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Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie

Juan José Torres Núñez

Este año se cumple el primer centenario de la muerte de Rosa Luxemburgo, asesinada vilmente en Berlín el 15 de enero de 1919, después de haber sido encarcelada y torturada por paramilitares reclutados por el gobierno. Tributar el mayor de nuestros respetos a la memoria de esta mujer nos ayuda a recordar la barbarie de un sistema que ella ya había previsto hace 100 años en una de sus frases más famosas: la última elección a la que se enfrentan todas las naciones del mundo hoy es socialismo o barbarie.

Hace ya 30 años que el estadounidense Francis Fukuyama anunció al mundo el fin de la historia, al proclamar la victoria de la democracia liberal capitalista: el bien había vencido al mal. Fukuyama no sabía lo que estaba diciendo. Santiago Niño-Becerra sí parece más acertado cuando afirma en su libro El crash. Tercera Fase que “en 1875 se produjo el fin de un modelo [que] también cambió en 1929, pero tampoco aquello fue el fin del sistema. Sin embargo, ahora, este nuevo giro podría indicar que el sistema empieza a declinar o que ya está declinando”. En el epílogo predice que “en el capitalismo post-2023 […] la ‘libre competencia’ desaparecerá porque de forma natural el capitalismo tiende al oligopolio”. Y con “la constitución de oligopolios por parte de las corporaciones mundiales, [el triunfo del capitalismo] supondrá el principio de su declive, porque habrá alcanzado su meta. Por esa misma razón se habrá agotado”. Con los plazos históricos que Niño-Becerra establece, “eso ocurrirá entre el año 2060 y el 2070”.

En el teatro de vanidades, hipocresías y crueldades que hoy vivimos, Estados Unidos está escenificando una farsa al proclamar también con su sueño americano que la victoria del neoliberalismo es el final de la historia. EE UU tampoco sabe lo que dice. Como señala Michael Hudson en su artículo U.S. Economic Warfare and Likely Foreign Defence, “detrás de la retórica de la libre elección y los mercados libres […] que Estados Unidos ofrece con la prosperidad para todo el mundo, está la realidad de la corrupción, la coacción y el nuevo feudalismo”. La utopía del sueño americano se ha convertido en una dystopia [distopía], que se parece mucho al libro primero de la Utopía de Tomas Moro. El traductor al castellano, Pedro Rodríguez Santidrián, nos dice en la introducción que el diagnóstico socio-económico de esa sociedad es “paro, hambre, rapiña, cohecho y degradación moral”. A esta distopía criminal que vemos en Utopía, Moro propone “la abolición de los monopolios y de los oligopolios y el desarrollo de una educación mejor”. El diagnóstico de esa sociedad que hace Rodríguez Santidrián se parece bastante a la degradación moral de nuestro sistema actual de capitalismo salvaje.

EE UU se ha convertido en un país hegemónico que quiere dominar el mundo entero. Su beligerancia nos está demostrando que nuestra sociedad va retrocediendo hacia la barbarie. Como explica Hudson, “las reglas de la ley internacional y del orden que se crearon después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos las ha desobedecido con la escalada de confrontación de su política exterior”, al atentar contra todos los países del mundo que no se someten a su imperialismo. Según Hudson, “Estados Unidos aísla a los países que no le dan el control sobre su petróleo, los sectores financieros y las privatizaciones”, violando así el comercio libre con la imposición de sanciones y aranceles unilateralmente, según su política de “América primero”. Esta política de confrontación, dirigida por personas siniestras que solo piensan en la guerra, como Mike Pompeo y John Bolton, que afortunadamente ya no está, supone un gran peligro para todo el planeta porque una confrontación con Rusia y China podría acabar en una conflagración mundial de apocalípticas consecuencias. Lo más triste de todo esto es que en EE UU manda el complejo industrial militar. Las élites del poder tienen atrofiado el sentido de la responsabilidad y su belicismo crónico les hace creer que la guerra permanente ofrece un instrumento para estabilizar y unificar a una sociedad capitalista que está corrompida hasta la médula.

'Socialismo, historia y utopía'

'Socialismo, historia y utopía'

Como subraya Hudson, las élites del poder están convencidas de que EE UU “representa a la nación más excepcional del mundo”. Por tanto, “Estados Unidos no está obligada a cumplir los tratados ni las promesas”. Es vergonzoso que una gran nación como EE UU haya llegado a este estado de absoluta ignominia. Su degradación moral ya no puede representar un modelo que sirva de referencia a ningún país del mundo. ¿Qué educación en valores puede hoy enseñarnos EE UU? No serán los que manifestó el senador republicano John McCain antes de morir, cuando expresó con fervor patriótico que “la guerra es necesaria para defender los valores estadounidenses” (véase en este digital mi artículo El heroísmo de John McCain). Tampoco serán los valores que predica Joe Biden, ex senador demócrata y vicepresidente. En 2010 aclamó al ex líder del Ejército de Liberación de Kosovo, primer ministro y ex comandante de la guerrilla, Hashin Thaci, como “el George Washington de Kosovo”. Kosovo proclamó su independencia de Serbia en 2008 de forma unilateral. James Bovard escribe en su artículo America’s Forgotten Bullshit Bombing of Serbia que Clint Williamson, fiscal de la Unión Europea, declaró en 2014 que los miembros del ELK “habían participado en crímenes, secuestros, desapariciones, detenciones ilegales en campos de Kosovo y Albania, violencia sexual…”. En fin, cuestiones que no entran en el cuadro de valores de Biden. Ahora se presenta a las elecciones en 2020: quiere ser presidente de EE UU. En su discurso en Filadelfia recordó que “Estados Unidos es el ejército más poderoso de la historia del mundo”. Y terminó con estas palabras: “Que Dios os bendiga y que Dios proteja a nuestras tropas”. Deducimos, pues, que Biden ha encomendado a Dios la tarea de proteger a las tropas estadounidenses de los crímenes de guerra que han cometido y siguen cometiendo. Los que se han atrevido a exponer con valentía las atrocidades cometidas por las tropas estadounidenses, como Chelsea Manning y Julian Assange (véase mi artículo Julian Assange y el periodismo independiente), se encuentran en la cárcel.

Vista la barbarie del mundo en que vivimos y sabiendo que el neoliberalismo global está creando un modelo de sociedad con una desigualdad extrema, incertidumbre, inestabilidad, miedo, inseguridad, desempleo y subempleo creciente, desesperanza, guerra y una situación que no va a mejorar –aunque todos los líderes del G7 hayan intentado reflotar en Biarritz el buque que se está hundiendo–, parece lógico que luchemos para conseguir una sociedad socialista justa y más humana. Rosa Luxemburgo dijo en otra frase famosa que “quien renuncie a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia”. Para realizar esta transformación, tenemos que cambiar todas las estructuras de explotación y guerra del neoliberalismo por un socialismo que no engañe al pueblo ni traicione sus principios. Si examinamos las economías de casino de la distopía en la que vivimos, vemos que las palabras de Rosa Luxemburgo son hoy más vigentes que nunca: tenemos que elegir entre socialismo o barbarie.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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