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Trump ha caído en la ratonera al asesinar a Soleimani

Juan José Torres Núñez

Los asesores de Donald Trump, unos señores grises sedientos de sangre como los vampiros, no le han aconsejado bien y por eso él, lleno de furia y fuego, dio la orden de asesinar al general iraní Qasem Soleimani, sin darse cuenta de que Oriente Medio es una ratonera, un polvorín muy conflictivo que puede estallar en cualquier momento. Pero si Trump esperaba beneficiarse de este acto de guerra y de terrorismo internacional, aconsejado por sus asesores belicistas, ha conseguido lo contrario de lo que quería. Como ha escrito el periodista brasileño Pepe Escobar en el periódico Asia Times, “Trump envió un mensaje a Teherán vía el emir de Qatar [diciendo] que habría un freno en la escalada si Teherán daba una respuesta proporcional”. Ahora entendemos mejor las palabras del ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Javad Zarif, cuando escribió un tuit anunciando que “Irán tomó y concluyó medidas proporcionales en defensa propia según el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”. Quizá Trump se percató de su torpeza y de la ignorancia de sus asesores al constatar que Oriente Medio es una trampa como lo fue Vietnam. Hoy queda un triste recuerdo de los crímenes de guerra que allí cometió Estados Unidos.

Existen razones que han obligado a Trump a frenar el proceso. EE UU no es un país monolítico. Hemos visto en televisión cómo la gente en las calles ha dicho no a la guerra con Irán. Personas destacadas y varios movimientos, también han declarado públicamente que seguir a los neoconservadores belicistas del entorno de Trump supone un riesgo peligroso. Se ha comentado mucho la posibilidad de una tercera guerra mundial. Lo más sorprendente ha sido que muchos de sus seguidores han expresado que no están de acuerdo con su política en Irán. El coronel retirado Daniel Davis ha emprendido una campaña en contra de la guerra, después del asesinato de Soleimani. Recordando el error de la guerra de Afganistán, ha pedido que “las tropas de Estados Unidos se retiren de Oriente Medio”. El coronel retirado W. Patrick Land, también ha informado de que quizá la decisión de Trump de asesinar a Soleimani le haya venido de “una inspiración sacada de las películas de guerra o de la recomendación de nuestro gran aliado [refiriéndose a Israel]”. Land, como persona que conoce muy bien la guerra y las trampas, advierte que “las tropas de Estados Unidos esparcidas en pequeños grupos en Iraq, son vulnerables”. Esto lo sabe bien Irán.

El día 3 de enero los VIPS (Veteran Intelligence Profesionals for Sanity) enviaron un memorando claro y conciso al presidente Trump, recordándole que el asesinato del general Soleimani “evoca memorias del asesinato del archiduque austriaco Ferdinand [el heredero del Imperio Austro-Húngaro] el [28] de junio de 1914, que desencadenó la Primera Guerra Mundial”. También observan que una tercera guerra mundial “no es una posibilidad remota”. Y señalan que los asesores del presidente han olvidado que Irán no es un país aislado, como lo demuestra “sus primeras maniobras navales conjuntas con Rusia y China en el Golfo de Omán, en un desafío sin precedentes a Estados Unidos en la región”. Los VIPS resaltan que el país “que más se beneficia de las hostilidades entre Irán y EE UU es Israel, con Arabia Saudí en segundo lugar”. Los VIPS creen que el primer ministro de Israel, Netanyaju [acusado de corrupción, abuso de confianza y fraude], “está luchando por su supervivencia política”. Le recuerdan a Trump que el general Brent Scrowcroft advirtió en agosto de 2002 que “la acción contra Irak [la invasión] podría convertir la región en una caldera”. Hoy ya sabemos lo que ha pasado. Los VIPS se despiden del presidente dejando claro que escriben con urgencia para que se evite la catástrofe, como la que ocurrió en Irak en 2003: uno de los mayores errores de la historia de EE UU.

Patrick Cockburn, en su artículo The Middle East, Not Rusia, Will Prove Trump´s Downfall, manifiesta que las guerras en Oriente Medio han derrocado a muchos líderes occidentales. Para él, “George W. Bush y Tony Blair nunca comprendieron que la ocupación de Irak por las fuerzas de tierra estadounidenses y británicas no tenían respaldo dentro de Irak [ni tampoco] de sus vecinos, y por tanto estaban condenadas al fracaso”. Cockburn concluye que la alianza de Trump con Arabia Saudí y con Israel para una escalada de confrontación con Irán constituye “un nuevo rumbo radical en [su] política exterior”. Rajai R. Masri comenta en su artículo Seeing Trumpism in the Broad & Far-Reaching –Implication on the Entire World que Trump es “un instrumento” para que los neoconservadores del Estado profundo puedan “controlar completamente el neoliberalismo [y también] el destino del mundo”. Y concluye que este paradigma ayuda a que Israel y la extrema derecha, así como EE UU, puedan actuar con impunidad haciendo caso omiso a las reglas de la Ley Internacional, las resoluciones de la ONU, las convenciones de Ginebra y el cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este desprecio a la Ley Internacional lo hemos visto cuando EE UU reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y allí trasladó su embajada. Esta decisión “le ha permitido a Israel continuar con una política aún más agresiva contra los palestinos y seguir con su programa de colonización”.

