Librepensadores

España, ¡Delenda est!

Vicente Montejano Conejero

Yo ya desde niño me fui informando de que esa España de la unidad del destino en lo universal era un territorio secularmente machacado por la impericia de gobernantes, nobleza e Iglesia. Un país reconquistado palmo a palmo sin que en ninguna de las contiendas se hubiese hallado solución alguna por la que se estaba derramando tanta sangre e impune gesta, manu militari.

Pelayo, Cid Campeador y una irrepetible mansalva de pavorosos y mayestáticos personajes, despiadadas y sanguinarias dinastías plenas de señores aristócratas con linajes de alcurnia y predios blasonados, eminencias eclesiásticas, extorsionadores y verdugos pertenecientes a la diabólica, cruel y oscura santa Inquisición, figurines sagaces de caraba y de alcoba, nigromantes, azotacalles, zaparrastrosos, menesterosos, aventureros, arlequines, bufones, indolentes mayorales, filibusteros y pechelingues costeros de tres cuartas.

Ante tantos mentecatos y periplos opacos de nuestra historia, lo que nos llega hoy es una evaluación suspensa por no haber sabido hacernos, ni antes ni ahora, una autocrítica de país insumiso y endogámico como para resolver y dejar atrás tantas zozobras, debacles y tragedias. Repito, aún no asumidas para poner fin a toda esa larga época en la que proseguimos enganchados o atados sin saber salir de tal embudo estúpido.

La triste realidad es que hoy por hoy la superficie se impone al fondo de las cuestiones, sigue sin importar en absoluto el contenido de cada asunto importante que surge en el día (empleo, sanidad, educación, medio ambiente, pensiones, infraestructuras, plan nacional de investigación y desarrollo…), sino el que desde hace tiempo no se supo resolver por ese imperativo de la necedad o de la desidia. Citemos por ejemplo si el territorio español debe limitarse a unidades políticas de ámbito geográfico (municipios, provincias, cantones, regiones, autonomías, nacionalidades) o bien por medio de la creación de organismos políticos más amplios, de carácter supraestatal.

Sigue brillando, por tanto, el desinterés. La fijación o el caso mínimo que se pone en el oído, que oye pero no escucha, en lo que muchos políticos expresan o sacan oportunamente de los cajones. Y el escaso interés que suscitan es al sobreponerse el feelling que cada cual sienta por quienes proclaman una u otra cosa, por muy contradictorias que sean, sabiendo ya de antemano que lo que oyen es como una mera tapa de marisco reseco para comer rápido y echarse la siesta. 

También hay que subrayar la función subliminal de los medios de comunicación al quedar sesgada la verdad de lo que pasa, con el fin de no dañar a su preferencia política o molestar innecesariamente a los que les aporta peculio interesante para subsistir. Todo un pastiche para continuar y digerir con esa trágala de Spain is different.

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Vicente Montejano Conejero es socio de infoLibre

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