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Expertos

Santiago Rodríguez

Suele ser muy habitual encontrarse con editoriales, artículos y columnas de opinión de supuestos expertos, sobre todo en la denominada prensa salmón, aunque también en la otra, que sistemáticamente hablan de "las reformas económicas necesarias", si bien nunca nos explican ni nos detallan cuáles son esas reformas tan necesarias.

Y claro, para aquellos que no somos expertos, nos resulta difícil entender de qué reformas nos hablan. No sabemos si se trata de reformar el capitalismo, de hacer una reforma patronal, por cierto tan necesaria, de reformar las lamentables condiciones de trabajo de los asalariados o de reformar las normas para evitar la evasión o la elusión fiscal de las grandes empresas y fortunas. Es lo que tiene la ignorancia.

A mediados de los años ochenta esta misma prensa hacía tanto hincapié demandando algunas reformas que aquello parecía una verdadera campaña de prensa, valga la redundancia, aunque muy bien orquestada. Que si era orquestada es porque tendría un director de orquesta. Raro era el día en el que no se publicaba un artículo o una opinión, de un supuesto experto, en los que se planteaba la absoluta e imperiosa necesidad de rebajar las cotizaciones sociales a patronos y empresarios.

En la actualidad, una de dichas campañas a las que nos tienen habituados determinados medios de comunicación, lleva ya mucho tiempo centrada en lo que los llamados expertos denominan "el problema de las pensiones". Prácticamente cada día nos encontramos con textos de directores, consejeros, asesores de empresas financieras, compañías de seguros, gabinetes o institutos de estudio, todos ellos expertos de renombre y de reconocido prestigio, en los que hablan de este supuesto problema de las pensiones. Bueno, más que hablarnos, nos alarman sobre la falta de recursos económicos y la merma del sistema de financiación para hacer frente al pago de las pensiones del futuro; nos asustan con la imposibilidad de cobrar una pensión decente después de haber cotizado durante años, nos atemorizan ante la imposibilidad de revalorizar las pensiones de acuerdo con el IPC, nos amedrentan con argumentos sobre la dinámica demográfica o nos recomiendan sibilinamente, a modo de "podemos hacer que parezca una accidente", que nos jubilemos con setenta o más años, si queremos en el futuro cobrar una limosna.

Ante este panorama me gustaría hacer algunas consideraciones. En primer lugar, estas opiniones no son neutrales ni inocentes. Elaboradas por estos supuestos expertos a sueldo de los grandes bancos, entidades financieras y empresas de seguros, difundidas por sus propios gabinetes e institutos de estudio, publicadas por sus medios de comunicación y defendidas por sus representantes políticos en sede parlamentaria, fomentan la privatización de lo público, la implantación del sistema de capitalización frente al de reparto y justifican la necesidad de que los ciudadanos contraten planes privados de pensiones y jubilaciones.

Casualidades de la vida, uno de esos gabinetes o institutos dedicados en exclusiva a estos menesteres pertenece a ese banco imputado por acudir a pedir ayuda a aquellos que mejor se mueven en las alcantarillas y cloacas, ese lugar desde el que también se defiende al estado, según dicen algunos, y, por lo que se ve, también a los capitalistas de toda la vida. Si, ese mismo banco que tiene en sus manos más del 50% de la Operación Chamartín y de la que en un futuro no muy lejano espera sacar pingües beneficios.

Aunque en honor a la verdad, esto no es nuevo. Allá por 1994, otro banco español se dirigía a sus clientes en los siguientes términos (cito textualmente): "Si está preocupado por su futuro, vista la falta de respuestas en la Seguridad Social pública, como medio de garantía de su nivel de vida futuro, especialmente en los cuadros altos, podemos informarle sobre nuestros Planes de Pensiones y Seguros, que adaptándose a la legislación vigente, ofrecen importantes ventajas fiscales". Sin comentarios.

Otra consideración. Estos expertos, que en paralelo llevan años expandiendo la tesis de la necesidad de bajar impuestos, tanto en sus estudios, como en sus documentos e informes, nunca relacionan la falta de recursos económicos del estado para hacer frente al gasto en pensiones con los problemas de financiación derivados de los bajos ingresos por impuestos directos, resultado de una política fiscal regresiva que beneficia, sobre todo, a las rentas más altas, que casualmente suelen corresponder a los amos y dueños de estas entidades financieras y de las grandes empresas. De la misma manera que tampoco relacionan esta falta de recursos económicos con las distintas normativas que permiten y amparan camuflar, evadir o eludir el pago de impuestos en su patria, esa a la que tanto dicen amar.

Tercera consideración. No es lo mismo jubilarse como asalariado que como director, ejecutivo, consejero o experto de una empresa del IBEX-35, o de sus distintos gabinetes de estudios. Como tampoco es lo mismo una pensión mínima que una pensión millonaria de un presidente de una de estas grandes empresas o entidades financieras. Que se lo pregunten a alguno de ellos, que se ha jubilado recientemente.

Cuarta consideración. Estas recomendaciones están hechas por personas que no empezaron a trabajar a los catorce años, que no tuvieron ni tienen un trabajo duro, que no cobraron salarios mínimos, que no han pasado penurias, que no saben lo que es vivir al día. Más bien al contrario. Comenzaron a trabajar cuando acabaron su carrera universitaria y su máster, se colocaron en un buen puesto gracias a su amplia agenda de contactos y de recomendaciones, su trabajo no es duro, no están en un andamio, en una cadena de montaje o poniendo cafés, no pisaron nunca el polvo ni el barro, sólo moquetas. Siempre tuvieron recursos económicos suficientes para no vivir al día y su salario es varias veces superior al salario mínimo, al que por cierto critican cada vez que se incrementa.

Para concluir una reflexión de un inexperto. Ya sabemos que los poderosos no suelen tener mucha vergüenza. Pero los desposeídos demostraremos tener menos vergüenza que ellos si consentimos que nos mientan, que nos asusten y que justifiquen el atraco al sistema público de pensiones sin plantarles cara, sin defender nuestros derechos, sin pelear y sin señalarles por su poca vergüenza.

P.D. Y a ver si los partidos y organizaciones de izquierda dejan de pelearse entre ellos, se ponen de acuerdo y además de formar gobierno nos ayudan en esta lucha. ______________

Santiago Rodríguez es socio de infoLibre

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