Librepensadores

Réplica a Cristina Monge

Santiago Ipiña

En un artículo titulado La derecha lo sabe (infoLibre, 15/07/2017), Cristina Monge propone al lector un escenario en donde los partidos políticos están desprestigiados a los ojos del ciudadano. Una consecuencia es que la derecha puede resarcirse de las concesiones que fueron hechas en la Transición de los 70 del siglo pasado, de un lado, y pueda actuar impunemente a pesar de la creciente corrupción en el seno de su partido más representativo, de otro.

Me gustaría, en primer lugar, dejar claro que a la vista de mi formación profesional, la opinión de la politóloga Cristina Monge tiene verosímilmente un valor cualitativo superior al mío. De aquí que la intención de esta réplica no sea proponer un escenario diferente al señalado por Monge sino más bien simplemente analizar el procedimiento y las premisas que dan soporte a las conclusiones de la autora. Lo que no obsta para dejar clar[if gte vml 1]>

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Santiago
Ipiña
desánimo.

Decía Bertrand Russell (1872-1970) que la matemática es un área del conocimiento humano en donde no se sabe de lo que hablamos ni si aquello de lo que hablamos es cierto. En efecto, sin entrar en la primera parte del aserto de Russell, esta disciplina del saber se basa en la aceptación de unas afirmaciones incontestables, en el sentido de que ningún matemático pone en duda su certeza, afirmaciones que se denominan axiomas y a partir de las cuales se derivan, mediante cadenas lógicas, los teoremas; esto significa que la verdad del teorema se basa en la verdad del axioma. Espero pueda comprenderse entonces que, considerando mi formación, cuando leo un artículo sobre política, sin duda las conclusiones son importantes, pero quizás menos que el procedimiento o las afirmaciones que actúan de premisas del análisis.

Así, el segundo párrafo del escrito de Monge me ha producido una impresión confusa pues ¿acaso no siempre sabemos de dónde venimos conociendo lo que nos ha gustado y lo que no nos ha gustado? Y además, cuando se habla de un futuro otro que el de saber, por ejemplo, que mañana cogeremos el avión a Sebastopol, ¿acaso podemos afirmar con alguna certeza que sabemos dónde vamos? Concluye Monge en este párrafo que tampoco sabemos si disfrutaremos de una mínima estabilidad como en el pasado, lo que configura un escenario de transición que en todo caso es la traducción en España del cambio global.

Mi confusión hace que me pregunte a qué pasado se refiere, qué poca o ninguna estabilidad presente permite escribir un artículo como el que ha escrito y, finalmente, ¿puede el hecho de saber que vivimos en transición permanente definir ese futuro que afirma es desconocido? No me parece incorrecto afirmar que toda transición forma parte de un proceso evolutivo, un proceso de cambio, y esto es consustancial a toda estructura viva, biológica o no. Por tanto, vivir en transición es dar noticia de lo que normalmente ocurre en organismos no muertos.

Además, si de procesos evolutivos hablamos, ¿acaso no es ampliamente aceptado que la evolución (biológica) no es finalista, no tiene un objetivo al que dirigirse? Me permito hacer la extrapolación a la sociología al pensar que ninguna organización viable puede actuar contra natura, como los humanos sabemos considerando, por ejemplo el cambio climático. En este sentido, estoy de acuerdo con la autora cuando dice que la transición no es inequívoca y me resulta raro que no haya hecho mención a la relación existente entre vivir en permanente transición y no saber el futuro que nos espera como un hecho natural del que no debe uno sorprenderse.

De otra parte, que la derecha sepa que la transición no es inequívoca ni lineal, ¿supone que gane el terreno que cree perdió en el 78 del pasado siglo? Mis dudas ahora tienen que ver con: a) ¿cómo se sabe que una transición sociológica es no lineal? b) ¿cuál es la naturaleza de la denominada correlación de fuerzas? y c) ¿cómo puede derivarse lógicamente que la derecha esté ganando terreno por esas dos circunstancias? ¿Se refiere la autora a que cuando las fuerzas de izquierda están debilitadas entonces la derecha aprovecha la circunstancia para imponer condiciones que de otro modo la izquierda no aceptaría? Si este fuera el caso, veo una clara relación lineal entre ambos eventos.

El resto del artículo tiene que ver con el desprestigio de los partidos políticos debido a sucesos relacionados con la corrupción y, más interesantemente en mi opinión, con la falta de democracia interna en su seno. Dos circunstancias, por cierto en aparente relación lineal con dicho prestigio, que siempre deben denunciarse allá dónde se produzcan y que, con esperanza, algunos ciudadanos esperamos que ha llegado el momento de enjuiciar de un modo u otro, tal vez siendo las urnas la vía más simple a considerar. De cualquier manera, como bien indica Cristina Monge con su solución por dilución, sí parece clara la existencia de una relación lineal positiva entre ser de derechas y tener interés en anular, por desprestigio, a las organizaciones políticas en conflicto con sus intereses, llámense partido, movimiento o plataforma. Que toda organización, incluidas las de derechas, estén legitimadas para defender sus intereses es obvio; el problema, en mi opinión, surge cuando dicha defensa entra en conflicto con la ética. Y sanidad, justicia y educación son tres pilares sociales, a mi parecer intocables, cuando de ética estamos hablando. ___________________

Santiago Ipiña es socio de infoLibre

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