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Un gobierno de progreso

Alfonso Peña Mari

El PSOE ha hecho una consulta a sus bases para la aprobación del pacto de gobierno firmado por Pedro Sanchez y Pablo Iglesias. Del mismo modo Podemos, Izquierda Unida, el PSC y Cataluya en Comú-Podém han hecho una consulta similar. En todos los casos la participación ha sido muy amplia y la aprobación de la propuesta masiva. 

Con estos resultados se puede afirmar que ya no se trata de un pacto entre las direcciones de dos partidos políticos de izquierdas, se trata de un acuerdo entre los militantes políticos organizados de los partidos progresistas más relevantes de todo el país. 

En consecuencia los acuerdos están blindados por la militancia y las direcciones del PSOE y UP no tienen ya ninguna autoridad para modificarlos, por mucho que algún barón rampante, de los que estarían mucho mejor callados, insista en la conveniencia de pactar con el PP. 

Para aprobar la investidura es necesario contar, además, con al menos la abstención de otros grupos, el más probable, Esquerra Republicana de Catalunya. Aunque ERC ha tenido una actuación muy positiva en la última fase de la legislatura anterior, la compleja situación que vive Cataluña hace que llegar a un acuerdo con ellos no sea tarea fácil. 

El electorado nacionalista catalán parece estar muy movilizado en favor del procés y un viraje demasiado profundo hacia el pragmatismo —buscando soluciones más realistas que contribuyan a que Cataluña salga de la inoperancia política, se corten las perdidas económicas y se normalice la vida ciudadana—, quizá provoque una pérdida de apoyos que quite votos a ERC en las próximas elecciones catalanas.

Los militantes de ERC también han aprobado no apoyar la investidura si no se convoca una mesa de negociación entre los Gobiernos estatal y catalán para abordar la situación política y social de Cataluña. La propuesta, en su formulación literal, no debería tener mayores problemas a no ser que el compromiso escrito que reclaman los republicanos incluya algún concepto que se considere inviable. 

A falta de la letra pequeña, la propuesta tiene dificultades en sí misma pues la mesa de negociación entre gobiernos requiere la existencia de un gobierno en plenitud de funciones en Madrid y para ello es necesario la investidura. 

En consecuencia la propuesta de ERC necesita dos tiempos: 

— Un acuerdo previo que facilite la investidura y que garantice la mesa de negociación posterior. 

— La formalización de la mesa de negociación una vez constituido el gobierno de Madrid.

Cumplidas estas condiciones surge un segundo problema de carácter político, el interlocutor catalán. El actual Gobierno de Torra y Puigdemont está en estado comatoso y parece evidente la celebración de elecciones autonómicas en un plazo de tiempo muy corto. Sería este nuevo Gobierno catalán quien tendría que establecer la negociación con el nuevo gobierno del Estado. 

En este escenario, la probabilidad de que la mesa de negociación avance de forma positiva depende del resultado electoral. Si JxCat, con las posiciones extremistas que mantiene, vuelve a ser la fuerza dominante y forma gobierno, la negociación será muy difícil. Si por el contrario la fuerza dominante es ERC y puede formar gobierno apoyándose en el PSC y en los Comunes, la negociación, sin ser fácil, tendrá mayores probabilidades de éxito. 

Podría haber una opción intermedia de gobierno nacionalista con mayoría de ERC que, seguramente, mejoraría también la situación actual. ___________

Alfonso Peña Mari es socio de infoLibre

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