Librepensadores

Intereses y complicidades

Mario Diego

Los últimos acontecimientos en el largo asunto catalán, ni con mucho acabado, han demostrado que en política hay dos parámetros indispensables para llevar a cabo sus objetivos: ir en serio y disponer de una correlación de fuerzas favorable, siendo los dos uno e indivisible. Los líderes independentistas ni iban en serio ni disponían de la correlación de fuerzas necesarias, aunque mejor sería decir que el segundo no contaba realmente para ellos, sabían que no iban en serio.

Han logrado ocupar durante estos últimos años las  portadas de todos los periódicos, revistas e informativos, hablando de república e independencia y escamoteando así el debate sobre sus responsabilidades como gobernantes –también las del Gobierno central– en las condiciones execrables que unos y otros están imponiendo al conjunto de las clases populares, no solo en Cataluña sino a nivel estatal. Y esto con el único objetivo de proteger los intereses particulares de la patronal.

La mano dura que el Gobierno está empleando hoy en Cataluña, reprimiendo, interviniendo las instituciones catalanas –con el apoyo del PSOE y Ciudadanos– y enviando a la cárcel todo aquel que se opone en la calle a su política, utilizando el arsenal jurídico puesto a su disposición y aplicándolo mediante sus jueces, es un paso más en la ignominiosa utilización del aparato de Estado para acabar con la contestación y las protestas.

Esta situación ni es nueva ni exclusivamente reservada a la sociedad catalana. Desde hace años, gracias a la ley Corcuera, antesala de la actual ley Mordaza, miles de trabajadoras y trabajadores han sido y son reprimidos por ejercer su derecho a huelga, por movilizarse en contra de las privatizaciones en el sector público, de la precarización y del empobrecimiento. A los que también hay que añadir, últimamente, tuiteros, escritores, humoristas, cantantes y otros titiriteros.

Si no cabe duda que los intereses de la clase trabajadora no son la preocupación del independentismo, tampoco cabe la menor duda que no podemos aceptar que el poder se pasee por el país, de Norte a Sur y de Este a Oeste, como Pedro por su casa reprimiendo sin ton ni son para imponernos sus cuatro voluntades. No podemos pasar por alto lo que está pasando en Cataluña, pero tampoco en el resto del Estado. Debemos apoyar y reclamar  la puesta en libertad de todos los represaliados detenidos, lo sean éstos por defender sus derechos laborales, por defender la libertad de expresión o el derecho a la expresión política tanto en Cataluña como en el resto del país.

La burguesía española, mano a mano con la burguesía catalana –cómplice elástica de todos los gobiernos centrales que se sucedieron a la cabeza del Estado desde la  Transición– está liderando al unísono, con las de otros países europeos, la guerra sin cuartel que han declarado a la clase obrera en particular y trabajadora en general.

David Graeber: "Hay que reimaginar la clase obrera"

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Las exitosas movilizaciones de este mes de marzo nos señalan el camino que tenemos que emprender, ampliándolas y dirigiéndolas hacia una generalización necesaria, única manera de poner término a la dictadura económica que la burguesía nos está imponiendo a todos para mantener sus ingresos millonarios. Pensar que hacer desfilar a la clase trabajadora detrás de una bandera nacionalista, sea cual sea, es la solución para acabar con la explotación, equivale a pedir uvas a una higuera.

Con tales expectativas lo único que se consigue en realidad, es facilitar la tarea de los explotadores dividiendo a los explotados. ____________

Mario Diego es socio de infoLibre

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