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Los más listos de la clase

Antonio García Gómez

Dice Rafael Catalá, el titular del Ministerio de Justicia que "tiene la confianza absoluta de su presidente". Y eso le basta. Como para preocuparse del aluvión de críticas que recibe casi a diario.

La oposición pregunta y acecha, repregunta y acribilla, denuncia y exige. Y, para ello, por ejemplo, establece y pone en funcionamiento comisiones de investigación, exigiendo comparecencias, amén de las preguntas planteadas en sede parlamentaria, en un sin vivir intentando desenmascarar a los que ya han hecho de su antifaz un injerto haciendo piel acorazada.

Aunque y mientras la evidencia se presenta en cueros, cada día, con cientos de golfos y golfas, inanes irresponsables cazatalentos, presidentes que pasaban por allá, trincones con cargo, espabilados haciendo carrera poniendo el cazo (perdón, la mano).

Y cada día, tras la ristra de preguntas, tras las las comisiones... evidencian que nada cambia. Ni nadie.

Y la evidencia sigue dándose de bruces contra nuestra indignidad, aunque la evidencia sea tozuda.

Y todos los comparecientes. Y toda la parafernalia. Y toda la escenografía presentando a diario a los actores y actrices del gran retablillo político, en nuestro país, enfrentándo a los paisanos de a pie a abogados del Estado, a magistrados de mucho oficio, a personajes renombrados con sus oposiciones aprobadas a cargo de postín, a funcionarios del más alto nivel, metidos todos ellos a acendrados "servidores públicos" (o eso aseguran una y otra vez), atornillados, en cualquier caso, a sus escaños, sus poltronas, sus sitiales de mucho poder, engordando de la Administración, paladines de "su Administración"... ¿a su exclusivo servicio?

A expensas, a pesar de todo el desaliento, de un voto popular que deslegitime y expulse a una casta política carcomida por una corrupción nauseabunda y sistémica, con una catarata diaria de indecencias que va dejando caer a ¿los más tontos entre los listos? y que se hace más imprescindible cada día, si se pretende oxigenar la calidad democrática española, siquiera por la pura decencia de sus protagonistas más señalados.

Pero, bien al contrario, lo que anda disolviéndose como un azucarillo es la confianza y la autoestima de una ciudadanía que ¿ha tirado la toalla?

Porque ellos, los golfos, sus conmilitones, compinches, colegas, examigos, todos ellos en el machitomachito -del que algunos se han descabalgado por torpes, tal vez porque hayan pretendido ser "los más listos de la clase"-, esos listos que todos hemos conocido que optaban y acaparaban todos los premios y las menciones, desde su determinación inaccesible al desaliento, porque su fin era y ha sido quedarse con todo lo acaparable, pese a todos y por encima de todos. Y por eso saben cómo comportarse, qué deben decir y cuál ha de ser el contraataque.

Y uno vuelve a recordar la acusación de posguerra, de los vencedores contra los vencidos, cuando aquellos acusaban a los segundos de haberse "adherido a la rebelión", pisoteando la legalidad que defendieron, en loor de la nueva "legalidad".

¡Qué curioso, por ejemplo, que en estos días el PP y el PSOE hayan hecho pinza para elegir quienes fueran a presidir dos comisiones muy importantes, una para investigar la financiación irregular del PP, la otra para investigar sobre el rescate y la quiebra de Bankia, que pretendían presidir alguien de Ciudadanos y otro de Unidos Podemos, para dejar la Presidencia en dos diputados canarios de partidos muy minoritarios, uno de ellos el tal y muy valioso señor Quevedo, la otra la muy solícita y útil diputada canaria de perfil bajo...

Y es que, después de todo, la corrupción aún no ha sido considerada como maligna y dañina para la democracia española. Y se considera un mal menor la codicia insaciable, la gestión inútil que beneficia a los amigos y colaboradores, entre "volquetes de putas", cacerías de pedigrí, mordidas millonarias, con el poder a espuertas, con el peor mal gusto sin disimular su codicia indecente y desahogada, abrigaditos todos por el poder amigo, aunque en el fuego cruzado y artificioso caiga alguien de los... propios.

Pero es que en realidad no les interesa el asunto y marean la perdiz y no entran en el fondo, en el robo y el saqueo; ahora solo se detienen en "las filtraciones", como coartada perfecta para cargar las cuentas y las acusaciones a "los mensajeros, a la prensa libre que se hacerse cargo de las filtraciones interesadas y muy interesadas, de unos golfos contra otros golfos, mientras niegan la mayor, desvían la atención, cargan contra el contrario y se ríen del pueblo llano que deberá volver a pagar y aguantarse.

Mientras la corrupción sigue a sus anchas y la ciudadanía se hace cómplice de esta casta indecente... dándose por desanimada, desconfiada, rendida y ¿vencida?

Y da lo mismo el cargo que se ostente, la estrategia está dictada y se defienden de manera muy ordenada, negando la evidencia como si nosotros fuéramos los más tontos de la clase.

Y de estrambote, el dictamen, proyecto no de ley, aprobado por una mayoría del Parlamento para exhumar los restos del dictador Franco y el ideólogo fascista Primo de Rivera del Valle de los Caídos, cuando ese lugar está tan manchado por esos mismos que quienes merecen salir, que los exhumen con todos los honores, de ese antro son los republicanos enterrados sin su consentimiento, por ejemplo para llevarlos a un lugar más noble, conmemorativo y monumental, lejos del túnel donde seguirían pudriéndose los restos de quienes soñaron con... ¿los faraones?

Aunque como ya nos tienen acostumbrados, todo esto tiene un carácter simbólico, es decir que el PP va a pasar de esa mayoría. ________________

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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