterioradas, construir hospitales y nada más que bajando los impuestos y doblando el crecimiento económico… ¡Santa Claus ha llegado con antelación a EEUU!

Promete la vuelta a Estados Unidos de los empleos deslocalizados hacia China y México, pero ni Ford tiene la intención de trasladar sus fábricas de México en Michigan, ni Applede  fabricar en el Ohio lo que produce en China; es más, ni el propio Trump tiene la intención de hacerlo con las propias fábricas de su familia: está llevándolas a África.

Como todos los demagogos, lo que Trump hará, una vez en la Casa Blanca, no tendrá nada que ver, o poca cosa, con lo que dijo durante su campaña electoral. De hecho, como todos los políticos, Trump aplicará la política que exigirá la alta burguesía estadounidense. El retorno a la normalidad en Wall Street, demuestra en realidad, que Trump ha sido reconocido por sus congéneres de la alta burguesía como uno de ellos.

Mario Diego es socio de infoLibre

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