Librepensadores

Cristianos en paz

Francisco Lozano Sanz

Escribe Olga Seco en La Nueva España un artículo titulado “Dejen a los cristianos en paz”. El contenido del mismo está firmado por alguien –ella se encarga de puntualizar– que no se define como creyente.

Pues para estar distante de la fe cristiana sí que despistan un poco sus aseveraciones.

– “El pensamiento nos da una visión humanística que nos protege de tanta imbecilidad”.

– “Es el momento de descartar todo aquello que es puramente mecánico e irracional”.

–  “Tuvieron huevos (y ovarios añadiría yo, por aquello del lenguaje inclusivo) en encararse a los árabes”.

Estas citas van referidas a no se sabe bien quién. Se adivina al leer todo el artículo y las recientes noticias bien aireadas por las televisiones, a Willy Toledo, su juicio y a quienes lo han apoyado, quizá también, de paso, a los que aquí en el Principado maldicen con frecuencia con expresiones tan asturianas y habituales como: “la p. de mi madre” o “la p. que lo parió” y el tan usado “cagüendiós”.

El pensamiento que usted cita, ¿acaso no puede ser malvado y criminal? Como los pensamientos de los genocidas nazis, y todas las atrocidades cometidas por siniestros caciques, emperadores, dictadores de tres al cuarto o dictadorzuelos de medio pelo que tenían/tienen pensamientos… criminales, nada humanistas por cierto. Quizá usted quería referirse a la cultura o a la razón (¡no al periódico/panfleto homónimo!). 

¿No es la antítesis de las religiones? Ya que estas no se basan en la lógica, la razón, la ciencia, sino en la fe y en la creencia, y en repetir mecánicamente rezos, liturgias y comportamientos sin cuestionárselos.

A pesar del avance y las respuestas que la ciencia y la razón han dado a las dudas, incertidumbres, miedos, atavismos y supersticiones que acompañan a la humanidad desde que esta lo es… Las religiones –el catolicismo por ejemplo, que usted señora Seco mezcla y confunde con el cristianismo– han encontrado una respuesta a su pérdida –siglo tras siglo– del discurso y “argumentos”. Que su relato no tenga ya credibilidad. Esta es la fe, la creencia per se que no se somete al análisis de la razón, ni la ciencia, ni la evolución. Es lamentable que todavía haya religiones, sectas (es muy fina la línea que separa a unas de otras) y asociaciones que nieguen La evolución de las especies de Darwin, o esos “iluminados” que han aparecido recientemente –mayoritariamente en EEUU– denominados “terraplanistas”.

En su alegato de defensa del cristianismo, casi da a entender que todavía Nerón los estuviese quemando para mayor disfrute del populus. Se le ha olvidado hacer una breve referencia a las guerras por motivos religiosos, las cruzadas, la inquisición, y gobernantes como Carlos V, Felipe II o Franco paseado bajo palio –el de las muy piadosas sentencias de muerte tomando café– y que su inicial uso era para cubrir a la hostia consagrada, transubstanciación del cuerpo y la sangre de Cristo. Sí, Franco que fue apoyado por la iglesia católica con el silencio cómplice de Pio XII, Juan XXIII y Pablo VI. Ambos –Iglesia y dictador– cómplices de la represión, las ejecuciones, encarcelamientos, destierros, humillaciones… todo ello… ¡Tan cristiano!

Napoleón dijo hace algo más de doscientos años: “España es un país feudal gobernado por curas y por caciques”. ¡Qué poco hemos cambiado en todo este tiempo!

Hace menos tiempo –lo recuerdo bien– que para ciertos trabajos en la Administración había que pedir el “Certificado de buena conducta” que expedía el cura del pueblo. El del mío, si no te veía por misa o en ciertas y obligadas ceremonias religiosas, te reprendía públicamente, se lo decía a tus padres y/o maestro y si le respondías mal, te soltaba un revés –ríete tú de los de Roger Federer– con el enorme sello/anillo ese que llevaba y… no sé si el cielo… pero sí veías las estrellas y el coro celestial después de una de sus famosas transubstanciaciones que te endiñaba con su ya citado revés a una sola mano.

