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Librepensadores

Foro de lectores

Santiago Ipiña

La idea de intercambiar opiniones mediante la creación de foros de comentaristas entre los lectores de un diario de información generalista no puede ser más interesante, si lo que se desea es enriquecer el debate sobre los temas tratados en los artículos del diario. Interesante para el lector, pero también para el autor del artículo y el consejo editorial del diario.

Desde este punto de vista, cabe la posibilidad de preguntarse si de lo que se trata es de enriquecer el debate o bien, a la vista de la experiencia acumulada, pueden, resalto de este verbo su carácter de ser contingente, considerarse otro tipo de razones. La primera tiene que ver con que los editores de la publicación hayan entendido que la inserción de comentarios después de un artículo es un modo de atraer lectores y, como tal vía de atracción, lo que importa es que se comente independientemente de la calidad del comentario o las formas empleadas en su construcción. El hecho de que dicho comentario enriquezca el debate puede resultar, por ello, un efecto colateral, o bien ser relegado a un segundo plano.

Otra razón alternativa de entender la inclusión de comentarios se relaciona con la meticulosa selección, por parte del editor, de los artículos del periódico, sean éstos de opinión o de información. En este sentido, me gustaría en primer lugar hacer notar que resulta hasta cierto punto sorprendente el hecho de que aún en la actualidad se hable con frecuencia de clasificar los artículos en estas dos categorías (véase, por ejemplo, aquí). De un lado, porque el artículo de Soledad Gallego-Díaz (Opinión e información: una frontera problemática, 18/09/1994) me sigue pareciendo esclarecedor al respecto. De otro, porque a partir de la lectura de artículos relacionados con las ciencias empíricas no resulta difícil deducir que la interpretación forma parte indivisible de la observación humana, aún reconociendo que el margen para el libre albedrío, ante un conjunto de datos, es muy estrecho en estas últimas áreas del conocimiento.

En cualquier caso, no parece necesario insistir en el hecho bien conocido de que la línea editorial  del periódico prioriza unos temas en detrimento, o a favor, de otros. Así, por ejemplo, por citar algún ejemplo más refrescante que el político, puede entenderse que TVE no transmita el Giro de Italia, o que la RAI tampoco lo haga con la Vuelta ciclista a España. Claramente, esto significa que el lector del diario generalista recibe sesgadamente la información que se le ofrece, lo que supone que el lema tratar de enriquecer el debate se entienda mejor matizando que los temas objeto de debate no son planteados atendiendo a criterios de naturaleza imparcial.

En un sentido similar, la selección interesada del articulista puede, reitero la cualidad de ser contingente de este verbo, considerarse también otro aspecto del sesgo informativo que ofrece el periódico. Cualquier lector no ocasional sabe que no es lo mismo leer sobre la última guerra civil española cuando el articulista es militante del PP a cuando lo es de UP o de ERC. De hecho, parece verosímil pensar que por esta razón solemos elegir un diario de información u otro, precisando que, si bien dicha elección es un condicionamiento, tal acción no supone necesariamente una merma en la calidad de la información que se recibe. Sí creo que conviene resaltar que el debate no se enriquece cuando el articulista, mediatizado por su simpatía hacia específicas posiciones intelectuales, ofrece invariablemente un único mensaje. O dicho en otros términos, cuando anula su capacidad crítica respecto a sus propias convicciones.

Finalmente, es probable que deba tenerse en cuenta otro aspecto que resulta contradictorio con el deseado enriquecimiento del debate. Consiste en mencionar el uso que el comentarista de un foro hace del nuevo espacio que se le ofrece, uso que, salvo ocasiones visibles y no tan frecuentes como sería deseable, tiene que ver con el afianzamiento de sus propias convicciones. Parecería como si en vez de leer con atención el comentario de otros integrantes del foro, incluso con el objetivo de encontrar aquellos matices que ponen en duda el propio pensamiento, para de este modo cambiarlo, o en su caso reafirmarlo, lo que buscase es consolidar su propio punto de vista, bien escudriñando pequeñas incoherencias que no afectan a la idea global, bien mediante el insulto y/o el sarcasmo hacia el contrario. Una situación que habitualmente pone en evidencia la carencia de otro tipo de argumentos que no sean los ad hominem y que no sólo no enriquece el debate sino que más bien lo empobrece. Cabe citar que es bien sabido que la Red es un universo complejo en el que el anonimato juega un papel importante, de forma que preguntarse por la intención espuria de algún comentarista –o el grupo que le apoya– no está fuera de lugar.

Que de aquí pueda derivarse que sea necesaria la figura del moderador es un tema controvertido si bien, personalmente, me produce gran confort esto de templar, ajustar o arreglar algo, evitando el exceso. Que de todo lo expuesto sea necesario replantearse la participación editorial más activa del lector en aquellos diarios generalistas cuyo proyecto depende de la suscripción de dicho lector probablemente merezca la pena analizarlo. En este sentido, no puedo dejar de citar, por ejemplo, que infoLibre es un espacio de información, debate y discusión plural o que el periodismo es más necesario que nunca frente a la saturación y la intoxicación, pero ha de ser (ya es) un diálogo permanente entre periodistas y lectores. ___________

Santiago Ipiña es socio de infoLibre

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