Librepensadores

Un gobierno a la portuguesa

Tomàs Garcia-Espot

“Divide y vencerás” dice un célebre proverbio latino, utilizado en el ámbito castrense y por varios líderes mundiales a lo largo de la historia como Julio César o Napoleón. La derecha europea no es una excepción, puesto que el uso de esta práctica ha beneficiado sus objetivos durante muchos años y le ha permitido acceder al poder en muchos países del continente. ¿Pero dividir qué? La izquierda, por supuesto. Las fuerzas de izquierda, ya de por sí atomizadas por discrepancias tácticas e ideológicas, no han logrado acceder al poder en Europa por la incansable presión y desprestigio de la derecha, salvaguardada en muchos casos por los lobbies financieros. Este hecho nos presenta actualmente un mapa de Europa dominado por el conservadurismo y en algunos casos por la extrema derecha, que amenaza con volver al poder sembrando tras de sí la semilla de la intolerancia, el racismo y la violencia.

Sin embargo, la excepción más destacable es Portugal. En las elecciones parlamentarias de 2015, y pese a que el partido más votado fuera conservador, el socialista António Costa se convirtió en primer ministro gracias a un acuerdo entre las fuerzas de izquierda portuguesas. ¿Cómo fue posible? La respuesta es muy simple: dejando de lado las diferencias ideológicas y priorizando los objetivos comunes. La condición para que Costa fuera apoyado era que se llevasen a cabo políticas realmente progresistas, que tuvieran el objetivo de mejorar la calidad de vida de los portugueses después de años de asfixiante austeridad además de políticas sociales como favorecer la situación de los colectivos LGTBI o luchar contra la violencia de género. He aquí la llave de la gobernabilidad. Y pese a que la derecha auguró que dicho gobierno sería un fracaso, el país está viviendo un verdadero milagro económico después de años en el pozo. En este sentido, no resulta sorprendente que los medios españoles no informen de la actualidad política del país luso. ¿Y por qué iban a hacerlo? ¿Por qué informar que un gobierno de coalición de izquierdas está teniendo éxito? ¿Por miedo a que la gente piense que un “gobierno a la portuguesa” es factible en España? Precisamente por eso.

España tuvo la oportunidad de tener un gobierno de izquierdas. Y lo que pasó durante las dos elecciones generales sucesivas es un claro ejemplo de porqué las fuerzas progresistas han fracasado en su intento de llegar al poder. En primer lugar, la presión de las élites económicas ha sido un factor determinante. Por mucho que el señor Juan Luís Cebrián lo niegue, Pedro Sánchez no pudo ser presidente del gobierno por culpa de las presiones del Grupo Prisa y de Telefónica. Por mucho que intente negarlo, las empresas más poderosas del país frenaron una posible investidura de un gobierno progresista amparado por la izquierda. Y por mucho que algunos españoles lo quieran negar, hemos llegado a esta situación porque a la derecha y a la oligarquía no les ha interesado que haya un cambio real en este país.

Ahora bien, no conviene olvidar que la falta de entendimiento entre las fuerzas de izquierda también ha imposibilitado el fin de la hegemonía del Partido Popular. El choque entre los personalismos, entre los líderes de PSOE y Podemos, han propiciado el desentendimiento entre la izquierda tradicional y la nueva izquierda. El hecho es que se han antepuesto las rivalidades entre dirigentes y se ha desoído la voz de las bases. Ha sucedido a la inversa que en Portugal. En vez de plantearse objetivos comunes (que los hay, pese a que algunos lo nieguen), han prevalecido las diferencias ideológicas, lo cual ha perjudicado la llegada de una posible solución. Cabe mencionar también el papel de la llamada “vieja guardia” del PSOE, los “barones”. Personajes henchidos de orgullo y de poder, que tras años gobernado parecen tener más coincidencias ideológicas con el PP que con el PSOE. Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez-Ibarra o Joaquín Leguina se han dedicado a poner más palos en la rueda que el propio Mariano Rajoy para que la izquierda no llegara al poder.

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El problema de la izquierda en España es el mismo que el de otros países europeos. La crisis identitaria de la socialdemocracia ha minado los resultado electorales de las fuerzas progresistas europeas. La asunción de las políticas de austeridad por parte de la izquierda ha sido una bomba de relogería que ha provocado que los socialistas europeos hayan recibido grandes reveses electorales. Francia es un claro ejemplo de ello. Sus pésimos resultados en las últimas elecciones presidenciales han puesto de relieve la grave crisis a la que se enfrenta el socialismo hoy en día. En Alemania sucede lo mismo. Los socialdemócratas germanos, lejos de querer gobernar, prefieren dar el poder apoyando a Angela Merkel.

Batacazo tras batacazo, la llama de la izquierda parece consumirse irremediablemente. Y mientras las fuerzas de izquierda luchan entre ellas en un afán de demostrar quien tiene el ego más grande, la derecha y el extremismo campan a sus anchas por Europa, aplicando medidas sociales que dañan irreparablemente las condiciones de los más vulnerables. La solución, como bien nos ha enseñado Portugal aunque muchos nos queramos tapar los ojos, está en crear consenso, apartar posibles discrepancias y fomentar propuestas comunes que supongan una alternativa a las desastrosas políticas de las fuerzas conservadoras. Unidad, diálogo, respeto y por encima de todo entendimiento. _____________

Tomàs Garcia-Espot es socio de infoLibre

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