Librepensadores

Quiero ser de derechas

Santiago Rodríguez

Cuando era pequeño, a los niños siempre nos preguntaban qué queríamos ser de mayores.

Casi todos, niñas y niños, queríamos ser enfermeras, médicos, maestras, futbolistas, cantantes, incluso toreros. Si fuera capaz de echar el tiempo para atrás y me volvieran a preguntar, tendría clara mi respuesta: cuando sea mayor quiero ser de derechas.

Para ser de derechas no hace falta tener dotes para el deporte, los estudios, el trabajo constante, ni haber nacido con un don para la medicina o para el regate. A algunos ni siquiera les ha hecho falta demostrar algún mérito o tener capacidad, les ha bastado con tener sagacidad.

Además, todo el mundo puede ser de derechas. Ricos, pobres, clases medias, autónomos, empleados, funcionarios, obreros industriales, jornaleros, mendigos o parias de la tierra. Puedes vivir en un barrio rico, en un barrio acomodado o en un barrio degradado. En un chalet, en un piso o en una chabola. Da lo mismo. Es cierto que de derechas se nace, pero también te haces. O te hacen.

Que conste que no es por la tranquilidad de una vida sin sobresaltos, ni por tener un máster sin salir de tu barrio. Bueno, un poquito sí. Si porque no es por nada, pero uno ve a los partidos de derechas y siente una satisfacción, una tranquilidad, un sosiego y una alegría. Que da gusto.

Lo diré con palabras sencillas para que se me entienda. Los partidos de derechas son como los bomberos, entre ellos no se pisan la manguera. No se critican, no se atacan, no se insultan, no se hacen desplantes, ni acusaciones.

Otra ventaja es que las luchas internas no salen a la luz del día, ni se publican en la prensa, ni se debaten ante los medios. Vamos, que no se despellejan en público. Quizás alguna foto, algún mal gesto, algún pequeño desplante, pero no llega nunca la sangre al río. No tienen ni facciones, ni escisiones, ni tendencias, ni tonterías. Es más, en este país ahora hay tres partidos de derechas pero hasta hace dos días, como aquel que dice, han vivido en la misma sede social.

Ah, y otra cosa, tampoco convocan consultas internas para decidir dónde vive el líder,  si en Aravaca o en el barrio de Salamanca.

Y por supuesto, nada de programas complejos, debates, conferencias, elaboraciones teóricas, lectura de ensayos y tochos infumables, o tratados filosóficos, políticos, económicos o sociales. Que va. Tres consignas repetidas a todas horas, en todos los medios de difusión y comunicación. Unas dosis de demagogia, un poco o un mucho de desfachatez y punto.

Que tu afán intelectual te pide ir más allá para comprender algo de todo esto, pues nada, una buena dosis de debates televisivos o radiofónicos en los que intervienen lo más granado de los creadores de opinión de la derecha, para que aprendas el abecé de la ideología de derechas, entres en razón y cope tus deseos intelectuales. Si es que los tienes.

Pero hay más. Ser de derechas tiene muchas ventajas a título personal.

Una de ellas es no tener dudas. Da lo mismo al partido de derechas que votes. Todos van a hacer lo mismo: robar al pobre para dárselo al rico.

Por eso la gente de derechas no nos abstenemos. No como esos rojos, que van de proletarios y luego son un atajo de exquisitos. Pero claro, como están decepcionados por las permanentes acusaciones y descalificaciones entre los partidos de izquierdas. Como están hartos de tantas luchas intestinas. Como están enfadados por todo esto, además de por el clientelismo, la corrupción y por sentirse abandonados y traicionados por sus partidos, en medio de una dolorosa crisis económica, política y social, se quedan en casa. Y claro, luego pasa lo que pasa, que las elecciones en Andalucía las gana la derecha. Toma. Que no es que lo diga yo, es que al parecer, casi 700.000 votantes de izquierda se quedaron en casita y no fueron a votar a los partidos de izquierdas. Eso es exquisitez y lo demás chabacanería.

Claro, y ahora a llorar. Es probable que más de uno de estos votantes que se abstuvieron cuando vieran los resultados, con el ascenso de la extrema derecha y el giro a la derecha de Andalucía, se echarían las manos a la cabeza, pero es lo que tiene ser exquisito, que importa más la actitud delicada que las consecuencias de la excesiva delicadeza. No como los que somos de derechas. Que la cosa huele muy mal, por ejemplo la corrupción, pues votamos con una pinza en la nariz o votamos a otro partido de derechas. Pero nunca nos abstenemos.

Por eso, aunque nos llevan años diciendo que España es de centro-izquierda, únicamente la abstención de los votantes de izquierda ha permitido a la derecha ganar elecciones y gobernar.

Y es que es lo que tiene la cosa, que los de izquierdas serán moralmente superiores, pero los de derechas nunca fallamos. ______________

Santiago Rodríguez es socio de infoLibre

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