Librepensadores

Un DNI codifica injustamente a una persona

Vicente Montejano Conejero

El ser humano sigue siendo vulnerable pese a los adelantos tecnológicos que pudieran darle mayor libertad y autonomía. Todo tiende a convertirse en una pantomima dentro de una sociedad donde sólo cuenta el instante o lo momentáneo, quedando relegado cualquier experiencia, lección, enseñanza o proceso vital a una mera cuneta de un ignoto itinerario que nunca se te ocurrió emprender. Es así que, durante décadas de vida, trabajas, pagas, cumples, observas e intentas aprender de lo bueno y lo malo que se te cruza en tu andadura profesional.

Pero ¡ojo! llegas a los 65 años y de repente muchas miradas se vuelven hacia tu persona como esquelas que te invitan a alejarte del escenario donde te hallases. En principio, te sorprendes, después vas aceptando y obvias parte de ese alrededor donde empieza a dirimirse las distancias de unos y otros... Pero, si a tal edad para algunos, ya estás fenecido y sin embargo logras suficiente salud para alcanzar los 75, lo que te espera es mayúsculo, pues para el resto musculoso de entidades, bancarias o de otro tipo, tú ya eres un invisible transeúnte, acaso, deambulante o pisaaceras que bigardea o pendonea de un lugar a otro sin capacidad u oficio alguno. Tan insignificante te hacen que hasta prescribe, si eres moroso, cualquier débito que pudieras ocupar en el capítulo del indescriptible Asnef, pasando, eso sí, a ser solo aún viviente y reconocible en los pagos del IBI u otras tasas insolidarias y sin por parte de alguna entidad bancaria te proporcione una menguada propina para seguir ejerciendo su estúpido imperio.

Puestos así, tendremos que pensar (que no nos dejan otros modos de obrar), que el DNI u otro documento que nos acredite como supuestos seres vivos, son horribles pues codifican de modo injusto y nos apartan de cualquier realidad que acusemos, dando por nula la situación que podamos sentir o vivir.

Lo cierto es que hemos llegado a convertir nuestra propia naturaleza en un pasaje cruento e hipócrita con actitudes y miras de inmediata composición, donde sobran memoria, pasado y, por tanto todo aquello que pueda relacionarnos con el presente, olvidándose lo que fuimos e hicimos mientras que nos dieron vida documentos y otras prebendas, tales como el dinero o supuesto poder, del todo perdido.

¡Qué tristeza!, llegar a un mundo insolidario e individualizado, donde ni la familia crea colectividad o apego. ¿Qué es importante? Lo momentáneo. Si no te gusta tu mujer o familia, te marchas, cambias y buscas a otra. Lo mismo con todo.  

No hace falta que rebusques en tu cofre vital, sal en chándal y ponte a correr entre la jungla en que se ha convertido esta sociedad e intenta llegar el primero sin importante cómo lo haces, manga lo que te venga en gana, golfea, ejerce tu individualismo sin importante un bledo lo que te rodee, huyendo así de cualquier camino que te haga emprender la recuperación de la honestidad o de la memoria. Eso sí, sin olvidar, firmar lo que poderes fácticos imponen en ese nuevo marco de feudalismo convertido hoy día en neoliberalismo o mamandurria procesal, a fin de que si llegas a alcanzar una edad no válida para este estúpido imperio –a tenor de la letra pequeña que te pongan–, calles y proporciones de forma muda y velada tus derechos sin más.

 

Vicente Montejano Conejero es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats