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Debatir es progresar

Javier Paniagua

Las interpretaciones históricas y sociológicas sobre acontecimientos recientes o del pasado están expuestas a nuevas consideraciones que se distancian de las que durante un tiempo han sido asumidas como verdaderas. La obra de Robert Harris, por ejemplo, narra en forma novelada (Múnich), la decisión del primer ministro inglés, Neville Chamberlain, de aceptar la firma de un tratado con Hitler, el 30 de septiembre de 1938, por la que la región de los Sudetes, tradicionalmente enclavada en Checoslovaquia, pasa a Alemania. Allí habitaban unos 3,5 millones de personas de origen alemán. Sostiene el autor que, en caso contrario, podría haberse adelantado la declaración de guerra de Gran Bretaña y Francia, poco preparadas para afrontar los costos de la misma en esa época. Chamberlain ha sido visto como un cobarde que practicó una política de apaciguamiento que todavía dio más fuerza a los nazis para emprender su expansionismo, aunque aquel año su entrevista con Hitler fue bien acogida por el pueblo británico. Sin embargo, su decisión retrasó un año el estallido de la II Guerra Mundial y posibilitó que Gran Bretaña estimulara sus fábricas de armas y aviones para poder organizar su Ejército y hacer frente a las embestidas alemanas de la primera época de la guerra. Tal circunstancia parece rehabilitar al premier que dimitió cuando Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania en septiembre de 1939.

Recientemente tres investigadores norteamericanos (John Sides, Michael Tesler y Lynn Vavreck), de distintas universidades de EEUU, han rebatido las tesis (ellos las llaman los cinco mitos) sobre el triunfo de Trump en 2016, que The Washington Post ha divulgado. No consideran que una de las causas sea la animadversión cada vez mayor contra las elites políticas de Washington que se extendió por los sectores sociales norteamericanos. Señalan que el porcentaje de agraviados con los políticos era parecido al de 2012 cuando ganó la reelección Obama. Afirman que no daba igual lo que dijera Trump, porque su imagen se deterioraba con las noticias publicadas sobre su pasado o sus discursos. Él mismo aseguraba que no importaba que disparara al azar en la Quinta Avenida de Nueva York pues sus apoyos permanecían fijos. Pero las encuestas sí reflejaban el deterioro de su imagen en muchas ciudades, sobre todo después del vídeo que emitieron los actores y directores de Hollywood, y de hecho Clinton le superó en votos populares.

Achacar a la mala estrategia de su equipo electoral no es razón suficiente para que esta perdiera en Estados clave que normalmente votaban demócrata porque, aunque se ha destacado que debió incidir con más presencia en Michigan, Ohio o Florida para movilizar a las bases demócratas y conseguir más votantes a su candidatura, sus efectos fueron residuales. Niegan la división ideológica del Partido Demócrata por la entrada en la campaña del “radical” Sanders. y que ello supusiera un elemento de ruptura de sus votantes, puesto que después de las primarias se unieron para apoyar a Clinton. La “ansiedad económica” tampoco fue un factor decisivo para el apoyo a Trump. No puede deducirse que fuera significativa la pérdida de empleos en sectores económicos en decadencia golpeados por la competencia de otros países, o la bajada de salarios en determinadas industrias. Para estos profesores lo determinante resultó ser el sentimiento de miedo creado por las políticas de incentivación a las minorías raciales y emigrantes frente a la población blanca tradicional. Se extendió la sensación de que los “auténticos americanos” acabarían siendo marginados por los emigrantes, principalmente sudamericanos, apoyados por los afroamericanos que habían conseguido con Obama un respaldo fundamental en la estructura social de los EEUU, y que, en ese sentido, Clinton seguiría con la misma política. No es casual que los medios hayan destacado el rechazo violento a gente que hablaba en público otro idioma, normalmente el español, diferente al inglés.

Lo importante en todo esto es el debate intelectual ante unos hechos y sus interpretaciones. Precisamente en las sociedades donde se discute y se dirimen teorías dispares es como se avanza en el conocimiento.

 

Javier Paniagua es socio de infoLibre

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