Empezamos nuestra vida en sociedad jugando en cuanto abandonamos la teta prometida; y toda la vida seguimos jugando.
Jugamos en la escuela a aprender, aprendemos en la vida a jugar y así seguimos jugando hasta perder el juego de la vida y entregarnos a la realidad de la muerte. Siempre jugando.
Tan sólo los asuntos que tienen que ver con la
salud o el dinero, nos hacen tomar conciencia de la realidad y, pie a tierra, afrontarlos. Pero, en cuanto hay salud y el dinero nos los permite, volvemos a seguir jugando.
“Juega el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte. ¿Hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar ante el juego de la muerte?”.
Juegan Felipe y Letizia a hacernos creer que son reyes de este
país de cartón piedra que los americanos olvidaron desmontar tras el rodaje de El Cid. Como juegan Rajoy y Urkullu a hacer y deshacer presupuestos de nuestros dineros, con el permiso de Montoro.
Juega Puigdemont a los espías en su fuga a los Países Bajos presentándose como Segismundo; como juega
Mr Trump en sus guerras espaciales y terrenales a repartirse el mundo con Putin, porque los jeques árabes, poseedores del dinero de verdad, se lo permiten.
Como juegan los presidentes de las nuevas
BigFour: Amazon, Facebook, Apple y Google con nuestras IPs y cookies para dirigir nuestro ocio, nuestra comunicaciones y hacerse con nuestro negocio.
“Juega el rico con su riqueza que más cuidados le ofrece. Juega el pobre que padece su miseria y su pobreza. Juega el que a medrar empieza, juega el que afana y pretende”.
Juegan los accionistas pudientes con sus compras, sus ventas y especulaciones financieras, como si fueran intercambios de cromos, como juegan los terratenientes inmobiliarios cual Amancio zarapiero con sus casitas de papel, al igual que sus proles bien-mantenidas y a caballo, juegan con nuestras ilusiones desde el papel cuché.
Juegan los políticos presos a que son presos políticos, como juegan al frontón o al mus con los presos de verdad, cual políticos presuntamente corruptos, tal como ellos jugaban con sus corruptelas, o escondían sus provechos en cuentas ficticias en Suiza.
Todos jugamos que jugamos a lo nuestro, mientras nos quejamos que “aquí todo el mundo va a la suya”, menos nosotros que vamos a lo nuestro.
“Y en el mundo, en conclusión, todos juegan a lo que son, aunque ninguno lo entiende”.
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Félix Serrano Alda es socio de infoLibre
Cómo me ha gustado su artículo, por la certera y atinada realidad que presenta entremezclando esa cruda realidad con los fragmentos literarios tan bien traídos, que ilustran este teatro del mundo en que estamos inmersos, y todos tan bien vestidos para la ocasión, para la puesta en escena. Coincido con el comentarista que me ha precedido: no sé si la vida es sueño, si la realidad sobrepasa la ficción... En cualquier caso lo felicito por ese recuerdo calderoniano y el tono quevedesco del texto que nos ofrece. Saludos.
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