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La neuroeconomía

Antonio García Gómez

La neuroeconomía o lo que es lo mismo, la ciencia (ya a cualquier trapacería se le llama ciencia) que intentará saber, escudriñar y lograr que alguien quiera comprar, endeudarse, hipotecarse hasta las cejas, pedir un crédito, perder los estribos porque no se puede pagar, caer en ansiedad asfixiante, estar obsesionado por la última tendencia, consumir, consumir y consumir... lo que el neuroecónomo quiere que se compre, se consuma, se adquiera, aunque sea a plazos; lo que se induzca, porque esa es la cuestión, natural, penetrar, influir, mediar y mediatizar en las mentes de los ciudadanos, o súbditos, y sí, y sobre todo consumidores.

Y así abundan los neurópatas que habrán de dilucidar cuáles serán las tendencias que se deben abrazar; los estilismos que se han de seguir, porque habrá que inducir en los pensamientos más convenientes, los comportamientos más correctos, por una docilidad muy domesticada que se dedique a dejar las peras a disposición de los neuroeconomistas.

Porque las cuentas tienen que salir, al menos, para ese sector reducido de la población mundial, amos y dueños, que poseen y no piensan soltar el patrimonio global, por un valor del 99% de la riqueza mundial.

Y que el resto nos lo repartamos los demás, incluso y sobre todo rapiñando a cara de perros, como gran valimiento del estatus conformado, del orden social añorado, inducido, a pesar de que nuestros jóvenes padezcan, en un 53%, de precariedad, futuro incierto, malos trabajos, escasos sueldos, sin poder asegurarse una realización personal, social, laboral y económica, aunque todo quede muy aceptado por el "estado de las cosas como dios manda". ¡Su dios!

Pero ahí es donde entran en juego los neuroecónomos, los neuropolíticos, los neurocharlatanes y neurochamanes. Que sabrán conducir de penuria en penuria a la ciudadanía resignada, fiel y adicta a los lemas y los soflamas, tras las banderas y los estandartes, haciendo piña y multitud enfervorizada tras el "a por ellos" , con la extrema izquierda arrinconada, demonizada, sin compasión, puesta la nueva derecha, agazapada, en la pole de lo que está por llegar, condimentado el guiso que habremos de tragarnos, sin remedio.

Porque es la derecha quien habrá de ganar y seguir ganando, esa ideología fantástica del "salvémonos los que podamos", para que los que vengan atrás arreen, porque las cortezas de los altramuces también tienen proteínas, aunque se sobreviva a duras penas, con el mantra de "esto es lo que hay", para los de arriba y los de abajo.

Mientras el Cristo seguirá sin desenclavar, crucificado y bien crucificado, habiendo asimilado que esto es solo un "valle de lágrimas", ahora que ya se anuncia la Semana Santa y la devoción de los pobres logrará sobreponerse al paso de los capillitas, muy poderosos, muy compuestos, que mantendrán el vía crucis, reconfortado por unas peladillas, para el pueblo llano, para el pueblo pagano, aunque encuentren trabajo camareros, limpiadoras, acomodadores de sillas para las procesiones. Por el bien del establishmentestablishment.

Mientras los neurópatasneurópatas vigilarán por la salud mental de los consumidores, a la sazón.

Aunque todo resulte muy indecente, muy enfangado, cuando ya se habla que eso de la corrupción es agua pasada y que nadie conocía a nadie.

Cuando resulta que una eminencia ilustrísima como el presidente del Tribunal Constitucional, tan respetable, tan ejemplar, presentado por el Gobierno como gran favorito para formar parte del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, ha obtenido cero votos de diez posibles, en tanto se ha comprobado que el insigne magistrado no domina ni el francés, ni el inglés, aunque en su solicitud lo daba como "dominados", en mayor o menor grado, los idiomas en cuestión.

Triquiñuelas de poca monta, al cabo, que dilucidarán sin problemas los neuroterapeutas a favor de la corriente. _________

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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