Librepensadores

Juego de niños... malos

Cesar Moya Villasante

Un día, un niño llamado Artur Mas hizo una petición al Gobierno español lanzando un órdago sobre la secesión de Cataluña. En el Gobierno español el niño Marianoniño, incapaz de negociar nada con cierta empatía y encantado del órdago que le daba votos en España, al ser el único defensor de los valores patrios, hizo caso omiso a aquella petición. Fue pasando el tiempo y ante aquel ninguneo a una petición que no quería llegar a su fin, en el fondo, se fueron creando en Cataluña nuevos independentistas que no entendían por qué no se podía, al menos hablar de ello en un despacho. Pero se juntaron dos ideas demasiado contrapuestas. La del niño Mariano que entiende España como una “unidad de destino en lo universal” tal como expuso el dictador sin saber nadie que expresaba aquella frase, pero que en resumen era un país en donde el pensamiento era único, con una bandera y un himno que todo el mundo debería respetar. Por otro lado, el niño Arturo y, algo después el niño Carles Puigdemont pensaban que en esta piel de toro existen naciones que deben ser respetadas como tal y aquí es donde, desde años inmemoriales se concentran diferencias irreconciliables y absurdas.

Porque ni España es lo que quiere Mariano ni Cataluña lo que dice Carles. Cataluña es un sentimiento respetable de mucha gente nacionalista, pero con otra tanta o más que no se siente así. Ni históricamente hay razones para reconocerla como nación antigua ya que en los tiempos pasados todo se camufla entre los reinos de Aragón y muchas partes distintas en que históricamente se dividió España. Por otra parte, España tiene una bandera que no acepta mucha gente pues en aquella guerra civil se luchó por uno de los bandos por otra distinta que perdió la batalla pero que en el corazón de mucha gente aún existe y eso hay que reconocerlo para comprender lo que es este país. Pero esto no solo pasa en las dos regiones de sentimiento nacionalista, pasa en el resto con gente republicana que lleva aún el morado en su mente.

Por todo ello la solución solo pasa por un gobierno nuevo, que no sea del niño Mariano ni de la misma ideología porque el sentimiento patrio es muy fuerte y enfrentado a aquellos que “quieren romper España”. Pero España es mucho más fuerte que eso y lo único que necesita es hombres hechos y derechos que se olviden de los enfados de niños porque no me han dado el caramelo que pedía o bien porque pedía uno demasiado caro. Y en este país solo podemos entrar a discutir este problema a través de un partido socialdemócrata como es el PSOE, que entiende este país como un conjunto de conceptos distintos en donde no necesariamente tenemos todos que pensar lo mismo. Y digo el PSOE porque Podemos entra en otro extremo que a nada conduce y ahí sí puede haber un peligro de fraccionamiento más serio. El PSOE a través de Felipe ya hizo un intento de dialogo y debate en el programa de Jordi Evole pero aquello no podía prosperar porque al niño Mariano no le interesa que los enemigos se sienten en la misma mesa porque sus votantes empezarían a abandonarle. Puede que Pedro Sánchez sea capaz de crear la forma de cambiar la constitución para que tenga cabida la palabra nefasta. Nación. Estoy convencido que si se consiguiera expresar España como una nación de naciones en donde la palabra España fuera la administradora del Estado a nivel político, todo sería mucho más fácil. Y yo me pregunto como aquellos que forman parte del nacionalismo español no son capaces en este siglo XXI de ceder en su postura mental algo obsoleta siempre que se respete la jefatura del Estado creando unas responsabilidades que ya tenemos definidas en la constitución actual. El problema es poner nación donde ya se admite país.

Y esto sería muy fácil en el mundo actual. Véase el caso Urkullu. Para mí el político de más talla de este país porque dentro de su nacionalismo ideológico ha sido capaz de entender que hoy el separatismo no conduce a nada. Y ha creado en Euskadi un lugar de paz y convivencia además de manejar muy bien ese país (véase que ya la palabra país nadie la persigue) en el aspecto político y económico habiendo hacho lo que debe hacerse: potenciar la industria en su parte de i+D y manteniendo un porcentaje de paro a la europea. Dentro de las dificultades que existen en todo lugar. Que existen radicales en todas partes es cosa sabida pero siempre van a existir. Lo que no podemos es acabar con los que piensan distinto de la manera que ya se hizo una vez en este país, perdón, en esta nación.

Como resumen: si Pedro actúa como un hombre, mantiene los límites razonables y se apoya para mediar y negociar en Patxi López y Odón Elorza, vascos acostumbrados a negociar con radicales y extremistas, se podría llegar a una solución en este país para muchos años con una estructura nueva que diera espacio a años de tranquilidad que falta nos hace.

Sé que esta carta será fácilmente criticable por lo que digo, pero deberíamos ser más tolerantes unos con otros. No soy optimista, pero alguien debería empezar a hacerlo. Aunque soy consciente de las dificultades enormes que encontrara Pedro Sánchez en su intención confesada.

 

Cesar Moya Villasante es socio de infoLibre

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