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Mujer que ejerce las funciones de madre

Lucía Núñez Anta

La gestación subrogada o vientre de alquiler es una técnica de reproducción asistida en la que se utiliza normalmente un útero, un óvulo y semen de tres personas distintas. La mujer embarazada tendrá un hijo biológico de otras dos personas. Se necesita un gran debate sobre su regulación donde no están exentos conceptos éticos y morales basados en cuestiones filosóficas que de un modo abstracto miden los valores personales y sociales sobre lo que denominamos el bien.

La maternidad subrogada supone que una mujer se ofrezca a gestar el hijo de otras dos personas, quedándose embarazada mediante fecundación in vitro. Esto puede ocurrir cuando hay una o varias personas que desean tener un hijo pero que por unos motivos determinados no pueden (¿y si no quieren?). Así este bebé puede ser concebido a partir de óvulo y semen de sus padres, de donantes o de ambos. Se barajan todas las posibilidades, incluso el embarazo puede llevarse a cabo con un embrión donado por otra pareja.

El concepto de madre no debe alterarse ya que según la Real Academia Española madre se define como "la mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de su misma especie", pero además en la tercera acepción se puede encontrar otra definición que correspondería a las mujeres que acuden a este tipo de técnicas o a la adopción: "Mujer que ejerce las funciones de madre".

La gestación subrogada es legal en países como Rusia, Ucrania, Grecia, Georgia, Portugal, Canadá y en algunos estados de Estados Unidos, permitiéndose también para extranjeros. Para parejas homosexuales u hombres solteros tan sólo está legislado en Canadá y en algunos estados de EE.UU. Existen otros países que o bien prohíben la práctica o bien no tienen ninguna ley al respecto. En los países que tienen este modelo regulado, el coste de la donación altruista de un vientre de alquiler está entre 35.000 y 240.000 euros, dependiendo del país en el que se lleve a cabo y de los requerimientos particulares de los padres. En la India, país en el cual existen centros donde las mujeres viven durante los nueve meses de gestación y se dedican única y exclusivamente a cuidar de su embarazo sin poder ver a sus maridos ni a sus hijos, el coste del proceso es menor que en Norteamérica. Lejos del altruismo, las mujeres en este país se ofrecen normalmente como vientres de alquiler con el fin de conseguir dinerovientres de alquiler para su familia, acatando severas normas impuestas por parte de las organizaciones intermediarias. Portugal asume otra variante, el país legisla la maternidad subrogada sólo para casos excepcionales como por ejemplo si la mujer que desea ser madre no tiene útero o no realiza sus funciones correctamente.

Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, las adopciones internacionales han caído más del 72% en los últimos cinco años. En 2010 se adoptaron cerca de 3.000 niños y en 2015 menos de 800. Los defensores de los vientres de alquiler en España proponen una legislación similar al modelo canadiense, altruista con compensación y con algunas restricciones. La pregunta que ronda el gran debate es evidente: más allá de entender la gestación subrogada como una avanzada técnica de reproducción asistida, ¿se está utilizando la maternidad para hacer negocio? Las asociaciones defensoras de los Derechos Humanos exponen que los vientres de alquiler provocan más desigualdad de género. Afirman que son negocios que culminan con la explotación de la mujer y la vulneración de los DDHH. Cabe recordar que el deseo de tener hijos no es un derecho reconocido. La plataforma #NosomosVasijas lucha por los derechos de las mujeres y los niños defendiendo que el concepto de altruismo no es más que una tapadera que esconde el negocio de la maternidad comercial. Ellas denuncian la existencia de "granjas de mujeres" en la India y Sudáfrica por parte de mafias que las explotan y obligan a ser madres para otras personas. No existe legislación posible para controlar la presión a la que las gestantes pueden ser sometidas ni hasta qué punto son libres para decidir. Ésta vivirá nueve meses sin libertad, sufrirá cambios físicos y emocionales durante los cuales podría cambiar de opinión sobre su embarazo, sobre su futuro o sobre lo que desea hacer con su cuerpo.

"Soy libre y con mi cuerpo hago lo que quiero". Una mujer vive en la pobreza, necesita dinero porque tiene dos niños a su cargo y no tiene oportunidades laborales. Es solo un ejemplo de una mujer que es capaz de asumir todavía más carga en su ajetreada vida ofreciéndose como madre gestante con el objetivo de obtener ese dinero que necesitan ella y su familia para vivir. ¿Es libre de hacerlo? Por supuesto lo es, al igual que otra persona elige (o desea) trabajar en el sector de la prostitución, algo que en España tampoco es legal. Recordemos en este punto que la existencia de mafias ligadas a la prostitución está más que acreditada.

Se trata del deseo de criar, de educar, de compartir, dar felicidad y ser feliz. No debe tratarse de los genes, ni siquiera de los apellidos, tampoco de una posesión. Tener un hijo no debe poder conseguirse con dinero. Hoy en día hay muchos menores sin familia. Niños no deseados, que pierden a sus padres o que se escapan de sus hogares buscando a alguien deseoso de criar a un hijo. Ese hijo está en nuestro mundo, solo hay que buscarlo de un modo diferente. Sólo en España, aproximadamente 18.000 niños crecen en centros sin apenas promover y facilitar los trámites de adopción. Es importante enfocar el problema de cara a agilizar estos trámites y facilitar las adopciones en otros países, además de modificar los requisitos para ser madre adoptiva como la edad, las enfermedades previas o el estado civil. Estos criterios se deben adaptar a la sociedad en la que vivimos. Ante nosotros la solución a un grave problema como es el abandono infantil. Y respecto a la maternidad subrogada, legislar sobre sentimientos suele resultar confuso, incierto y ambiguo. ______________

Lucía Núñez Anta es socia de infoLibre

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