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Dos grandes ganadores: la democracia y la imagen política de España

Franklyn Raúl Estruch Fernández

Si la sentencia de la Gürtel, confirmación de que ya los poderosos no son impunes, aumenta la confianza de la población en la justicia, en su independencia, entonces la progresión de la moción de censura presentada por el PSOE y la investidura de Pedro Sánchez –secretario general del PSOE– como presidente, airea la democracia española y mejora su imagen internacional. Para el ciudadano racional, y no emocional, este es el verdadero logro, al margen de colores políticos e ideologías. Soy un convencido de que la corrupción en España es sistémica, y de que ha contado con la complicidad por pasiva o por activa de una parte importante de los electores, que les han dado el voto al PP, y al PSOE en Andalucía. La sentencia de la Gürtel, y el estudio de los posibles escenarios políticos actuales y futuros por diferentes partidos, rompió con la maldición. Lanzó a la izquierda y a los partidos nacionalistas contra Rajoy y el PP, y hoy podemos celebrar que la corrupción y la inteligencia y coherencia política pueden tumbar gobiernos corruptos en España, al amparo de la Constitución. Buen precedente para la democracia española y su regeneración.

Más democracia, en un nuevo proyecto de país

Lógicamente, esto tiene una repercusión inmediata en el presente y el futuro de los partidos políticos. Pero también abre la posibilidad de una nueva España desde la izquierda para romper el maleficio de la austeridad y el sacrificio sólo para los sectores menos prósperos y más necesitados de la sociedad, mientras se multiplican los millonarios en España, y las empresas del IBEX 35 son cada vez más ricas; para romper el maleficio del secuestro de libertades y derechos cada vez que hay crisis económicas; y se abre la posibilidad de reconducir también el problema catalán y de las nacionalidades desde el diálogo y la negociación, que si bien no hará desaparecer el independentismo sí restará partidarios o votos al independentismo si la oferta es de un mejor encaje y transparencia para todas las autonomías. La mayoría de la población siempre optará por la estabilidad y el progreso, ante la incertidumbre, el enfrentamiento a ultranza y el ego nacional desmedido de muchos independentistas.

Previsiblemente el camino será muy difícil, pero no imposible, si Pedro Sánchez cumple con lo prometido, sometido siempre al ojo crítico de los barones del PSOE. Al sobreviviente Pedro Sánchez, campeón de la resistencia y la tenacidad, le ha sonreído una vez más la vida con esta otra oportunidad. Tiene la titánica labor de salvar a un PSOE ya muerto, que en las próximas elecciones no tenía ninguna perspectiva, pero por eso mismo, y disculpando la expresión, O se llena de gloria o se llena de mierda. La decisión de un Gobierno monocolor se lo hace más difícil aún. En mi opinión, responde más a las exigencias anti-Podemos de los barones que a la lógica política, y su lógica. No le hubiesen aceptado a Sánchez la presentación de la moción de censura. No puede gobernar con los suyos también en contra. Tal vez por eso, Pedro Sánchez insistió tanto en pedirle a Rajoy en el Congreso que dimitiera. Sabía lo que significaría gobernar sólo con 84 diputados, al no poder comprometer a Podemos con su gestión de su Gobierno. Podemos, fuera del Gobierno, ya no será juez y parte, sino sólo juez (por suerte, este Podemos ya es más maduro). Podemos sería la oposición desde la izquierda. Siempre tendría la opción de preservarse puro para la izquierda, cuando se tomen decisiones necesariamente controvertidas, ante la precariedad parlamentaria del PSOE.

Probablemente, Pedro tendrá a su favor la lucha política enconada dentro de la derecha, entre el PP y Ciudadanos, pero siempre llegarán a acuerdos en contra de la izquierda. Este último, el gran perdedor de la jornada, después de verse tan cerca del poder, que se le ha escapado como agua entre los dedos, al menos por el momento. Creo que nadie previó los efectos inmediatos de la sentencia de Gürtel. El PP ya apestaba, pero su arrogancia y chulería política no les permitió pedir disculpas, asumir la responsabilidad, y tomar iniciativas legislativas más convincentes en la lucha contra la corrupción. O tal vez estaba tan desgastado que sacrificó lo que quedaba de legislatura para tratar de recuperar su imagen y el voto de la derecha para las próximas elecciones, desde la oposición. Ciudadanos, tampoco esperaba el desenlace. Y perdió la iniciativa y la visión. En vez de oponerse a la moción de censura, tal vez debió apoyarla condicionándola a nuevas elecciones a corto plazo, y a la exclusión de los independentistas. En cualquier caso, gracias por tanta arrogancia y exceso de entusiasmo, que facilitó el poder a la izquierda. Ahora, a demostrar, junto a Portugal, que tras el túnel de la crisis hay luz más intensa y de otro color. ______________Franklyn Raúl Estruch Fernández es socio de infoLibre

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