La portada de mañana
Ver
El Gobierno sacará adelante el plan de reparación para víctimas de abusos con o sin la Iglesia

Librepensadores

Al final el 10N será inevitable

Rafael Sánchez Sánchez

El pasado 11 de julio, Pablo Iglesias, en una entrevista en Antena3, se mostraba convencido de que en septiembre habrá Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos. Debía tener muy claro en ese momento que Pedro Sánchez no conseguiría la investidura en la votación del 25 de julio. Pocos días antes del debate de investidura, Iglesias daba un paso a un lado y renunciaba a entrar en el Gobierno para facilitar la negociación, ya que Pedro Sánchez consideraba que la presencia de Iglesias en el hipotético Gobierno de coalición era el principal escollo para llegar a un acuerdo. Iglesias, según algunos analistas, realizaba una jugada maestra con esta decisión porque su objetivo era situar a la portavoz de la formación en el Congreso, Irene Montero, en una Vicepresidencia del futuro Gobierno. De esta forma, Pablo Iglesias podría ser un “vicepresidente en la sombra”. Pero el fracaso en las negociaciones sobre el Gobierno de coalición se ha debido finalmente a que las exigencias de ministerios y competencias concretas eran inviables para el PSOE, si se quería formar un Gobierno estable y cohesionado. En palabras de Pedro Sánchez, aceptar las exigencias de Unidas Podemos habría supuesto tener dos gobiernos sentados en la mesa del Consejo de Ministros. Sánchez no consiguió finalmente la investidura tras fracasar una negociación llevada al límite, que en los últimos momentos tuvo como escenario la propia tribuna del Congreso de los Diputados. Se sucedieron en esa fase final encendidas intervenciones de Iglesias, Sánchez y la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra. Esta última aclaró al líder morado que las competencias en “políticas activas de empleo” que solicitaba estaban transferidas a las comunidades autónomas. Incluso ironizó diciendo: “Quiere usted conducir un coche sin saber siquiera dónde está el volante”.

En los últimos días, en el seno de Unidas Podemos han surgido voces, Alberto Garzón y el sector de los Anticapitalistas, entre otros, que piden a Pablo Iglesias que negocie un acuerdo programático con el PSOE y que apoye la investidura de Pedro Sánchez sin entrar en el Gobierno. Pero el carismático dirigente de Podemos, que está viviendo horas bajas, no da su brazo a torcer porque, como ya adelantó en las citadas declaraciones del 11 de julio, está convencido de que Pedro Sánchez cederá en septiembre para evitar la repetición de las elecciones. Sin embargo, hay motivos para pensar que esto no será así, y que si finalmente no hay más remedio los españoles serán llamados de nuevo a las urnas el próximo 10 de noviembre.

Pero veamos, en cualquier caso, las posibles salidas a la situación de bloqueo que, una vez más, vive España. Pedro Sánchez intentó de forma reiterada en el debate de investidura que PP y Ciudadanos se abstuvieran para facilitar la formación del Gobierno. El líder socialista sabía de sobra que predicaba en el desierto, pero este intento de persuadir a los dos partidos de la derecha —con el argumento de que así no dependería del apoyo de los partidos independentistas catalanes— forma parte, sin duda, de una estrategia de Sánchez de cara a las posibles elecciones del 10N. En esta senda estuvo también su propio discurso de investidura, en el que apenas habló de Cataluña e ignoró, casi hasta el último momento, a Unidas Podemos.

Pero hechas estas apreciaciones sobre el debate de investidura, la realidad es que Sánchez, a fecha de hoy, no cuenta con la abstención del PP y Ciudadanos, a pesar de las presiones que está recibiendo la formación naranja desde sectores empresariales, e incluso desde el influyente rotativo británico Financial Times, ni tampoco con el apoyo de Unidas Podemos mediante un acuerdo programático. Si Pablo Iglesias aceptara esta salida, que le reclaman en su propio partido, podría evitar el desastre que se le avecina si se repiten las elecciones. Debe tenerse en cuenta que, además de la crisis de liderazgo que atraviesa y la influencia electoral que, sin duda, tendrá haber fracasado en su empeño de entrar en el Gobierno, puede aparecer también en escena Íñigo Errejón. Pero la contumacia y prepotencia del líder de la formación morada parece no tener límites y sus últimos ataques a Pedro Sánchez no auguran precisamente un final feliz. Iglesias ha aprovechado su programa televisivo Fort Apache para arremeter contra el líder socialista con sorprendentes afirmaciones: “Pedro Sánchez ha demostrado que no tiene un proyecto para el país por haber pedido la abstención del PP y Ciudadanos”. El líder de Podemos llega a decir que Sánchez le ha negado competencias en trabajo porque no está dispuesto a subir los salarios ni a garantizar las pensiones. Resulta sorprendente que Pablo Iglesias haga estas afirmaciones después de haber alcanzado con Pedro Sánchez numerosos acuerdos en políticas sociales durante los casi doce meses de Gobierno del PSOE desde la moción de censura. Resulta evidente que el objetivo de Iglesias es alejar a Sánchez del espacio de la izquierda política que le gustaría monopolizar y liderar.

Por otra parte, si nos asomamos a los últimos movimientos de los dos partidos de la derecha vemos que Pablo Casado ha renovado su Ejecutiva formando lo que algunos medios denominan “una guardia pretoriana”. Al mismo tiempo, ha renovado también a sus portavoces parlamentarios en el Congreso y en el Senado. En Ciudadanos, Albert Rivera ha remodelado también su Ejecutiva para resolver la crisis abierta tras los últimas fugas de dirigentes que no comparten la deriva derechista que está tomando el partido. Así pues, ambos partidos tienen ya preparada y engrasada su “maquinaria” para afrontar unas nuevas elecciones.

Por tanto, a estas alturas las cosas son muy claras, Pablo Iglesias ha impedido por segunda vez —ya lo hizo en 2016— que se forme un Gobierno de progreso presidido por Pedro Sánchez. La última encuesta del CIS, y muy probablemente las que vean la luz en los próximos días, auguran que la investidura que no logró Pedro Sánchez en el Congreso el pasado 25 de julio, la puede conseguir el 10 de noviembre en las urnas en una cita electoral que al final, lamentablemente, será inevitable.

  ____________________

Rafael Sánchez Sánchez, socio de infoLibre y autor del libro El mitin en España. De la plaza de toros a la señal institucional

Más sobre este tema
stats