Librepensadores

M. Rajoy entre juicios y P. Casado

Domingo Sanz

El día 26 de julio de 2017, M. Rajoy declaró como testigo en un juicio en el que se dirimía sobre la corrupción en el PP. Al día siguiente, las portadas amigas proclamaron que el entonces presidente había estado convincente. A pesar del optimismo, su partido fue condenado, antes de que transcurriera un año él mismo tuvo que abandonar La Moncloa y hoy el PP tiene fugas por todas partes. Gürtel se sigue llamando el aquelarre.

El 27 de febrero de 2019, el mismo M. Rajoy declaró como testigo en un juicio contra unos políticos acusados de rebelión por organizar un referéndum prohibido que ponía en cuestión la unidad de España. Al día siguiente, las portadas amigas destacaron que el expresidente había defendido bien su actuación durante aquella crisis.

Dada la coincidencia de un mismo protagonista cumpliendo el mismo papel de testigo en dos escenarios tan parecidos como lo son un juicio y otro juicio, la duda que se cierne es el número de años que España tardará en encontrarse en una situación tan deplorable como la que el PP está viviendo.

Tras las respuestas de los acusados comenzó el desfile de testigos. Ya declararon Soraya SS, M. Rajoy, Montoro y Zoido. Inmediatamente, la reconversión en un juicio contra el autoritarismo se ha hecho dueña del ambiente. El desprecio hacia el Tribunal, manifestado con respuestas de político en rueda de prensa son puras expresiones de prepotencia.

– “¿Se reunió usted con el señor Urkullu para hablar de la crisis en Cataluña?

– “Yo me reuní con mucha gente”.

Esta fue la primera respuesta, y el interrogador tuvo que usar un sacacorchos de primera para sacar algo parecido a una afirmación.

El panorama era un M. Rajoy, sentado ante un tribunal, que nunca habría tenido que intervenir si él hubiera actuado como un político en una democracia que, además, sabía perfectamente que al día siguiente declararía, para decir la verdad, el mismo vasco al que estaban poniendo por testigo de sus actos. Pues, aún así, se resistió M. como gato panza arriba para no responder sí o no, la única respuesta que servía, y a pesar de que había sido advertido de las consecuencias de un testimonio falso.

En mi opinión, el abogado que preguntaba hizo mal en insistir. Creo que hubiera sido mejor dejar la respuesta en el punto en el que contenía más mentira que verdad. Entre otras cosas, porque todo el mundo sabe la verdad.

Las respuestas de Soraya y Zoido fueron de similar estilo y también vaporoso contenido, hasta el punto de que las redes sociales ya han dictado su veredicto, sentenciando que en ese juicio no se han descubierto aún pruebas de rebelión y sedición, pero sí de un Alzheimer galopante en políticos de relumbrón. Con el agravante, en ambos casos, de que en un juicio mundial contra el autoritarismo marca España, las respuestas de ambos exministros han servido para transferir a sus subordinados todo el peso del desprestigio ocasionado por los excesos de las fuerzas armadas contra una población rebautizada como “murallas humanas”, lo que nos autoriza a presagiar que, siendo un apelativo inventado por la derecha española, dentro de cien años seguirá triunfando como un gran valor de la izquierda mundial, marca Cataluña.

La relevancia de las pseudo declaraciones de estos testigos es de primera categoría. De hecho, el propio Marchena le ha visto las orejas al lobo hispano y cercano, pues el de Estrasburgo quién sabe cuándo amenazará, y ha tomado la discutible decisión de no autorizar más imágenes de violencia policial como las que ya se han mostrado a los acusados y testigos anteriores. Son las mismas que han condenado a España en todo el mundo, pero que ministros como Zoido y Borrell han intentado desacreditar con acusaciones de estar manipuladas, o incluso ser falsas, provocando el escándalo de los mismos periodistas que las filmaron. Los gobiernos de España solo vacilan entre autoritarismos de disfraces cambiantes, ahora que estamos en las fechas de esos bailes.

Uno de los detalles que centró, y seguirá centrando, el interés de las defensas por unos testigos a quienes antes de declarar se les coloca un medidor de renuencias, fue el innegable repliegue de las fuerzas represivas y el cese de los apaleamientos a votantes desde primera hora de la tarde.

Se ha preguntado por ello a los tres ex antes citados y cero patatero por respuestas. La única que se ha implicado ante ese mismo Tribunal ha sido la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que ha confirmado su llamada al delegado del Gobierno, Enric Milló, requiriéndole para que detuviera el desvarío policial. Pero se hundirían los pilares del autoritarismo español si Milló confesara que fue esa llamada la que cambió el curso de la historia y evitó lo que se podría haber traducido en muertos de seguir con la locura.

