Librepensadores

La labia

Antonio García Gómez

"Este no es un país de políticos corruptos sino un país de corruptos". Teodoro León Gross

Antaño, en el Siglo de Oro, los pícaros o se recriaban en el patio de Monipodio o se aventuraban por los caminos, las trochas y los mesones de peor nota, por ver si la fortuna también hacía trampas a su favor. Incluso algunos se embarcaron hacia el Nuevo Mundo por ver si atajando mar allende alcanzasen la gloria y llenasen la faldriquera. Antaño los hidalgos disimulaban el hambre y disfrazaban su honor con un palillo entre los dientes, a la par que los paniaguados hacían mérito en las galeras del rey, y los labradores y porqueros conservaban alguna lucidez entre tanta decadencia.

Más adelante, tras los albores de la Revolución Industrial los cambalaches corrieron a tomar cuerpo y sentido. Desde el tango que los desenmascara hasta el negocio del estraperlo que llegó a echar al presidente Lerroux de su poltrona, sin que nadie alertara que el fin estaba próximo y que las "caenas" iban cerniéndose sobre el populacho aficionado al cante y los toros.

Cuando simultáneamente los negocios eran redondos y proliferan los tramposos, en la más acendrada tradición, como de costumbre, desde la primera estafa piramidal protagonizada por la hija de Mariano de Larra hasta la subvención estatal de las primeras vías férreas, pagadas por kilómetro construido, logrando una red de raíles en zigzag, llamativa e ineficaz. Aunque a los ladrones del hierro de los raíles se les "agarrotara vilmente" y los señores enriquecían, indianos de inmensas y oscuras fortunas, los rentistas y los caciques gracias a la explotación cruel e insaciable.

Hasta el tiempo actual en el que el saqueo sistemático y consentido ha crecido y engordado a la vera del poder que disimulaba y disimula "buen orden y estabilidad", hasta que pillados in fraganti, unos tras otros hasta jalonar una ristra imparable de trileros y chorizos de postín, con su labia y soberbia a buen recaudo, asomando risas y mohínes despectivos, arguyendo persecuciones. . . cuando son ellos los que han robado o lo han consentido, ahora tan encendidos de indignación, sobrevolando la impotencia del pueblo llano que aún los consiente, comprende.

A la espera de que les echen a gorrazos, es decir a voto limpio, soportando el espectáculo del señor Bárcenas tratado como "un señor", a rebufo del señor de "la demencia senil", ¡ qué oportuno!, como si ya los pecados hubieran quedado "lavados y olvidados".

Orquestada la Brunete de la derechona lloriqueando "el acorralamiento que dice padecer", habiendo superado la rapiña sufrida por el pueblo llano y esquilmado, como para que ahora intenten y probablemente logren "pelillos a la mar", y así en la más acendrada tradición de los golfos que lo parecen menos si sólo quedan en "pícaros", tras haber robado millones y millones que ahora ya no interesan, mientras disimulan y mienten que "con ellos no va ni la vergüenza ni la responsabilidad".

Cuando probablemente ya se hubieran merecido un voto de castigo absoluto que no llega y que les "absuelve" una y otra vez, en nombre de los pícaros que llevan centurias hundiendo a España en el confín del desprestigio y la ruina moral. Pero ¿hay a quién le importe?

Mientras haya una consigna diaria que repetir y desarrollar, labia bendita de choros y pícaros infumables, hasta hacernos tragar el cuento de todos los cuentos.

Mientras los caballeros y damas del PP sigan defendiendo la natural idiosincrasia de la picaresca en el día a día patrio y "mucho patriótico".

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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