La portada de mañana
Ver
El PSOE se lanza a convencer a Sánchez para que continúe y prepara una gran movilización en Ferraz

Librepensadores

La crucifixión de una consejera

Pablo Alcázar

Rocío Ruiz, la nueva consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, debe de tener más datos que este humilde columnista para afirmar rotundamente, como hizo hace años en un artículo publicado en un periódico de Huelva, que la Semana Santa es sobre todo postureo. A mí la Semana Santa me molesta, sobre todo, como morfólogo y semiólogo (títulos que me ha costado tanto trabajo obtener como tesis y másteres a nuestros jóvenes políticos). Eso de que las cofradías hayan quitado el artículo y sincopado sus larguísimos nombres, dejándolos en Sangre, Azotes, Exaltación, Lágrimas, Cena o Resucitado, me parece una falta de respeto morfosintáctico y semántico grave.

Como paseante y observador de lo que pasa en la calle (a lo que Machado llamaba eventos en su Juan de Mairena), sí puedo traer aquí el caso de un costalero que recibió el apoyo de su novia cuando ensayaba los sincronizados movimiento de su paso de cara a la próxima procesión que, al menos en Andalucía, no tiene por qué celebrarse en Semana Santa, sino que te puede asaltar en cualquier esquina, cualquier día del año y a cualquier hora.

La chica –como si se tratara de la esposa del jornalero agrícola que ha de alargar a su hombre, que no puede volver a casa a comer, la cacerolilla con el puchero– llevó a su chico una hamburguesa y una cerveza. Extrañada por el repunte de piedad que estaba experimentando el muchacho, que no había pisado una iglesia desde su primera comunión, le preguntó que por qué dedicaba tanto tiempo y energías a los ensayos procesionales. “Saray”, le contestó él, “es que es mi hobby”. Solo con estas mimbres yo no puedo concluir, como hizo en su artículo la consejera, que las procesiones de Semana Santa sean “desfiles de vanidad y rancio populismo popular”.

Me parece que el asunto de la religiosidad popular precisa de un estudio antropológico y sociológico más exigente. El historiador judío Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, un auténtico bestseller, lo atribuiría también a la necesidad que tenemos los humanos de integrarnos y reunirnos con grupos de personas de aficiones y creencias parecidas. Pero sí quiero romper una lanza por esta mujer a la que la hemeroteca ha condenado. Como el rayo, el partido de los caballistas de los galgos cazadores ha pedido explicaciones por el artículo y ha exigido que se llame al orden a la consejera. Entiendo que el costalerismo patrio esté enfadado con ella, pero si tiramos de biblioteca neotestamentaria, mejor, en este caso, que de hemeroteca, ni el mismo Jesucristo pasaría el corte. Hoy, de aspirar a algún cargo, podría ser acusado de intrusismo profesional por panaderos, pescadores, surfistas, milagreros, bodegueros, redentores de magdalenas, seguidores del  Santo Manuel, homeópatas y gurús de las medicinas alternativas. Porque Jesús ya picoteó en todos esos oficios, practicando un intrusismo profesional poco ético, cuando multiplicó peces y panes, anduvo sobre las aguas, mejoró el vino de una boda, admitió cuidados de una hábil masajista, curó enfermos o resucitó muertos. ¡Con ese historial tan discutible, ni para alcalde pedáneo! _____________

Pablo Alcázar es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats