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Las falacias de los pactos y de la Iglesia en la política española

Ximo Estal Lizondo

La verdad es que cuando uno analiza profundamente la actividad política en España, se observa cómo las falacias están en el argumentario de muchos de los partidos de nuestra escena política, sobre todo en los partidos conservadores y también en algunas instituciones que no tienen mucho que ver con la política pero que piensan y actúan como si pudieran utilizar sus medios institucionales para hacer política o condicionarla e, incluso, favorecer a determinados partidos o ideologías. La falacia, es decir, la mentira, como norma política. Triste, pero bajo mi humilde opinión cierto. 

Es triste ver cómo la Iglesia católica en España, la cual debería ser garante de la libertad, de respeto y de convivencia, se empeña una vez y otra en entrometerse en la política para llevar a sus seguidores a unos postulados que no van ni con el siglo donde nos encontramos, ni mucho menos con lo que se entiende que deberían pregonar en sus púlpitos y en sus mensajes.

Se empeñan una vez y otra en abrir y generar en sus seguidores el odio y la crispación. El usar la falacia como argumento de fidelidad a los postulados católicos. Lo cual está, o ha estado siempre, muy alejado de lo que en realidad pregonan.

La Iglesia católica en España siempre ha estado con el poderoso y, por desgracia, muy alejada de la realidad de lo que necesita el pueblo e incluso sus propios feligreses. Ya desde la Edad Media tenían cuotas de poder alejadas de lo que el pueblo necesitaba. Posteriormente, en las siguientes etapas de la historia vemos cómo la Iglesia se alejaba cada vez más. Y en el siglo XX, durante el golpe de Estado y la posterior represión de los vencedores, tiene un papel más de represión, e incluso inquisidor, que de unir y perdonar. Y para postre, ya en el siglo XXI se permiten dar cursos de reeducación a condiciones que la Iglesia considera enfermedades. Todo ello sin reconocer ni pedir perdón por los cientos de personas que han sido humilladas, e incluso han sufrido maltrato infantil por algunos de sus sacerdotes con el permiso por ocultación de los obispos correspondientes.

Total, falacia tras falacia. Y más cuando predican caridad e incluso ponen carteles de dar limosa o recoger dinero para los parados o gente necesitada y, junto a este cartel, ponen una cantidad que después no declaran para ver sus tesoros y su riqueza. Basta ya de falacias, basta ya de que la Iglesia intente condicionar la política. La Iglesia tiene un papel y puede tener una opinión, como todos los ciudadanos y ciudadanas, pero no tienen el poder absoluto de la verdad, y más cuando basan sus discursos en la falacia y la continua mentira.

Y por si fuera poco lo anterior, después de lo que algunos medios informativos denominaron segunda vuelta electoral llegó el momento no sólo de las reflexiones —igual que las del 28 de abril, donde nadie perdió—, sino también de los pactos electorales que determinarían los distintos gobiernos locales, autonómicos y, cómo no, también condicionarían el gran pacto para determinar el Gobierno de la nación.

Por desgracia, en su momento ya vimos cómo esos pactos electorales, en vez de ir cargados de racionalidad y sensatez, se volvían a llenar de falacias con el fin de justificar lo injustificable y de dar como buenos pactos antinaturales cargados de crispación y odio no sólo hacia las personas, sino también a lo que representan.

Pactos electorales que emplean la falacia de la victoria que no han logrado para justificar la deriva ultraderechista y de recorte de libertades. Pactos falaces que demuestran que el decir que se volvía al centro sólo era una estrategia falaz para conseguir un voto para volver al extremismo y al recorte de derechos. Pactos falaces en lo que lo único que interesa es el poder por el poder, sin tener en cuenta quién realmente ha ganado. Pactos falaces que nos volverán al siglo XX y no seguir en el siglo XXI. Y sobre todo, pactos falaces donde la ultraderecha quiere marcar la línea política y donde a Ciudadanos no le importa los medios, sólo el fin de poder unirse y pactar.

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Del PP lo tenía claro, con su falaz vuelta al centro. ¿Pero los votantes de Ciudadanos lo aceptarán? Además, ¿no es falaz que el PP pretenda gobernar en lugares donde no sólo han perdido, sino que han sacado resultados menores que otras elecciones y pretenden pactar con Vox?

Lo dicho, la falacia, la mentira quiere ser protagonista, en la Iglesia católica, en los pactos electorales de este mandato. Mal ejemplo para la democracia. Claro que esto, para algunos partidos, y sobretodo para la Iglesia, el hecho de emplear la falacia postelectoral y la mentira en la justificación de pactos electorales y políticas religiosas insensatas e irracionales, posiblemente les dará el poder, lo que en realidad querían para seguir haciendo políticas conservadoras que aumenten la división y la falta de convivencia. ____________________

Ximo Estal Lizondo es socio de infoLibre

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