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Los extremos se tocan, en Cataluña... y en España

Mario Martín Lucas

¿Qué une a una joven trabajadora social, descendiente de mineros emigrados a Cataluña desde Huelva y Murcia, enraizada en la CNT, con una una mujer residente en el epicentro de la burguesía catalana, en el barrio de Sant Gervasi, empresaria por tradición familiar antes, durante y después de Franco, asidua al Liceo, al Ateneo de Barcelona, al discreto encanto de la costa Brava, de la Val d'Aran y, por supuesto, a las escapadas a Andorra?.

La respuesta a la pregunta anterior, o la falta de la misma, encierra una de las claves de bóveda de lo que en estas semanas, tras muchos años incubándose, se ha denominado “conflicto catalán”; al margen de que en esa coincidencia de intereses, hay otra suma igual de catalanes, como mínimo, que no piensan lo mismo.

Los verdaderos problemas de las mayorías sociales, tanto en Cataluña, como en toda España, no se resuelven con banderas, eso es demasiado simplista, sino con medidas reales en materia fiscal, de justicia, de sanidad, de educación, de solidaridad, de políticas de empleo, etc.

Las banderas, son esgrimidas para agrupar los sentimientos de mucha gente, todas ellas de buena fe, que en ese simplismo, en el de una y en el de otra, ven una varita mágica; pero los simplismos nunca fueron opción para los problemas reales de la gente, empezando por los de su economía.

Mientras se esgrimen banderas, DUI y artículos 155, la gente vive hoy peor que hace diez años, los salarios se han devaluado para poder elevar exponencialmente los beneficios empresariales; sanidad y educación tienen menos recursos, las pensiones a la baja y en riesgo; con España por debajo de los niveles de recaudación fiscal en comparación con cualquier país de la Unión Europea, mediante medidas como la amnistía fiscal, y la descompensación, cada vez mayor, entre la carga por la vía de los impuestos indirectos, frente a la tributación directa en función de renta.

La derecha desempolva un discurso centralista y de mano dura al calor del conflicto catalán

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Y los representantes políticos que nos están llevando a este desastre, Carlos Puigdemont, por un lado, y Mariano Rajoy, por otro lado, coinciden en dos puntos nada casuales: la corrupción de sus propias formaciones políticas, y la imputación penal de relevantes miembros de sus organizaciones, incluyendo cosas tan curiosas como que el ex-molt honorable ex-president de la Generalitat, Jordi Pujol, siga sin ser imputado, después de autoconfesarse como un evasor fiscal hace más de tres años …¡asombroso!.

El filósofo británico Aldous Huxley afirmó hace más de un siglo que: “Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposo se vuelve su lenguaje”. Y en esta batalla, porque me niego a utilizar la palabra guerra, tanto Puigdemont, como Rajoy, nos dan repetidas muestras de ello y de que ambos son parte esencial del problema, porque tanto en Cataluña, como en España, los extremos se tocan. ______________

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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