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Librepensadores

Lo principal y lo accesorio en el conflicto catalán

Felipe Domingo Casas

En todo conflicto, y más si es político, siempre hay que buscar lo principal y lo accesorio para resolverlo de la mejor forma posible. Ignoro cómo se comportan los medios de comunicación y otras televisiones europeas, por no irme más lejos, ante conflictos entre ciudadanos en estos casos, aunque, si buscamos  asuntos similares, no encontraremos  la significancia del doble  conflicto catalán-catalán y  catalán-español.

Llevamos varios meses ya en los que los lazos amarillos ocupan casi en su totalidad las tertulias de las televisiones, la otra parte la ha ocupado la exhumación de los restos del dictador. Si extrujáramos los argumentos, como extrujamos el paño de cocina cuando le hemos pasado por la encimera y secado los platos, su espesor y peso quedarían reducido a muy poca cosa.

He leído con atención el artículo de Angel Munárriz en este medio y  sobre la simbología y, ahora, sobre los lazos amarillos han opinado periodistas, tertulianos, dirigentes políticos, catedráticos, constitucionalistas,  y se ha dicho  todo o casi todo. A ese casi quisiera referirme.

El análisis y las opiniones sobre la  colocación en sí de lazos,  los lugares en que se  colocan,  su retirada, la intervención o no de las instituciones, de los mossos y fuerzas de seguridad están teniendo un alcance mucho mayor de lo que, a mi juicio, merece el asunto, si se desliga de las causas que lo provocan.

Y con ser digna de atención la causa que se aduce -la libertad de expresión- para su colocación o retirada, ésta es la consecuencia de otra principal que está en la mente de todos,  pero  que no se expresa, sobre todo, por los contrarios a la medida, como es la exigencia de  libertad  de los políticos y activistas encarcelados por el procésprocés.

Refiriéndose al terrorismo, en su libro El mal menor, dice Michel Ignatieff: “Cuando el terrorismo golpea, la tentación de no tener piedad puede ser irresistible”.  Como el lector puede suponer, si en vez de poner  terrorismo, ponemos “nacionalismo o separatismo”, la frase podía decirse con la misma naturalidad.

El Estado pretende que la victoria obtenida al independentismo sea total, hasta el final, y no está dispuesto a hacer concesiones. Ambos, el Estado y el separatismo catalán saben que se ha producido el triunfo del Estado y que es imposible volver atrás por mucho ruido que se produzca. Pero  como el nacionalismo-independentismo ha conseguido algunos éxitos- entre ellos, la fuga e imposibilidad de encarcelar y enjuiciar a Puigdemont y otros- ofrece toda la resistencia que puede y con los medios que su imaginación les dá de sí, como son, en estos momentos, la colocación de   lazos amarillos, por un motivo justo y razonable, la exigencia de la  libertad contra el encarcelamiento prolongado de sus políticos, políticas y activistas. Este es el quid de la cuestión.

Lo más difícil en las victorias es gestionar la paz y ofrecer el perdón. Y los españoles somos muy cainitas. Ahora que Nicaragua ha vuelto a la actualidad, conviene recordar que los sandinistas, alcanzada la victoria sobre el somozismo en julio de 1979, con Daniel Ortega, elegido presidente, renunciaron a la venganza -primera revolución en la historia donde no había represaliados, paredón o fusilamientos- aplicándose por primera vez- según escribió Gunter Grass, el perdón del EvangelioEvangelio.

Echemos una mirada a otros asuntos pendientes y de mucha actualidad, como la llegada de migrantes y la venta de productos de marca por esos migrantes en las ciudades. No se discute que la entrada de migrantes por las fronteras españolas responde fundamentalmente a una cuestión económica, que tiene su causa en la falta de trabajo, la pobreza  y carencia de  medios para subsistir en sus países de origen, no se trata  de  refugiados políticos, los cuales llegan por otras fronteras, como bien conoce Europa y principalmente Alemania. Y el esfuerzo que hace España por desalentar esa migración es baldío, a pesar de las vallas, concertinas y otros medios disuasorios, teniendo en cuenta que les ayudan y   respaldan mafias que se aprovechan de sus necesidades. Solo la cooperación internacional a gran escala puede solucionar este problema.