Pepe Escobar escribe en su artículo US Kick Starts Raging’20s Declaring War on Iran que “Israel le dio a EE UU las coordenadas para el asesinato de Qasem Soleimani”, según sus fuentes en Asia occidental. Jefferson Morley también afirma en su artículo The Three Victories that Sealed Soleimani’s Fate que Trump “decidió hacer lo que la MOSSAD de Israel, con su aparato de asesinatos sofisticados, había considerado y rechazado en varias ocasiones”. Rusia y China han cuestionado las acciones internacionales de Washington. Por esta razón Melvin Goodman habla de la incoherencia de la política exterior de EE UU, en su artículo The Incoherence of U.S Policy in the Middle East. Con ironía comenta que EE UU es ante todo responsable del aumento significativo de la influencia geopolítica de Irán en la región, pues con la eliminación de los talibanes en Afganistán en 2001, Teherán aseguró su frontera oriental. Y con la muerte de Saddam Hussein su frontera occidental.

El paradigma trumpista que hemos visto no es válido para el mundo multipolar y multilateral en que vivimos. Debido al peligro de la situación bélica actual, la presidenta del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, ha emitido una declaración institucional de emergencia para pedir que los presidentes Trump (que prometió acabar con las guerras interminables), Putin y Xi, convoquen una cumbre urgente “para abordar el peligro de la guerra”. Según ella, se precisa “crear un Nuevo Paradigma para cambiar el mundo”. Un paradigma que se base “en los principios del Tratado de Westfalia, con el que se puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa. Las naciones combatientes rompieron el ciclo de retribuciones y venganzas y comenzaron a actuar en provecho del otro”. Helga Zepp puntualiza que “Estados Unidos, China, Rusia y otras naciones como India, deben actuar para establecer un plan conjunto para el desarrollo económico en toda la región”. La cumbre serviría para “salvar la paz mundial y para definir la cooperación entre los países que derrotaron al fascismo hace 75 años”.

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Michael Billington (del EIR) ha señalado en Global War or Global Development? There is No Third Way que “Trump podría, con suficiente ayuda pública, aprovechar esta oportunidad para hacer lo que tenía previsto desde el principio: retirar las fuerzas estadounidenses de las zonas de guerras interminables”. Hace referencia al acuerdo “oil-for-reconstraction”, que el primer ministro, Adel Abdul Mahdi, firmó en septiembre del año pasado en China para obtener inversiones en Irak con pagos substanciales. El programa de China con su “gana-gana” reconstruirá la destrucción causada por EE UU y su coalición internacional. La Nueva Ruta de la Seda de China ayuda a la construcción de infraestructuras y a la cooperación, lo contrario de la destrucción y la confrontación que propone EE UU. De esto se ha dado cuenta el ex primer ministro de España, José Luis Rodríguez Zapatero, al subrayar que la NRS “es una plataforma de cooperación internacional”, con un “concepto de desarrollo que trasciende las fronteras nacionales y el pensamiento de suma cero”.

Trump y los belicistas de su entorno, con el asesinato de Soleimani han conseguido lo contrario de lo que perseguían. Primero, el pueblo iraní se ha unido dejando de lado sus diferencias. Segundo, el Parlamento iraquí ha aprobado la salida de tropas extranjeras de su suelo, después de 17 años de guerra, terror y miseria, que ha causado la muerte de más de un millón de iraquíes y más de 5.000 estadounidenses, según los cálculos de Anthony DiMaggio en su artículo Opposing War With Iran: Three Reasons. Tercero, la Cámara de los Representantes ha aprobado la Resolución 83, que obliga al presidente a que las Fuerzas Armadas estadounidenses cesen sus hostilidades en o contra Irán, a no ser que el Congreso declare la guerra. Y cuarto, después de lo que hemos visto en Siria y con las conversaciones que han empezado en Moscú para la firma de un posible alto el fuego en Libia, ahora es Rusia la que puede actuar como árbitro en Oriente Medio para conseguir el diálogo, la reducción de tensiones y la paz. El Estado fallido de Irak preparó el terreno para la creación del Estado Islámico, que Soleimani derrocó, no Trump. Como ha afirmado Jefferson Moley, “el general Qasem Soleimani ha reducido la influencia estadounidense en Oriente Medio en su vida y en su muerte”.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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