Es sabido que “La letra con sangre entra”, “quien bien te quiere te hará sufrir”, “palo largo y mano dura”... que la tradición franquista/católica aplicaba con fe y caridad cristiana.

No deseo hacer un viaje al pasado reciente de esta cristiana sociedad, Franco continúa aún presente… Torquemada se ha trasmutado en los obispos que se manifestaban en Madrid –sotanas y enormes crucifijos para darle un toque naif al evento– contra: el matrimonio entre homosexuales, la adopción de niños por estos, el aborto, la eutanasia… Sí, Napoleón no se equivocó tanto.

Es más que triste y lamentable que la historia no nos haya enseñado nada y que en Irak, Egipto y varios países musulmanes más se esté matando a cristianos, coptos, o simplemente a quien no se somete a la sharía.

Me recuerdan a Tomás de Torquemada (“el martillo de los herejes, el relámpago de España, el protector de su país, el honor de su orden…”) como lo denominaba Sebastián de Olmedo, contemporáneo del que tenía el martillo.

Es muy difícil hacer una crítica a esa institución que, aprovechándose de una ley aznariana (no de la Iglesia Aznariana de Wyoming y Dani Mateo) y la incompetencia supina de Zapatero, está registrando a su nombre desde la Mezquita de Córdoba hasta pequeñas propiedades en pueblos remotos y deshabitados. Sí, amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado.

Hubo un tiempo que la Iglesia católica pudo volver a sus esencias cristianas –las de Cristo… si es que Los Evangelios son fidedignos y realmente la historia que llevan contándonos dos mil años es fiable–. Fue “la Teología de la liberación”. Que pusieron en práctica religiosos sudamericanos motivados por la injusticia, la pobreza y las violaciones de los Derechos Humanos que se cometían en sus países. Un regreso a la Iglesia de los pobres y víctimas de la injusticia. Pero… Juan Pablo II ya se encargó de eliminar el cáncer comunista. Le pesaba tanto su experiencia de joven sometido a trabajos forzados por el estalinismo, que estaba obsesionado y veía comunistas en el acercamiento a los pobres y la crítica al capitalismo predador de EEUU y los caciques locales en Sudamérica.

Sí, señora Seco, la Iglesia católica debió dejar en paz a Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez Merino y a tantos otros que sí querían comportarse como cristianos de verdad.

No hay espacio para hacer una crítica a la religión como materia educativa y puntuable.

Tampoco a los abusos a menores cometidos impunemente a lo largo de tantos años por aquellos que nos daban lecciones de moral para este mundo y para el otro.

No lo hay, ni tiempo ni adjetivos contundentes, para relatar la connivencia de la Iglesia Católica –y otras creencias, islam incluido– con sátrapas, gobernantes sin escrúpulos, dictadores variopintos y hasta los dueños de este enorme cortijo en el que se ha convertido nuestra aconfesional y constitucional patria, antaño “reserva espiritual de Occidente”.

NOTA: Señora Seco. Cuando usted se refiere a “los árabes” me imagino que no sólo se refiere a los habitantes de la Península Arábiga y los descendientes de Noé a través de su hijo Sem. También se denominan “árabes” a los descendientes de Abraham a través de su hijo Ismael, y de este, su hijo Adad, por lo que son conocidos como "Adaditas".

Árabes son también los que se establecieron en La Meca cuando Abraham tomó a su mujer egipcia Agar y a su hijo Ismael para conducirlos a dicha ciudad.

El término "árabe arabizado" es también usado para definir a las tribus árabes que hablaron otros idiomas afro-asiáticos en tiempos primitivos.

La identidad étnica de los árabes no debe confundirse con su adscripción religiosa, y es anterior a la aparición del islam. Hay árabes cristianos, como hay israelíes musulmanes y cristianos.

Quizá usted quería referirse a los musulmanes. Las naciones que más musulmanes albergan son Indonesia e Irán, y no precisamente Arabia Saudí.

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Francisco Lozano Sanz es socio de infoLibre

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