He esperado a que pasara el 1 de abril, día nombrado por toda la prensa en general como el día de la paz. Pocos periodistas se han planteado la realidad, salvo aquellos que están al servicio de los sentimientos triunfales del fascismo, esos que siguen haciendo valer el refranero español sin olvidar que
“mientras vive el vencido, venciendo está el vencedor”.
Utilizan este día como un eufemismo, cuando en realidad es día de celebración del fascismo español, porque
el franquismo nunca llevó a cabo el intento de reconciliación con los vencidos durante los casi 40 años de dictadura.
Tampoco fue materializada durante 41 años de supuesta democracia la verdadera reconciliación, poniendo trabas a la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura. La llamada Memoria Histórica no ha sido desarrollada durante los últimos 12 años. Además, algunos partidos partidos la desean reformar (derogar), como indican en su programa ideológico.
Para ellos es
el día de la paz franquista. Solo hay que recordar el discurso del mayor genocida español, escrito y divulgado aquel triste 1 de abril de 1939. Sus palabras fueron: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.
Nunca hubo paz, se perpetró la mayor venganza de estos asesinos en prisioneros, mujeres, niños y ancianos, desde su inicio el 18 de julio de 1936 hasta el 27 de septiembre de 1975, 23 días antes de su fallecimiento.
Pero los hijos, nietos y adeptos, incluyendo a la
desmemoriada prensa actual, celebran el 1 de abril, triste para los españoles que en 1931 lograron por las urnas una forma de Estado más justa, siendo truncado su desarrollo definitivo desde el día siguiente y materializado por el levantamiento militar, eclesial, terratenientes y la casposa burguesía caciquil.
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José Enrique Centén Martín es socio de infoLibre
Aprecio mucho el impulso de la mayoría de los ciudadanos que desembocaba en la Segunda República.
Pero para la izquierda revolucionaria esta Segunda República les parecía demasiado burguesa y ambicionaban una Tercera República o República Popular. Su clase política no sabía proteger la segunda república, total que los 70% de los ciudadanos que eran demócratas moderados resultaron rehenes de los 30% de revolucionarios, 10% de extrema derecha y 20 % de extrema izquierda. El PCE embrionario en 31 era muy responsable en 36: ante todo querîa ganar la guerra y no hacer una Revolución. Mâs o menos en plan telegráfico lo veo asî. Lo siento, no me gusta que se me de la vara con la Segunda República. Viva la transición y viva Santiago Carrillo!
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Viva la Transición y viva Santiago Carrillo!
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