Librepensadores

Una gangrena preocupante

Mario Diego

El mitin de Vox  en Vistalegre, organización de extrema derecha aunque ella misma no se defina así, ha hecho derramar mucha tinta y usar mucha saliva. ¿Demasiado de las dos cosas? ¿Publicidad desmedida o realidad preocupante? ¿Coartada para blanquear el discurso cada vez más radical del PP y de Ciudadanos? ¿Espejismo para conducirnos hacia el “todo aceptable, excepto Vox”?

Pienso que debe de haber un poco de todo. Lo que en ningún caso, sin por eso ser alarmista, utilizaría como argumento es el que algunos, aquí y allá, han utilizado: Vox es un cero a la izquierda puesto que electoralmente no representa nada. En 1974, Le Pen padre, líder del Frente Nacional (FN), obtenía 190.121 votos, que representaban el 0,74% de los votos válidos, extremadamente lejos de los 6.421.426 de votos obtenidos por su hija en las últimas elecciones presidenciales del año pasado.

La actualidad reciente en Alemania, en Suecia, en Italia, en Austria, en algunos de los países antiguamente denominados países del Este, ha demostrado que la extrema derecha está irrumpiendo de nuevo y con un cierto éxito en el paisaje político europeo. Dicho esto, el peso político de la extrema derecha no es algo nuevo en nuestro continente, este peso siempre ha estado presente y además con las mismas características: nutrido y apoyado por el organizado integrismo católico, por los nostálgicos del colonialismo, por los defensores o restauradores de la monarquía allí en donde dejó de existir y generalmente por la derecha xenófoba y nacionalista.

La audiencia y éxitos obtenidos por esta corriente demuestran que la UE, condecorada el año pasado con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, está gangrenada por la creciente influencia nauseabunda y reaccionaria de dicha corriente. En esta Europa que ve a sus dirigentes enorgullecerse de su “modelo social”, la población, ha sido y es sometida a repetitivos planes de austeridad conduciéndola a una profunda regresión social.

Si es cierto que los prejuicios nacionalistas, xenófobos y racistas florecieron en el fértil suelo del paro, de la pobreza y de la miseria, también es cierto que los demagogos políticos de la extrema derecha se han beneficiado del descrédito de los partidos tradicionales de izquierda que han desfilado estos últimos años al mando de los diferentes gobiernos para imponernos, como los de la derecha, sus planes de austeridad.

Por ahora no podemos decir que Vox pueda, como el FN francés, aunar a los diferentes grupúsculos violentos de extrema derecha existentes, tampoco podemos decir que su influencia seguirá un camino similar al del FN, pero lo que sí ha conseguido, o si no la formación quizás el barullo que se montó a propósito de su mitin en Vistalegre, es obligar al PP y Ciudadanos a radicalizar aún más sus discursos extremaderechistas para no perder preponderancia en el espacio ocupado hasta ahora.

Si bien es Pablo Casado quien legitima a Vox cuando afirma congeniar con algunos dirigentes de este partido y que comparte con él muchas ideas, no cabe duda de que la ausencia de un partido que ofrezca serias, reales y exitosas perspectivas de cambio para el conjunto de las clases populares de nuestro país, contribuye también a legitimarlo de cara a una parte de la población, aunque esta sea, por ahora, minoritaria.

Me sorprende cuando leo algunos artículos en los que los autores abogan por una unión de la izquierda, ya no solo para poder gobernar y mejorar la suerte de los más desfavorecidos, pero también como respuesta para hacer frente a la influencia de la extrema derecha. No puede ser una perspectiva seria mientras los medios de producción sigan en manos de los poderosos.

Quizás Francia no sea España. No obstante, salvando las diferencias, ya sean éstas a favor o en contra de un país u otro, en el primero la unión de la izquierda ha sido una realidad victoriosa, incluso hasta ha habido gobiernos con ministros comunistas. ¿Ha impedido este hecho la progresión de la extrema derecha? En cuanto a los más desfavorecidos mejor callarse y no hablar de las trabajadoras y los trabajadores “privilegiados” qué incrementaron el ejército de los más desfavorecidos una vez terminadas las dos legislaturas de Mitterrand.

 

Mario Diego es socio de infoLibre

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