Librepensadores

Investidura y embestidura

José M Barrionuevo Gil

Ya todos los medios, e incluso los extremos, unos con más ganas y otros con menos, nos están hablando de la próxima investidura. Sin embargo, no sabemos todavía si se ha vuelto a elegir el paño, para no quedarnos, otra vez, solo en pañales. Tampoco sabemos si se han tomado algunas medidas. Aquí nos permitimos hacer un aparte y nos acordamos de lo que nos contábamos en aquellos primeros días de mili:

–Oye, 'vieho', ¿no decían que aquí te daban la ropa a medida?

–Sí. A medida que va viniendo.

Ahora la política va y viene con cierta parsimonia, como si le afectara el síndrome postvacacional y resulta que se están tomando medidas, aunque con cierta desgana y sin muchas prisas, porque “las prisas son malas consejeras”. Eso sí, luego pasa lo que pasa y entran las bullas, que son más peligrosas que las prisas. (Lo mismo al PSOE no le afectan, ya que tiene un paradigma a su favor, como es la mayoría absoluta que ha conseguido en Bullas (Murcia).

Todos los días, desde el día 1 septiembre, ya nos están hablando de la investidura, no sea que perdamos la atención. Eso sí, no está nadie dispuesto a que se nos pasen estos días por alto y no dejan de servirnos platos y platós de investidura. Nos hablan de los mimbres que, antes de que se sequen y se pongan rígidos, habrá que entretejer para que no se haga inviable el conseguir una buena canasta, en la que quepan la mayor parte de los acuerdos por la cercanía de las voluntades.

Si es verdad que Pedro ha entendido qué es lo que le han dicho los sindicatos, Pablo podría preguntárselo. Luego con las respuestas dadas, Pablo podría preguntarles a los sindicatos qué habían sido capaces de decirle a Pedro. Así se allanaría el terreno y ver por dónde podemos empezar a arar. La interlocución podría poner las cartas boca arriba y, sin echar suertes, aprovechar el paño de juego para no estropear desde el principio aquellos palos que puedan dar más juego para llegar a construir un acuerdo. Eso sí, cada uno con su corazoncito puede aproximar algo de cariño al otro para ver las cosas con más luz que la sola luz de la estricta razón, que algunas veces nos ciega.

Decimos esto, sobre todo, porque en esta investidura es difícil que Pedro se pueda vestir solito y necesita manos amigas que le den un toque de atractivo, incluso personal, porque así se demostrará que no se han abandonado a la ceremonia de la confusión y repetirla.

No podemos, a estas alturas de los días y de los trabajos y de las necesidades, no ver y, lo que es peor, no querer ver. Don Lauro Olmo nos dijo una vez, en boca de Don Poco: “Los ombligos son ojos que no ven, ojos ciegos. La Humanidad no tiene remedio”.

Sabemos que ahora más que nunca se trata de abrir los ojos a las propuestas y, sobre todo, a las ganas de llegar a acuerdos por el bien de este país y no por el rédito preelectoral, que no electoral, que piense cada uno en sacar.

Con unos acuerdos que no tienen que asustar a nadie, se demostraría que cada uno de los partidos progresistas no se mira el ombligo y que todos levantan la mirada hacia aquellos que tuvieron la osadía de votarlos y decirle que “con Rivera no”. Sobre todo, después del mal trato que le han dado los jefes de las derechas a don Pedro.

Siempre hemos oído que los toros, cuando embisten cierran los ojos. Mirarse el ombligo (ciego) no nos aclara la mirada. Ponerse de acuerdo cuesta. ¡Y tanto! Todos hemos pasado por ese trance, pero con los ojos abiertos.

Las embestiduras deben quedarse para la oposición, que, frente a los acuerdos por un mandato que es popular, pero es el otro popular, el de las urnas, no tiene otros argumentarios que los negativos que llevamos oyendo desde casi siempre, y porque no somos eternos.

Los acuerdos, con la elegancia que comportan, pueden hacer inservibles todos los argumentarios de las derechas, porque cada día que pasa pierden lo poco de centro que les quedaba o, mejor dicho, del terreno de centro que decían que tenían. Se frustaría, además, seguirnos con la matraca electoral.

Menos mal, sí, eso es lo que deseamos, y, sobre todo, menos broncosas y falsas delaciones y muchas menos dilaciones. No nos jueguen con el tiempo, que también es nuestro. _____________

José Mª Barrionuevo Gil es socio de infoLibre

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