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¿A qué partido puede uno votar el 28 de abril?

Juan José Torres Núñez

Bajaba por el camino y me dirigía al mar cuando me encontré a un amigo de la infancia que hacía mucho tiempo que no veía y con el que en la escuela hablaba mucho sobre la España franquista. Después de las preguntas que se suelen hacer en estos casos, yo entré de lleno en lo que más me interesaba: saber si habían cambiado sus ideas políticas. ¿A qué partido puede uno votar el 28 de abril?, le pregunté.

– Tu pregunta me entristece, me contestó. ¿Has olvidado todo lo que hablamos en la escuela sobre la España franquista? Para contestarte tenemos que empezar ineludiblemente por el pasado, que no podemos olvidar. ¿Te acuerdas del día que subimos a lo alto de la tapia del cementerio a ver a Crisanto hacer el hoyo para enterrar al tío Rogelio? ¿Te acuerdas cuando sacó una calavera? Los dos la contemplamos y tú me dijiste que tu padre te había contado que en la Guerra Civil habían matado a mucha gente inocente y que algún día las calaveras saldrían de las entrañas de la tierra de España para pedir justicia. Y yo te pregunté para qué sirvió la Guerra Civil española. En la escuela no nos enseñaron nada. Y lo peor fue que lo que nos contaron era mentira. La mente nos la llenaron de basura. Hoy sabemos que España está llena de escombros ensangrentados con los huesos de las miles de personas que todavía siguen enterradas en las cunetas y en las tapias de los cementerios. Nos enseñaron la gran mentira sobre la guerra, obligándonos a aprender de memoria que el glorioso alzamiento nacional lo inició Franco. No nos contaron la verdad. Franco fue uno de los criminales más grandes del siglo XX, que se alzó contra un gobierno legítimo. Él y los criminales que participaron en el golpe de Estado, organizado y dirigido por el general Mola desde Pamplona –y que contaron con la ayuda de Hitler y Mussolini–, arruinaron a España durante cuarenta años. ¿Te acuerdas del día que el obispo vino al pueblo a cazar con el gobernador y los terratenientes y dijo la misa?

– Sí, sí que me acuerdo.

– Nunca me olvidaré de la maestra cuando, en la ofrenda del pan, se levantó y subió a la parte alta del altar y leyó aquellas palabras que quedaron grabadas en mi mente: “Al ofrecerte, unidos amorosamente al corazón de nuestro señor Jesucristo, este sacrificio de su cuerpo y su sangre, pedimos, oh Dios, que defiendas, unifiques y bendigas a nuestra madre la santa Iglesia Católica; que derrames tus favores sobre tu siervo el papa Pablo VI; que recuerdes a nuestro caudillo Francisco Franco, con esta católica tierra de España”. Como ves, nuestra madre la santa Iglesia Católica siempre estuvo con Franco, que después de la guerra no perdonó porque no tenía ninguna piedad. Siguió matando y la Iglesia lo sabía. Él creía que tenía la ayuda inestimable de Dios. El papa Pío XII le envió un telegrama, expresando que levantaba su corazón al señor y agradecía sinceramente con el generalísimo la deseada victoria de la católica España. Franco se sentía muy contento de su heroica cruzada, en la que había luchado y seguía luchando para acabar con los enemigos de España.

Hoy, el generalísimo sigue sepultado en el Valle de los Caídos junto a los que él mató porque quisieron defender a España del fascismo. Si esos inocentes lo supieran, sus brazos saldrían de la tierra como fusiles y lo acribillarían a balazos. Y la Iglesia, que ha inmatriculado con el privilegio franquista que tenía todo lo que ha podido en España, sigue agazapada sin pagar ningunos impuestos, mientras miles de personas son desahuciadas porque no pueden pagar su alquiler. Si recuerdas todo lo que te estoy contando ya debes tener una idea clara a la hora de votar.

Perdona que no te deje hablar, pero es que en estos días azules del mes de abril y este sol de la infancia me viene a la mente la Segunda República con todos los problemas que tenía, pero era una democracia –aunque no fuera perfecta– y mucha gente quería trabajar por un mundo mejor, con ilusión en un gobierno legítimo. Con el golpe de Estado se truncaron todas las ilusiones y España se llenó de calaveras. Y más de cien mil aún siguen enterradas. En aquel día que estábamos sentados en lo alto del muro del cementerio, no sabíamos nada de la Constitución de la Segunda República. Hoy sí la podemos leer y ver que no era tampoco perfecta, pero sí muy superior a la que tenemos actualmente en algunos aspectos porque necesita una reforma. Yo me la sé de memoria la Constitución de la República. Fíjate lo que ya decía en 1931:

– Título Preliminar. Art. 1º. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia. Art. 3º. El Estado español no tiene religión oficial.

– Título III. Art. 26. El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente, a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas. Art. 48. La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana. Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a la inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.

– Título V. Art. 67. El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación. Art. 69. Sólo serán elegibles para la Presidencia de la República los ciudadanos españoles mayores de cuarenta años que se hallen en el pleno goce de sus derechos civiles y políticos”.

Ahora puedo contestar a tu pregunta. En las elecciones del día 28  de abril hay una derecha representada por tres partidos: el Popular, Ciudadanos y Vox, es decir, la derecha y la extrema derecha. Los tres son nostálgicos del franquismo. No quieren saber nada de la memoria histórica, incluso la extrema derecha ha manifestado en público que no podemos dedicarnos a “buscar huesos”. Estas palabras representan un insulto contra toda España, especialmente contra las víctimas que aún siguen enterradas. Votar a estos partidos significaría olvidar los asesinatos, las cárceles, la represión, el hambre y las torturas del régimen franquista.

El 28 de abril, sin armas, sin violencia, sin Hitler, sin Mussolini y con solo la fuerza de los votos, podemos vencer a la derecha votando a los partidos de izquierda, aunque sabemos que con sus torpezas y la falta de clarificación de las posturas de algunos, se presentan a estas elecciones desunidos, precisamente cuando más unidos deberían estar. Por tanto, su voto no será gratis. Tienen que decirle al pueblo claramente lo que defienden. Entonces, salgamos todos a votar para celebrar el 28 de abril la fiesta de la democracia y de la libertad. Votemos para crear un país nuevo que sea capaz de hacernos olvidar la vergüenza nacional de aquel maldito 18 de julio de 1936.

– De acuerdo, amigo. _____________________

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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