Librepensadores

El cetro y la cuchara de palo

Alicia G.

Si alguien les preguntara cuál de los dos objetos prefiere, ¿cuál elegirían? ¿Y si además conllevara recibir todo lo que representan?

Estarán de acuerdo en que es obvio el valor asignado a cada uno de los objetos del título así como  aclarar a qué género está adjudicado cada uno de ellos.

¿No les resulta asombrosa la reacción inmediata de su mente ante esta cuestión? ¿Han vinculado la cuchara de palo a un hombre y el cetro a una mujer?

Esto es un territorio interpretativo común (TIC) y existen de muchos tipos, pero éste en concreto se llama patriarcado.

En esta sociedad patriarcal, es decir, en el paradigma común vigente, está sobreentendido que los hombres nacen con un cetro y las mujeres con una cuchara de palo. Y por supuesto, se sobreentiende que el cetro vale mucho más que la cuchara.

¿Qué valores asociamos al cetro? Autoridad, riquezas, tiranía, rigidez, ego, masculinidad...

Son valores que no sólo se materializan en las altas jerarquías sino que se reproducen a escala doméstica en muchos hogares así como en relaciones sociales. Tienen valor porque para ser “alguien” y cumplir con uno de los mandatos del patriarcado, que es subir lo máximo en la jerarquía de clases (de género, económica, intelectual, origen….), los hombres están obligados a representarlos y a materializarlos.

Se legitima que además, ejerzan la violencia para corregir cualquier desafío a su autoridad, venga desde donde venga. ¿Somos conscientes de cuántos cetros hay repartidos? ¿Tenemos conciencia de cuánta gente considera legítimo usar la ley emanada de ese cetro simbólico para imponer su visión del mundo?

Tener un cetro implica este derecho, imponer necesidades y caprichos sobre los de otros seres sin rebajarse a considerar las consecuencias de sus actos.

¿Qué sociedad estamos construyendo con estos valores? ¿Qué futuro nos espera si continúan apareciendo más cetros? ¿Y a nuestra descendencia?

Luego está la cuchara de palo. Sí, esa con la que, según los estereotipos, nacemos todas las mujeres y que incluye la idea de que la traemos para dar de comer a los demás y no para nutrirnos a nosotras mismas.

Este es el mandato que se inculca a las mujeres, nutrir a los demás en perjuicio de una misma. El discurso patriarcal sobre el género femenino está construido para retroalimentar la desconsideración (por ser muy fina) hacia las mujeres y todas sus realizaciones.

Las tareas de reproducción y de cuidado son realizadas mayoritariamente por mujeres, pero esto, muy lejos de atribuirnos alguna respetabilidad, nos inferioriza porque se supone que son tareas tan sencillas y leves que por eso están a nuestro alcance. Son trabajos para los que, presuntamente, no se necesita ninguna cualificación y ninguna capacidad, excepto la de acabar exhausta cubriendo necesidades ajenas, de todo tipo. Cuando alguien se dedica a cuidar, es porque ¿tiene muchos títulos académicos? ¿se le pide su opinión en cualquier tema para conocer su punto de vista?

Por lo tanto, la inferioridad de las mujeres va ineludiblemente unida a la inferioridad del cuidado respecto de cualquier otra actividad humana.

Pero la cuchara de palo lleva incorporado otro matiz simbólico y tiene relación con la sabiduría de lo femenino. Con una cuchara se da vueltas al cocido de la familia pero también a los brebajes del caldero de la bruja de los cuentos. Es un objeto del que, simbólicamente, huyen todos los hombres y desde luego las mujeres que pueden, porque su uso no sólo inferioriza sino que despierta desconfianza. Es un símbolo del legado de la experiencia femenina sobre cuidar, incluyendo el uso de plantas medicinales con la intención de sanar, pero también la de nutrir a la tribu y el generar bienestar colectivo.

¿Qué tipo de sociedad emergería si fueran los valores de nutrición y cuidado los que rigieran las relaciones?

Es obvio que ambos objetos representan extremos de lo masculino y de lo femenino y que es urgente aumentar la conciencia sobre qué tipo de valores estamos desarrollando en lo personal y en lo colectivo.

Si estamos en los valores del cetro, tenemos un problema y además seguro que estamos perjudicando a otras personas, y si estamos en los valores de la cuchara de palo, también tenemos un problema. Estaremos nutriendo sin atender a las necesidades propias y eso perjudica gravemente las opciones vitales de quien los materializa.

Pero es obvio que las cucharas de palo son imprescindibles para sostener la vida humana, por eso existen desde los tiempos más antiguos de la humanidad. Y es obvio que los cetros son objetos prescindibles si sólo nos fijamos en el bienestar colectivo.

El gobierno ha aprobado unos PGE con una dotación ridícula para equilibrar las cosas, pero nadie puede prohibirnos tomar nuestras propias medidas, por ejemplo, deshacernos de cualquier cetro con el que estemos fomentando cualquier tipo de desigualdad. Conseguir una cuchara de palo es muy fácil, las venden en cualquier bazar a precio casi simbólico.

Hace unos días fue el día de las trabajadoras del hogar y pensé, que en realidad, sigue siendo el día de TODAS, porque seguimos siendo las que sostenemos la vida por abrumadora mayoría. ___________

 Alicia G. es socia de infoLibre

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