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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

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Cuestión de prioridades

Fernando Pérez Martínez

No me llames el sábado que no estaré para nada. El sábado juega el derbi local el equipo de los señoritos contra el de los menestrales. Por nada del mundo me pierdo el revolcón tradicional que nuestros bien nutridos muchachos les van a sacudir a los maulas del equipo de los perroflautas, que además se juega en nuestro campo uno de los dos derbis del año y yo estaré en el campo animando a los míos. Como debe ser.

El sábado, día de reyes a las 20:45 en el estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla, Juan Ignacio Zoido Álvarez, que no ha visto nevar más que en la tele, se las prometía muy felices, parapetado en el palco de su equipo, con la espinita de no poderse acompañar por su amigo Gregorio que se ha quedado en casa, frente al televisor, por una alerta de nevada en el centro peninsular que hacía improcedente la presencia de los dos en el palco. Minutos antes de comenzar el partido, al norte de Madrid la nevada que descargaba, colapsaba la autopista por la que circulaban miles de vehículos en los que viajaban familias enteras que venían de celebrar la festividad de los Reyes Magos comiendo con los abuelos, con toda la parentela y la chiquillería deseando llegar a casa y sacar los regalos. Unos para darse un lúdico festín como es tradición en la tarde de reyes y los demás para ver a los primeros felices, jugando con ojitos ilusionados.

El señor Serrano es un aficionado más, otro forofo dispuesto a berrear de satisfacción con cada gol de su equipo y cuando empieza a sonar el teléfono para decirle que el delegado de Abertis, empresa concesionaria de la explotación de la AP-6 entre otras autopistas de peaje, ha llamado para informar que está nevando mucho, el señor Serrano torció el gesto y dejó caer su salerosa agresividad sobre el subalterno: y yo qué quieres que haga. Estamos en invierno y nieva, ¿no lo sabías? Poniendo cara de señor importante que manda mucho en la capital, ante la expectación que despierta en el salón, presidido por el televisor, minutos antes de empezar el partido, levanta un poco la voz y con petulancia zanja la cuestión: ¿Lo tengo yo que hacer todo o vosotros estáis ahí para algo? Pues activad el protocolo, a mí qué me cuentas. Pero como metáis la pata mañana ya me vais a oír. Ale, que estoy muy ocupado. Levantó la cara con expresión de vuelta al ruedo, girándola en derredor para que todos pudieran ver la expresión de indiferencia que se gastaba en el desempeño de sus importantes labores en colisión con el equipo de sus amores. Lo que no sabían quienes le veían esa expresión soberbia e impasible es que miles de ciudadanos empezaban a quedarse atrapados en una autopista helada que se iba alicatando de coches, sin espacio para un carril de emergencia que permitiera el paso de máquina quitanieves ni cosa parecida, mientras el cielo helado en copos de nieve se desplomaba a gran velocidad cubriendo los vehículos, envolviéndolos en su vientre congelado. Dentro de la chapa, la angustia de miles de familias viendo caer la noche y sabiéndose atrapados, comenzaba a calcular el tiempo que el combustible podría mantener la calefacción funcionando. Lloros infantiles y palabras de consuelo desconsoladas, ¡Maldición!

Casi dos horas después el señor Serrano estaba desolado, el Betis le había metido cinco a los señoritos del palco del Pizjuán. En la autopista, los coches semienterrados empezaban a acusar la falta de combustible, la situación era desesperada para los miles de ciudadanos dejados de la mano del director de la Dirección General de Tráfico y de su convecino sevillano, su superior en el ministerio, que salía del campo abochornado: Para ver esta mierda he venido dejando en Madrid el avispero de la AP-6. ¡Puto Betis! _____________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

 

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