Por tanto, también se quedó en el aire lo que pueda haber de verdad en la posible llamada de Merkel a Rajoy durante esa jornada. Ya se puede usted imaginar que esta noticia, no desmentida por quien no mentirá cuando lo cuente, no fue para reclamar al español una mano más dura todavía contra una población “armada” de papeles.

Habrá que esperar a que la germana escriba sus memorias, pues nuestros mandatarios o además de no escribirlas destruyen todos los testimonios posibles tal como hicieron Franco y muchos de los suyos, o ni siquiera se lo plantean como obligado acto de servicio a esta patria que tanto dicen amar, o cuentan montañas de mentiras y omiten cordilleras de verdades. Tanto la dictadura criminal como su hermano blando, el autoritarismo, necesitan para “triunfar” la ocultación de lo que está pasando en cada momento.

Por eso mismo, únicamente los medios públicos de Cataluña están retransmitiendo en directo el programa más adictivo de la historia, un juicio que les concierne. Tanto como al resto de españoles, que se lo están perdiendo, aunque las mismas emisoras que lo niegan hoy han estado respirando cada día contra el independentismo catalán desde aquel referéndum que “nunca se celebró”, según tan avispados testigos, porque la Junta Electoral Central no lo ha reconocido. ¿Alguien le daba la menor importancia a la JEC en esa fiesta?

Quizás Antena 3, Telecinco y otros sospechaban que este juicio se convertiría en el único espejo que devolvería a sus espectadores una versión de España, la real, que rompería tanta falacia.

Mientras tanto, TV3 ha batido de nuevo los récords de audiencia en el mes de febrero, el primero del juicio. Incluso ha mejorado la audiencia en Cataluña del canal “24 horas” de TVE, siempre minoritario, el único que transmite el juicio, aunque a pedazos.

Ocultación del presente y deformación del pasado, cuando no olvido absoluto, es lo que necesita el autoritarismo. Por eso los investigadores españoles tienen que gastar tiempo y dinero para descubrir España en los archivos extranjeros.

También han interesado en el juicio dos de las muchas versiones del autoritarismo español.

Durante la mayoría absoluta de M. Rajoy se consintió sin problemas para la misma población catalana la gran movilización social que también supuso la consulta del 9 de noviembre y, por cierto, no por ello se dejó de canalizar hacia la vía judicial, que es equivalente a la de la amenaza militar en tiempos de paz.

Como aquella movida no sirvió para que M. se sentara a negociar, la reacción de su Gobierno, pero esta vez minoritario, ante otra movilización cuya eficacia legal iba a ser tan nula como la anterior, ha sido muy distinta, provocando una situación “indeseable”, si es que esta vez M. Rajoy dijo en la Sala la verdad de lo que sentía, aunque nunca se sabrá “por qué” le pareció indeseable. Autoritarismo débil equivale a más peligroso. Cuánto recuerda a los últimos coletazos del franquismo.

Y buscando autoritarismos hermanos, cómo no detenernos allende los mares. Con mucho menos que lo que han movilizado durante años unos catalanes que siempre han ido de frente, un Guaidó organizador de un plan oculto y confabulado con países extranjeros, ha conseguido mucho más reconocimiento internacional que Puigdemont: entre cero y cien, cero Cataluña por setenta Venezuela, podríamos especular.

En cambio, nadie puede hoy garantizar que la "no política", es decir, la Justicia europea e independiente, se convierta en un eslabón necesario para que, dentro de unos años, España sea distinta y más pequeña, mientras los trapicheos de la diplomacia mundial le seguirán garantizando largos años al chavismo.autoritario en Venezuela. Solo hace falta recordar quiénes mantuvieron en el poder de España al mayor asesino de su historia tras la derrota de sus aliados, los nazis y fascistas en la Segunda Guerra Mundial.

Exacto, la respuesta es la que está usted pensando. De hecho, Venezuela no sufrió una guerra civil de tres años ganada por aquellos golpistas criminales, ni una dictadura de cuarenta con los mismos, ni una monarquía heredera cuarenta más, blindada con la mentira y la desmemoria.

Todos los gobiernos tienden al autoritarismo por muy decentes que sean. Los de los independentistas catalanes, cuando lo consigan, también. Elaborar mecanismos que lo dificulten es el sueño de muchas imaginaciones, casi todas fracasadas. Mientras tanto, como no nos queda otra que elegir entre los autoritarios del mundo real, cualquier demócrata debería apostar siempre por el pequeño frente al grande, por el débil frente al fuerte y por el de la resistencia pacífica frente al que, armado hasta los dientes, es capaz de utilizar la violencia.

¿Y por qué se extraña Pablo Casado de que el gobierno en funciones de Sánchez apruebe decretos? ¿Nadie le ha dicho al mayor crispante del reino, y evidente autoritario, que nada se parece más a una monarquía española que una “república bananera”? _____________

Domingo Sanz es socio de infoLibre

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