Librepensadores

Guerracivilismo

Jorge Ulanovsky Gertzel

Sin pretender ser alarmista, creo oportuna la pregunta con el interés personal de dotarme de convincentes argumentos como para descartar tal contingencia. Lo que de momento me parece innegable es que existe un enfrentamiento civil entre españoles. Y ya ha habido un primer muerto. ¿Podría esta confrontación desembocar en una guerra como la ya sufrida en el siglo pasado? Las circunstancias históricas son muy distintas. Con un gobierno republicano naciente, se sucedieron en el 36 una serie de asesinatos con el colofón de un urdido golpe militar, causa principal de la conflagración bélica posterior tan sangrante. La actual coyuntura no ha alcanzado niveles tan severamente críticos, pero la pugna fratricida entre nacionalismos radicales, la corrupción generalizada, y la incapacidad política para establecer un dialogo razonable dibujan un panorama altamente preocupante.

Sumado el hecho de contar con más de una generación que no ha vivido ni en guerra ni bajo una dictadura y la memoria es corta. Quizás la juventud no sea indiferente ante tanta injusticia, pero se ve más afectada por preocupaciones cotidianas concretas de índole crematística, como la integración, con qué formación, al ámbito laboral, el acceso a una vivienda digna y enfrentarse al aumento de la desigualdad social. Aunque, no obstante, afirmar que no conocen la guerra es una falacia. Irak, Afganistán, Siria y más próximas, los Balcanes, Ucrania… ¿Y lo que fue la lucha armada terrorista de ETA, las acciones parapoliciales de los GAL, los terribles atentados de la estación de Atocha y el reciente de Barcelona no forman parte de diversas guerras? Desde la caída del muro el mundo globalizado se ha vuelto más complejo. Cuando la guerra de Vietnam millones de jóvenes se manifestaban por la paz. En Irak y Siria han muerto ya tantos como en aquel Vietnam. Y sin embargo prácticamente nadie se manifiesta. Entonces se creía tener un claro enemigo, el imperio americano. Ahora hay una ensalada local e internacional de agresores que masacran a la población civil. Y el pacifismo está pasado de moda. Es lo que me inquieta. Esa indiferencia y desconocimiento sobre lo que puede llegar a significar una guerra. El evitar llegar a ello tiene que ser el principio constituyente más sagrado de toda convención humana, cosa por supuesto totalmente indigestible para la industria mundial del armamento.

Hace ya tres años, en una conferencia que dio el general Jaime Dominguez Buy sobre “Un Ejército Para El Siglo XXI”, afirmó que el Ejército está preparado para intervenir en la forma que el gobierno decida tanto en Afganistán como en Valencia. Recordó que los procesos independentistas surgen cuando el poder central es débil. Cuando la metrópolis flaquea se produce la caída, tal como ocurrió en 1898 con las colonias españolas. Llamativa comparación, hablar de las colonias cuando se refería a Cataluña. Pienso y confío que no se llegará a reeditar un escenario de guerra civil. La gran diferencia con respecto al 36 es que, mientras sigan gobernando el Rey y el PP, hay garantías suficientes como para que el Ejército no intente ningún ensayo golpista. Ninguna necesidad. Lo que sí es de esperar que asistamos a un prolongado proceso de enfrentamientos con apoyo represivo del Estado y que a mayor resistencia más contundente será la respuesta, con lo que se irá acentuando el carácter autoritario gubernamental.

Son muchos los filósofos actuales que señalan como un gran error contemporáneo el mirarlo todo bajo una óptica economicista. En primer lugar no existe la ciencia verdaderamente “exacta”, y mucho menos puede considerarse a la Economía como tal. El número es una construcción imaginaria. No podemos juzgar todo lo que pasa en el mundo como culpa del liberalismo económico. Sin, por ejemplo, cuestionarnos sobre la idea del estado-nación. Sin valorar lo que el mismo Marx definía como la intervención de factores superestructurales o “el malestar en la cultura” que diría Freud. Sin enfrentarnos a esas gratuitas diferencias que nos imponen las religiones, el racismo, las fronteras, las banderas, las patrias, el machismo... Puede ser verdad que estemos mejorando en lo económico, menos paro,etc., pero ello puede no bastar para calmar el conflicto.

De haber un referendo pactado es estúpido plantearlo por la independencia, o no. Lo que la gente debería decidir es: cosmopolitismo y solidaridad, ¿sí o no?.

Jorge Ulanovsky Gertzel es socio de infoLibre

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