Con la venta ambulante en las ciudades de productos de marca pasa otro tanto de lo mismo. Sin la formación profesional de los sin papeles en otros  trabajos, sin otorgarles papeles para que coticen a la seguridad social, las mafias y  productores de esos productos tendrán asegurada mano de obra para ponerlos en el mercado. En este asunto se produce un hecho curioso. Los productos originales se fabrican todos en países con sueldos de miseria y los ponen en el mercado a precios elevadísimos, solo al alcance de pocos, porque las pérdidas que obtienen por el otro lado, las compensan con esas ganancias a precios altos. Solo hay que ver que esos productos genuinos  en época de rebajas se liquidan con  un 50 o 70%, sin dificultad, todavía ganando mucho las propias marcas.

El quid de la cuestión catalana está ahora en el encarcelamiento prolongado de los políticos, políticas y activistas catalanes. La tensión entre los catalanes, por lo menos de momento, se acabaría de la noche a la mañana si los presos del procés volvieran a casa.procés

Pero el Tribunal Supremo no quiere, por las razones que sean, además del riesgo de fuga, y la posibilidad de que vuelvan a delinquir, como recoge la ley. No seré yo quien haga un juicio sobre  otras intenciones. El temor, fundado o no, en el Tribunal Supremo a que los presos puedan huir está prolongando un conflicto social innecesario y malogrando los gestos de distensión que inició el nuevo Gobierno, aunque sin continuidad.

El Gobierno podría, en aras a esa convivencia tan necesaria y conveniente  que reclama el presidente del Gobierno y quiere  la población civil, tanto catalana como española, y respetando la separación de poderes, hacer una llamada,  una sugerencia o lo que fuere, por iniciativa propia o a través de la Fiscalía, que ya anda rondando por la cabeza de miembros del Gobierno, para que el Tribunal Supremo deje en libertad a los presos del procés. Son los hechos y no las palabras los que cambian la realidad.

No puede ser que Pedro Sánchez haya dicho hace un mes que no volvería a judicializar el conflicto catalán y amenace ahora con el 155, sin decirlo. Si el encarcelamiento de los políticos y activistas catalanes  "no ayuda"  a normalizar la situación política y social en Cataluña, hay que trabajar por resolverlo. Pretender lo contrario con ellos en la cárcel es darse de bruces con la realidad.

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En cuanto a los partidos políticos, C's y PP, se retroalimentan y azuzan la confrontación social entre los catalanes y entre catalanes y españoles (y el activismo de Albert Rivera y de Arrimadas responde a esa edad). Acudir al defensor del pueblo, en demanda de ayuda o respaldo,  como ha hecho Arrimadas, es olvidarse de hacer política seria y profunda y ampararse en el comunicado del Defensor del Pueblo para seguir tensionando a la sociedad catalana va a servir de poco en su interés porque  desaparezcan  del espacio público los lazos amarillos. Preservar el espacio público sin lazos amarillos y otros símbolos de carácter político, porque es de todos y con otros argumentos parecidos, son argumentos sin eficacia, de poco peso, carecen de interés, en definitiva, son accesorios, ante unos hechos que para sus defensores lesionan sus sentimientos nacionalistas y es muy difícil luchar contra ellos.  Precisamente lo contrario de lo que se oye en los medios de comunicación y en las tertulias de las televisiones.

Mientras, el Estado, a través de Gobierno y el Tribunal Supremo, pueda pensar, solo pensar, que la libertad de los encarcelados es un acto de debilidad y una concesión al independentismo, será imposible la convivencia. La Diada y fechas posteriores nos van a poner a prueba a todos, aunque, como ocurre siempre, habrá interpretaciones para todos los gustos. ____________

Felipe Domingo es socio de infoLibre

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