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El triunfo del mercado

Luisa Vicente

Recientemente salía en la prensa la noticia de que la Policía de Nigeria había rescatado a 19 embarazadas y 4 niños en una operación contra el tráfico de recién nacidos. Las embarazadas tenían entre 15 y 28 años y son nativas de varios Estados del país. El objetivo era dejarlas embarazadas para vender los bebés a potenciales compradores. Fueron engañadas con ofertas de emplearlas en el hogar y el cuidados de personas. Los niñas se vendían por 760 euros y los niños por 1.265 euros.El tráfico de seres humanos que incluye la venta de niños, es el tercer crimen más cometido en Nigeria, después del fraude y del tráfico de drogas, según Naciones Unidas.

Aparte de lo impactante de la noticia en sí, el hecho lleva a reflexionar cómo hemos llegado a construir una sociedad mercantil que ha puesto precio a todo sin preguntarnos si debería haber cosas que el dinero no deba comprar. En la actualidad la lógica de comprar y vender no se está aplicando solo a los bienes materiales, sino que gobierna prácticamente todos los aspectos de nuestra vida.

No sé si la avaricia personal de querer tener todo a cualquier precio y pese a quién pese, ha sido el responsable de este cambio de paradigma, o ha sido porque nos hemos identificado con la forma en que actúan los mercados, el sistema financiero o todo el espectro político en relación con la corrupción. No me cabe duda que las tres cosas han dejado una marca en nuestras vidas y en la manera de ver y valorar todo lo que nos rodea, aunque los economistas dan por supuesto que los mercados son inertes y no afectan a los bienes que se intercambian.

Lo evidente es que hoy ,“el mercado” determina muchas esferas de nuestra vida. Hace 30 años nos habría puesto los pelos de punta el marketing de la venta de óvulos, la venta y la compra de esperma a la carta en la reproducción asistida, recurrir a vientres de alquiler en países desfavorecidos, la compra y la venta mediante subasta de cuotas con derecho a contaminar por parte de compañías y países, o la financiación de campañas electorales que casi permite la compra y la venta de resultados electorales, el uso mercantil en el ámbito de la salud, la educación, la seguridad pública, la justicia penal, la protección medioambiental, el ocio, y otros bienes sociales. Hoy en cambio nos hemos acostumbrado a todo esto.

Una sociedad en la que todo está en venta corre el riesgo de que la vida sea mucho más difícil para las personas con pocos recursos. Cuantas más cosas pueda comprar el dinero, más importancia adquiere la abundancia y más aumenta la desigualdad. Esta brecha social entre pobres y ricos no solo se ha ampliado, sino que la mercantilización de todas las cosas ha hecho que el dinero adquiera la máxima importancia.

Por otra parte, poner precio a todo lo bueno de la vida es un agente corruptor, porque el valor de las cosas que se venden pierden su sentido, hablamos por ejemplo de pagar para poder contaminar, vender un bebé o pagar a niños para que lean un libro. En este último caso lo que fomentaría sería leer más, pero sentirían que la lectura es una tarea más, en lugar de verla como una satisfacción en sí misma.

Permitir que haya un mercado de niños, aunque quienes los compran no los maltraten, fomenta que se valoren como bienes de consumo. Permitir que el dinero decida quién puede tener un bebé es secuestrar el valor de un hijo. Por otra parte el que está dispuesto a comprarlo, seguramente no sea el que más valora a un hijo.

Llamar "gestación subrogada" a la compra de hijos en un mercado, es retorcer el lenguaje. Dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas por su nombre. Comprar niños en mercados que explotan a mujeres pobres, es degradar al niño y a la mujer que lo engendra, al igual que degrada la esclavitud al tratar a las personas como mercancías que pueden venderse y comprarse en subastas y convertirlos en objeto de uso.

Si estamos reconociendo que comprar y vender hijos los degrada, quizá estemos entendiendo que en la vida no todo puede tener un precio. ____________

Luisa Vicente es socia de infoLibre

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