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Felipe Domingo Casas

Información es poder. Para ello hay que estar a la última. Cuando escribo estas líneas, lo último son las declaraciones de José Luis Ábalos a El País antes de irse de vacaciones, después de las penúltimas de Carmen Calvo, que son los dos lugartenientes de Pedro Sánchez para mantener la lucha ideológica y política y latente el debate en el punto que quiere el Gobierno y el PSOE para la investidura de un presidente del Gobierno y la formación de un Ejecutivo.

Con esa confusión tan felipista —despreciando los pocos años de vida de Podemos, nacido de su “agitación en la calle”— a que nos quieren acostumbrar, convirtiendo constantemente la política en maquiavélica por los intereses en juego que en ella se ventilan y que tanto afectan a nuestras vidas, mezcla (tomo de El País la síntesis ) la autocrítica a los errores pasados con el futuro que atisba. El Gobierno de coalición “es una vía ensayada y fracasada”, por lo que defiende, sin descartar nada, un programa pactado con Podemos. “Nuestra propuesta de momento”, ya que considera que “el dilema entre coalición o elecciones es casi un chantaje” para advertir que “estas situaciones suelen resolverse en el último minuto”.

Conviene fijarse en el adverbio de cantidad “casi”, en la locución adverbial “de momento” y en la expresión comercial y deportiva “último minuto”.

Avanzado agosto, lo que ha hecho Ábalos con sus declaraciones es un entrenamiento más intensivo en formato periodístico, sin poder observar sus gestos y silencios, preparando la competición que se avecina. Los entrenamientos pueden hacerse por uno mismo si tienes una pared, un frontón, una canasta o una portería, pero para competir en buena lid has de hacerlo con otro u otros. La competición se acerca y atisbo que el Gobierno quiere volver.

  Este amor apasionadoanda todo alborotadopor volver.Voy camino a la locura,y aunque todo me tortura,sé querer.

Como Pedro Sánchez y algunos miembros de su Gobierno no han conseguido el respaldo suficiente para que haya un gobierno en solitario como fue el nacido de la moción de censura, que la suerte y su estrategia no les pueden sonreír ad infinitum y perciben que van camino de la locura, quieren volver, volver, volver a tus brazos otra vez.

De la desconfianza mutua se ha hecho un mito que obedece a múltiples razones personales, culturales e ideológicas, pero que no puede servir para impedir la formación de un gobierno de coalición. Y ojo, un gobierno sin la necesaria confianza y lealtad entre sus miembros es un gobierno condenado al fracaso.

Pienso también que Pedro Sánchez (todavía le doy crédito) se ha dado cuenta de que el capital político que había acumulado en tres años lo está echando a perder en estos últimos tres meses a marchas agigantadas, que un gobierno en solitario con las mismas caras como pretende y que le han ofrecido una lealtad apasionada ya no es posible, que ha reflexionado y, como en la canción, se ha dicho:

  Llegaré hasta donde estésyo sé perder, yo sé perderquiero volver, volver, volver.

Comencemos por el adverbio “casi”. A la pregunta del  periodista sobre si Pedro Sánchez se decanta por nuevas elecciones en lugar de una coalición, responde Ábalos que “el dilema entre coalición o elecciones es casi un chantaje”.

En su libro La información del silencio: Cómo se miente contando hechos verdaderos, Álex Grijelmo escribe “que el silencio tiende a llenarse de significado, y por eso el silencio informa; el silencio es información”. Y añade. “Todo el mensaje se expresa tanto por lo que contiene como por aquello que omite, pero se deja disponible para que el receptor lo perciba”. ¿Cuánta cantidad de chantaje nos ofrece el dilema? ¿Quién simula más con esa disyuntiva? Fueron dirigentes del PSOE y Pedro Sánchez quienes primero hablaron, introdujeron en el debate la repetición de elecciones y luego amenazaron sin disimulo con ellas cuando nadie las pronosticaba. A cuento traigo que una sala del Supremo opina que los hechos enjuiciados del procés los considera una rebelión atípica. ¿Una cuasi rebelión?

De momento. “Queremos gobernar con un programa pactado con Podemos: es nuestra propuesta “de momento”. O cómo se miente contando hechos verdaderos. En la entrevista, el propio Ábalos hace un repaso de las relaciones con Podemos para la formación del nuevo Gobierno, primero fue en solitario; ante la insistencia de Podemos, cambiamos a coalición, luego a cooperación, posteriormente a la entrada de ministros independientes y luego a una coalición de una vicepresidencia y tres ministerios, siempre sobre la desconfianza, que fracasó. Los hechos narrados son verdaderos, pero son mentirosos en cuanto es una narración descrita en pocas frases  con una intención enigmática, la de oscurecer el mensaje y acentuar la sensación de incertidumbre. Ábalos nos transmite información conocida de hechos pasados, pero ahora lo que se ventila es qué ocurrirá en el futuro, porque el presente está congelado. “El tiempo es ese juez implacable que da y quita razones”. Ábalos mantiene deliberadamente el enigma entre el tiempo y el número.

