Librepensadores

Cataluña, la oclocracia y la muchedumbre

Luisa Vicente

Pregunté hace unos días a 12 independentistas de edades diferentes por qué querían la independencia de Cataluña y sólo dos de ellas supieron argumentar razones convincentes. Las respuestas de las otras 10 fueron similares a estas:

— “Porque si la independencia la quiere todo el mundo será porque es lo mejor”.

— “Porque mis padres y todos mis amigos son independentistas”.

— “Porque España nos discrimina y nos roba. ¡Libertad presos políticos!”.

Al oír sus “argumentos”, que son “las razones” del 46,5% de independentistas, según cifra de la última encuesta de noviembre de 2019 del Centre d'Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat, entendí que Cataluña está sumida en una oclocracia, algo parecido, aunque con diferentes matices, a lo que está ocurriendo en Bolivia, Bogotá, Chile y otros países de América Latina. Si el lector ha oído hablar del término, sabrá que la oclocracia es un espejismo de la verdadera democracia. Ha sido degenerada por la demagogia de los políticos, que la acaban convirtiendo en una democracia impura, degradada y corrupta, no es en absoluto el gobierno del pueblo.

Sus características son:

— Maneja a la masa desinformada y busca el apoyo de los más ignorantes de la sociedad.

— Instrumentaliza a la muchedumbre voluble y la satisface con “pan y circo".

— Utiliza la desinformación y la intimidación.

— Crea confusión al no dar explicaciones minuciosas y veraces.

— Comunica un mensaje irracional, que apela constantemente a sentimientos como el miedo, el victimismo y el nacionalismo exaltado.

— Crea ilusión al populacho tumultuoso, como el despotismo del tropel. Les promete y asegura favores como forma de hacer justicia y repartir bienes, mientras que desnaturaliza la voluntad general de la mayoría.

—​​​​​​​ Asegura metas inalcanzables y sirve como punto de apoyo para conseguir la voluntad popular.

Prevalecen ante todo los intereses de quienes buscan imponer su poder y el de su grupo de forma corrupta apelando a la legitimidad de la “voluntad popular” y al fanatismo.

La oclocracia del siglo XXI no escatima en recursos de programas de oratoria, manipulación y propaganda.

Su punto clave es crear un holding informativoholding, apropiarse de los medios de comunicación y del sistema de educación.

Mientras etimológicamente la democracia es el gobierno del pueblo, que mediante su voto legitima al Estado para gobernar en favor de todos los ciudadanos, la oclocracia como he dicho antes, es el gobierno de la masa y del gentío, que a la hora de abordar asuntos de calado, presenta una voluntad confusa e irracional que no le confiere capacidad de autogobierno, porque no conserva los requisitos para ser considerada “pueblo” , ya que la voluntad de “toda la minoría” que ellos llaman “mayoría”, no es la voluntad general de todos.

No hay otra manera de salir de este agujero que impartir educación cívica y crítica a esas “muchedumbres”, que no son pueblo como digo, sino masas desorganizadas, vandálicas y sin conceptos claros de la política.

Para quien tenga interés por este vocablo, el término oclocracia fue acuñado por Polibio, historiador griego que vivió más de 200 años a.C. Su teoría describe la Anacíclosis, como el ciclo de seis fases que se dan en política cada vez que un régimen se degrada o entra en crisis: la monarquía deriva en tiranía, a la que sigue la aristocracia que se degrada en oligarquía, vuelve a degradarse y pasa a la democracia que promete solucionar la antigua oligarquía para transformarse en su última fase en oclocracia, donde no queda más remedio que esperar a que alguien reconduzca de nuevo la situación.

"Cuando la democracia se mancha de ilegalidad y a su vez se mancha de violencias, con el tiempo se convierte en una oclocracia que es la tiranía de las mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas”. Polibio _________

Luisa Vicente es socia de infoLibre

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