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Teoría y defensa del 'meninfotisme'

Javier Paniagua

La mejor definición del menifontisme valenciano traducida al castellano es: “Me la suda”.  Es decir, no quiero saber nada del asunto ni meterme en temas que no me conciernen. No me interesa implicarme en cuestiones de las que no voy a sacar nada en limpio, al contrario, me va a perjudicar. ¿Qué hago introduciéndome en cosas de las que al final salgo peor que he entrado?

Así se interpreta lo que piensa una parte de esta sociedad para caracterizar una mentalidad supuestamente arraigada en la comunidad. Se critica que el valenciano o la valenciana se desentiende de las cuestiones comunitarias para limitarse a defender, exclusivamente, su propio interés, lo que le convierte al parecer en un individualista empedernido.

Ya la profesora de Ética Adela Cortina, teórica de lo obvio, afirmaba en 2013 que los valencianos debíamos de abandonar el meninfontismemeninfontisme, dándole categoría conceptual. Todavía espero que como especialista de la ética de los negocios escriba algo sobre el comportamiento de aquellos dirigentes de Bankia –entidad a la que ha estado muy vinculada– procesados y condenados. Otros han hecho enmiendas a la totalidad porque destacan fuertes solidaridades y compenetración, como en las bandas de música, en las agrupaciones falleras, las hogueras alicantinas, en los ateneos y casas de cultura, en las ediciones de libros, en los regantes, en oenegés… aunque sí, en cambio, una propensión a polémicas sobre símbolos y lengua. Felipe González, cuando un debate se encrespaba y no había manera de salir del mismo, afirmaba: “No valencianicéis el asunto”. No tengo claro que los valencianos sean indiferentes a los temas políticos; miren sino a los gallegos que tienen los índices más bajos de participación electoral, mientras que los de la Comunidad Valenciana son de los más altos.

Además, si consultamos a Kropotkin, uno de los principales teóricos del anarquismo, estaría contento con el resultado puesto que demostraría que existe en la naturaleza humana el “apoyo mutuo” y la política sería algo contrario al mismo. Para ciertos sectores, concienciados de la necesidad de asumir una nacionalidad y una lengua, el meninfotisme es una rémora muy negativa que impide ir más allá del victimismo y plantear las reivindicaciones que procedan con la mayor fuerza posible, como en las Germanías del siglo XVI. Al contrario de cuando los representantes valencianos visitaron al Conde-Duque de Olivares en 1626 y los consideró “muy muelles”. La Comunidad Valenciana presenta, en cambio, similitudes con la Italia de Dante, Gramsci o de Curzio Malaparte –de madre lombarda y padre alemán– que utilizó ese seudónimo en referencia a Napoleón Bonaparte, luchó con los franceses en la I Guerra Mundial y fue partidario de Mussolini. Una sociedad que sabe virar a un lado u otro según las circunstancias donde fructifica de todo, pero gracias al meninfotisme se convive con relativa facilidadmeninfotisme.

Creo que no existe otra igual en España, incluso en Europa. Aquí, desde principios del siglo XX, han crecido tendencias para todos los gustos: anarcosindicalistas de la CNT de todas las tendencias (el teórico del Partido Sindicalista de Pestaña era el valenciano Marín Civera y su revista Orto); anarquistas revolucionarios del Comunismo Libertario (en el Cabañal se creó la FAI); sindicalistas de la UGT;  sindicalistas católicos con fuerza en Gandía y Ontinyent; PSOE, con socialistas de Largo Caballero y de Indalecio Prieto; trotskistas del POUM; socialistas nacionalistas; carlistas; comunistas pro PCE y pro chino; nacionalistas comunistas; nacionalistas anticatalanistas de UV; FRAP; GRAPOS; Movimiento Comunista; Partido del Trabajo, Monárquicos conservadores; liberales; republicanos blasquistas; sorianistas (de Rodrigo Soriano), azañistas; radicales-socialistas, lerrouxistas; Derecha Regional Valenciana de Luis Lucia vinculada a su manera a la CEDA; falangistas hedillistas y franquistas; demócratas cristianos… Y además ¿cómo no ser meninfot para defenderse cuando si perteneces a un partido que no gobierna y tienes la misión institucional de entenderse con los representantes del que si lo hace por mandato popular te tachan de colaboracionista, de abandono de los tuyos? O simplemente te da por opinar según tu entender, aunque pagues las cuotas. _____________

  Javier Paniagua es socio de infoLibre

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