Librepensadores

Saber leer es importante; saber interpretar es básico

Juan Carlos Martínez García

En la apasionante última semana de finales de abril, asistíamos con el corazón encogido a las continuas manifestaciones de los representantes de los ciudadanos, mejor dicho, representantes más bien de ellos mismos. Por sus palabras (y expresiones corporales y faciales) parece que el apocalipsis se acerca. Arrepiéntete, hermano, haz penitencia.

Para empezar, Pedro Sánchez se fue de gira por Alemania a denunciar, por fin, las ilegalidades cometidas por los independentistas catalanes y realizar la defensa del Estado de derecho. Curioso. ¿Por qué? Quizá debería darse una vuelta antes por suelo amigo. En Baleares, Comunidad Valenciana y hasta Aragón, (Lambán pretende hacer oficial el catalán allí), las políticas lingüísticas empiezan a arrinconar al castellano como lengua vehicular. En la Cataluña actual ni siquiera el 25% de las clases se imparten en español. Nos lo ha tenido que recordar, incluso, nuestra querida UE. ¿Acaso una de las primeras premisas para los que quieren resaltar las diferencias no consiste acaso en el dominio de la enseñanza? Hasta los nacionalismos más torpes lo saben. Por ello, las políticas de apaciguamiento han resultado inútiles. Los hermanos pequeños autonómicos miran con deseo a su hermano mayor. Cuidado. Que la diversidad enriquece siempre y cuando el porcentaje de lo que se comparta sea mayor.

Por todo lo anterior, la posición del PSOE sobre la cuestión territorial es decepcionante por tibia y por ser muy dada a la improvisación. No son de fiar. En tiempos tan comprometidos, no. En tiempos tan cambiantes, no. Deja a los votantes de izquierda un tanto huérfanos.

A continuación, el PP elaboró y puso en práctica la táctica propia de M. Rajoy, es decir, no hacer nada y esperar que los vientos extraños se transformen, por puro cansancio, en brisas refrescantes. Enarbolando la mentira como argumento, usando estéticas mentales impropias de nuestro siglo. Millones de españoles desean políticas sociales activas, cumplimientos efectivos de la Constitución, enterramientos dignos para tantos miles de olvidados en miserables cunetas. Y que la separación Estado-religión sea por fin una realidad.

Por otra parte, Podemos navega entre dos aguas pensando que en Cataluña le beneficia realizar afirmaciones tachando de vergonzosa la aplicación del 155, recogida en nuestra ley máxima, o manteniendo que hay presos políticos catalanes. Puede que eso le haga ganar votos en Cataluña, pero no en el resto de España. Pablo Iglesias ejerce de pastor buscando a su oveja perdida sin percatarse que las que se quedan en el rebaño son más numerosas y han mostrado más sabiduría. La palabra Estado les chirría. Luego vendrá el crujir de dientes. Hoy día hay que posicionarse. O se está con el Estado de derecho o se está contra él. Y que no se equivoque pensando que ese planteamiento no viene de la izquierda. Debería recordar que la ruptura territorial jamás ha sido una bandera del socialismo, sí del anarquismo.

Para concluir, Ciudadanos recuerda a ese piloto de Fórmula 1 que entra en boxes a cambiar ruedas cuando ha ocurrido un accidente. Por ello, se pone en cabeza. Como los demás van como locos, la constancia les hará ganar la carrera. Además, y no deja de ser sorprendente el escenario, la formación naranja empieza a representar la garantía (y así lo piensan también muchos votantes de izquierda) de ausencia de corrupción, de cumplimiento de la Constitución y de capacidad para tomar decisiones cuando llegue el momento. Será entonces cuando demostrará ser un partido diferente o más de lo mismo.

En conclusión, una interpretación ajustada de la realidad desequilibrará la balanza y encumbrará a los perspicaces. Los demás, siempre tendrán la oportunidad de acudir a la óptica a revisarse la vista y aprender de sus errores. Porque los tiempos están cambiando, ya lo cantaba Loquillo. Para todos. ____________

Juan Carlos Martínez García es socio de infoLibre

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