Siendo un problema acuciante la formación de gobierno, lo han dejado para mientras. Refiere Álex Grijelmo que escuchó esta locución del habla popular salvadoreño, que consideró genial, “respecto a la decisión de abordar ya, o no, un problema que sin parecer acuciante, no convenía demorar demasiado; ni era para luego, ni era para después, ni era para mañana”, era para mientras.

Leo que “Iglesias enmudece y  Sánchez se prodiga ante la investidura”.

¿Es el de Pablo Iglesias un silencio resignado o prudente? Otra vez recurro a Álex Grijelmo, que escribe: “En la resignación, uno asume su desgracia en una ausencia de rebelión”. En cambio, “si se desea vencer en un combate dialéctico”, y nadie negará que el combate dialéctico al que asistimos es el más transcendental del panorama político, es obligado el silencio prudente. Álex Grijelmo establece la regla única: “sólo hay que discutir de lo indiscutible”. “Tal planteamiento implica limitar muchísimo los ámbitos del debate, pero garantiza el éxito”.

Si echamos la vista atrás, caeremos en la cuenta de que esta regla la ha seguido al pie de la letra Pablo Iglesias, al que se le ha acusado una y otra vez entre los articulistas y tertulianos de que sólo hablaba de sillones y de ministerios y no de programa. Álex Grijelmo dice que sólo hablar de lo indiscutible fue la táctica asesorada que empleó Felipe González con Aznar en el segundo debate electoral después de haber perdido el primero. Eran otros tiempos los de 1993, en plena etapa de bipartidismo.

Pablo Iglesias ha escogido como estrategia no hablar porque piensa que le reporta más ventajas que hacerlo y Pedro Sánchez, Ábalos, Carmen Calvo, Cristina Narbona y hasta Abel Caballero han escogido la palabra y el mensaje repetitivo porque piensan que las ventajas son suyas. Nos encontramos, pues, ante dos estrategias diferentes cuyos resultados están por ver. Como desde el primer día he apoyado un gobierno de coalición, apoyo la estrategia de Iglesias. Como ejemplo, Carmen Calvo no sale bien parada.

Último minuto. En el último minuto se ganan o se pierden muchas competiciones. El Liverpool ganó una Champions y el Atlético la perdió, el Real Madrid ha ganado muchos partidos en el último minuto y muchos partidos de baloncesto se resuelven en los últimos segundos. En el campo comercial, sobre todo en EEUU, las ofertas de último minuto atraen y hacen esperar a muchos clientes ese anuncio para comprar lo que es de su interés.

Vuelvo otra vez a Álex Grijelmo, una mina, que en un capítulo del libro que titula: La información del silencio en la imagen noticiosa, refiriéndose a la fotografía y al vídeo, señala que “el encuadre elige qué parte de la realidad se da a conocer. Se deja así en el silencio el resto”.

Anunciada como fue la votación de la investidura fallida, las cámaras de la televisión enfocaron inmediatamente a Pedro Sánchez en compañía de Carmen Calvo y Josep Borrell, que no mostraban cara de la enorme decepción y el mal trago que el momento suponía, sino una medio sonrisa como de alivio y satisfacción. Si esas imágenes de no más de 10 segundos mostraron esa realidad que percibí y no son engañosas, no habrá último minuto para desesperanza de los muchos que confiaron y se alegraron el 28-A, y percibirán que la política es maquiavélica, lo que no parece.

Sin embargo, quiero darme, y a tantos otros, la oportunidad del último minuto, por lo que pienso que Pedro Sánchez ha recapacitado y se ha dicho:

  Nos dejamos hace tiempo,pero me llegó el momentode perder.Tú tenías mucha razón,le hago caso al corazóny me muero por volver.

Como  estoy de acuerdo con Unai Sordo en que la convocatoria de elecciones no debe ni considerarse, habrá un gobierno de coalición. Lo más duro, dicen los entrenadores de fútbol, es descartar a algunos de sus jugadores, y Pedro Sánchez lo tendrá que hacer con algún ministro o ministra actual.

Si por el contrario, las imágenes del día de la investidura fallida son reales, lean o relean el artículo de Andrés Villena en este periódico: El fracaso de la coalición es el triunfo de quienes no se presentan a las elecciones, y se darán cuenta, si no lo han advertido ya, de que sólo el título lo dice todo y que habrá elecciones y que simulan cuando afirman que la formación del Gobierno es acuciante.

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre

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