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¿Dónde están los límites de la política?

Vicente Montejano Conejero

De entrada, algunos sectores económicos y empresariales afirman que siempre que no se quiebre la cuenta de resultados de la banca, en España todo marcha bien y hay que estar tranquilos, añadiendo que recortes y rescate en su día fueron necesarios, dando así por bueno que el fin justificó los medios, y que la inquietud ahora es un gobierno en funciones desde hace siete meses y del que no se fían por estar negociándose con Unidas Podemos.

Y respecto al camino o ruta a seguir en el proceso de investidura de Sánchez, toca saber dónde se coloca el arcén para detener cualquier proceso de negociación, ya que pactos con comunistas, independentistas, secesionistas, “no es propio de constitucionalistas”, según los citados sectores y grupos políticos, entre los que destacan PP, Cs y Vox.

Personalmente, considero que es bochornoso comprobar cómo algunos políticos españoles afianzan su mediano trabajo en efectuar desalmados análisis con el único pálmito de increpar al contrario, por medio de supuestas delaciones de las que podrían ellos mismos ser acusados a lo largo de su travesía política. Por tanto, acusar al oponente de lo que uno mismo peca es un quehacer miserable y del que no se debe hacer gala.

Además, ¿dónde están los límites de la política? En el caso de la derecha de este país, la estrategia es bloquear la investidura para que Sánchez se vea forzado a aceptar o compartir cualquier acuerdo con aquellos a los que previamente rechaza y denosta, o bien echar atrás tales acuerdos y someterse a gobernar conjuntamente con los grupos de la derecha y éstos salir airosos en unas elecciones en la que ellos fueron claros perdedores.

Y siguiendo con las estrategias, cabe recordar un viernes 18 de mayo de hace años en el que el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, admitía que la independencia vasca era legítima si no se imponía por la fuerza. Aznar rechazaba, sin embargo, la “vía irlandesa” que proponía Arzálluz, por considerarlo una rendición a plazos.

Esa idea de Aznar de enarbolar ahora la bandera de la Constitución contrasta con la negativa de aprobar el documento de la Carta Magna en 1978. Sin embargo hoy día promociona un acuerdo entre constitucionalistas excluyendo al PSOE, vencedor de las dos últimas elecciones. Un Aznar del que, entre otros preludios, se vanaglorió de “militar al lado de falangistas” diez años antes como militante fascista del Frente de Estudiantes Sindicalistas.

Esa Constitución inamovible se ha quedado obsoleta y no sirve que algunos la citen como un viejo estribillo del que ya sus notas o títulos suenan como arpegios sueltos sin crear acordes afines al pleno de las siglas políticas que conforman nuestro plural marco parlamentario.

Se permite que Santiago Abascal rompa el artículo 137 por su propuesta de abolir autonomías y que el grupo Vox donde milita apueste por mayores rupturas insolidarias con ayuntamientos y provincias, buscando así una centralización en la organización territorial y donde no quepan ni se esgriman lenguas o convivencias identitarias entre españoles y ejerciendo un gran rechazo para los que vengan de fuera; actitudes éstas que no reciben ningún tipo de recelos ni repulsa por parte de estos adalides de nuestra Carta Magna.

Finalmente, toca reseñar que el PSOE es un partido federalista y republicano desde 1879, que aceptó la Constitución y que ERC es una organización socialdemócrata con amplio historial desde 1931. De antemano, diálogo y negociación son las únicas fórmulas válidas que ayudarán a resolver un problema que es exclusivamente político y que a todos los españoles les compete y obliga a comprender. ________________

Vicente Montejano Conejero es socio de infoLibre

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