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Librepensadores

Periplo electoral

Ximo Estal Lizondo

El día 5 de marzo y tras la publicación en el BOE de la disolución de las Cortes y con ello la convocatoria de elecciones generales el 28 de abril se inició en España una primavera electoral que comenzará con las elecciones al Congreso y al Senado y continuará el 26 de mayo, con las elecciones europeas, autonómicas y municipales.

Estamos llamados a votar dos días para elegir a nuestros y nuestras representantes desde el ámbito local al europeo, pasando por lo autonómico y lo nacional. Todo un reto y una responsabilidad, que está vez debe ser mucho más importante y racional, pues no podemos tomarlo como un “introducir” un voto y nada más. Tiene que ser un voto cargado de racionalidad y sensatez, pues de nuestro voto va a depender que mejore nuestra convivencia, que el diálogo prime sobre la crispación, sobre la confrontación, sobre el odio y la división.

Nuestro voto debe servir para que aumente el bienestar social y desaparezcan, por fin, los desahucios y el empleo precario, casi esclavista. Que sirvan nuestros votos, y con ello nuestras voces, para que se mejoren los servicios públicos, la educación y la sanidad. Y, porque no, que nuestros votos incidan en la justicia para que no dependa de determinados intereses políticos y que se aplique a todos por igual.

Que nuestros votos —y repito, con ello nuestras voces— sirvan para acabar con la desigualdad social y económica que nos embarga y que se hace cada vez más grande. Y, sobretodo, nuestros votos, es decir, nuestras voces, deben servir para que nuestros y nuestras representantes que sean elegidos y elegidas sean valientes para redactar y ejecutar leyes que se cumplan: como la Ley de Memoria Histórica; que den dignidad a los que murieron por defender la libertad. Valientes para realizar y ejecutar una reforma laboral que acabe o disminuya la lacra del paro y de la pobreza y, con ello, la desigualdad. Que redacten leyes y las ejecuten para luchar contra los abusos energéticos y las desigualdades económicas y sociales y los abusos de la banca y, cómo no, también los abusos de los impuestos y luchar contra la impunidad y paraísos fiscales que utilizan determinadas élites económicas que no favorecen en nada la igualdad y que defraudan al resto del ciudadano. Que sean valientes e imputen y metan en la cárcel a aquellos que defraudan, que se envuelven en nacionalismos ultraconservadores para atacar y recortar derechos. Que hagan y ejecuten leyes que defiendan lo público, la laicidad del Estado y, sobretodo, el derecho a decidir y a la libertad de expresión.

En resumen, el 28 de abril y el 26 de mayo nos jugamos algo más que el introducir una papeleta y por consiguiente el voto a un partido determinado. Nos jugamos el tener libertad, el poder mejorar, el que nuestras voces se escuchen de verdad y no queden en papel mojado y que se nos trate como seres humanos y no como marionetas a las que se les puede manejar o hipnotizar con palabras bonitas y argumentos llenos de falacias e irracionalidades e incluso con cierta hipocresía.

Nosotros tenemos el poder, con nuestros votos, de decidir lo que queremos. Y debemos decidir si queremos que nuestro voto vaya a partidos que han prevaricado, rescatado bancos con nuestros sacrificios, a partidos que nos han manipulado o quieren volver a siglos pasados y que por tanto nos gobiernen y vuelvan una vez conseguido el voto a utilizarnos para engrandecer sus intereses. O queremos que vayan a partidos que nos permitan que seamos hombres y mujeres del siglo XXI y donde nos traten como seres humanos que somos, independientemente del origen de donde procedamos y de nuestro género.

Los partidos políticos ya han empezado su campaña y ya están lanzando sus propuestas de una manera absurda, por el tono y la provocación. Y lo peor es que las sustentan con argumentos falaces e irracionales que provocan odio y división. El pueblo, es decir, nosotros y nosotras, podemos demostrar que nuestra racionalidad y sensatez está harta de mentiras. Por ello hay que introducir en las urnas esta racionalidad y sensatez , votando a aquellos partidos que de verdad nos van a defender y darnos libertad y tratarnos como seres humanos. Si no lo hacemos , la democracia peligra y los partidos que se sirven de ella para enriquecer a los de siempre ganarán. Y lo peor es que no podremos protestar. Por ello demostremos nuestra sensatez y racionalidad con nuestros votos. Somos y debemos ser seres humanos del siglo XXI y no dejar que los derechos que hemos adquirido nos los arrebaten por no ir a votar o por votar a aquellos que, con sus falacias, intentan engañarnos para convertirnos en seres humanos del siglo pasado.

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Ximo Estal Lizondo es socio de infoLibre

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