Librepensadores

Coherencia política y pactos de Estado

Rafael Sánchez Sánchez

El pasado lunes se reunían en el Palacio de la Moncloa el presidente del Gobierno y el líder del PP, Pablo Casado. El motivo de la reunión era alcanzar acuerdos sobre la renovación de varios órganos constitucionales que requieren la aprobación del PP. Las previsiones sobre el resultado de este encuentro no eran muy optimistas y la realidad tras la reunión confirmó los peores presagios.

Pablo Casado compareció ante los periodistas para explicar las condiciones que había puesto a Pedro Sánchez para conseguir acuerdos en la renovación, entre otros órganos constitucionales, del Consejo General del Poder Judicial e igualmente en la negociación sobre los Presupuestos Generales del Estado. Las condiciones de Casado resultaron sorprendentes porque en pocas palabras le pidió a Sánchez que renunciara a todo si quería el apoyo del PP en los pactos de Estado que motivaron la reunión.

Pero hagamos un recorrido por las exigencias de Casado. Anulación de la mesa entre Gobiernos prevista para abordar la crisis catalana. Anulación del nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado. Renuncia a la subida de impuestos y a los cambios en la reforma laboral. Finalmente, con relación a la negociación de los Presupuestos puso como condición para apoyarle que rompa con los independentistas y cambie la política económica. En definitiva, le pidió que renunciara a su programa de gobierno y a las alianzas políticas con las que Pedro Sánchez ha conseguido la investidura. Pero, además, en relación con el conflicto catalán el líder del PP no propone ninguna alternativa a la mesa de diálogo entre gobiernos que va a iniciar en breve Pedro Sánchez.

Cuando se aborda una negociación, política en este caso, pero también en general, es normal que las dos partes acudan con planteamientos de máximos, pero si realmente se quiere llegar a un acuerdo hay que ceder en alguna de las exigencias o un poco en todas. Está claro que Pablo Casado no iba a la reunión con Pedro Sánchez con intención de ser flexible en algunos de los temas que se abordaron. Su objetivo –que resultó evidente en su comparecencia ante los medios de comunicación– era responsabilizar a Pedro Sánchez del bloqueo político en la renovación de los órganos constitucionales y en la negociación de los presupuestos.

Pablo Casado ha perdido, al mantener esta posición política intransigente, una oportunidad de oro para que el PP aparezca ante los españoles como un partido de estado que realiza una oposición responsable. Ha perdido también la ocasión de recuperar el “PP de Rajoy” y ha preferido mantenerse pegado a la frontera de la extrema derecha que representa Vox y seguir la estela que le ha señalado Aznar. No hay duda de que Casado, a pesar de “dejarse la barba”, e intentar aparecer ante los españoles como un líder de centro-derecha y moderado, se mantiene cercano a los planteamientos políticos que le llevaron al fracaso electoral el 10 de noviembre.

Pero hay algo de lo que no es consciente el líder del PP, y es que quien gobierna tiene todo a su favor para ganar las siguientes elecciones, por muy dura que sea la oposición política a la que se tenga que enfrentar. Pero además olvida que es en el centro político, en el auténtico, en el de verdad, donde hay posibilidades de ganar unas elecciones. El centro político, que en teoría representa Ciudadanos, está en fase de extinción. Casado pretende fagocitar a lo que queda de Ciudadanos, pero, aunque lo consiga, no llegará muy lejos si mantiene las actuales posiciones políticas.

Así pues, estamos ante un dilema importante ¿Qué debe priorizarse, la coherencia política a ultranza, o el diálogo con cesión por ambas partes para alcanzar el acuerdo? Está claro que Pablo Casado ha optado por una inflexible y absurda coherencia política. Porque ¿cabe exigir a un presidente de Gobierno, en una negociación, que renuncie a todos sus principios y a los acuerdos políticos en los que sustenta su apoyo parlamentario? A todas luces parece que esta posición carece de sentido. Además, el líder del PP debería tener en cuenta que llegar a un acuerdo en la negociación de los Presupuestos puede aportarle un rédito electoral de cara a futuras citas ante las urnas.

Pablo Casado y el PP han elegido ya su camino, el del bloqueo, el del boicot a la labor de gobierno utilizando todas las fórmulas y recursos a su alcance. Y esto después de repetir –también Pedro Sánchez– la manida expresión de tender la mano. En política, todo el mundo lo sabe, se “tiende la mano” para que nadie diga que no se intentó. Pero la realidad es que el diálogo y el acuerdo son, lamentablemente, una utopía en la legislatura que acaba de comenzar. Precisamente este miércoles, en la sesión de control al gobierno, Pedro Sánchez se lo ha dejado claro a Casado, “tenemos cuatro años de Gobierno por delante, ¿no se le va a hacer un poco largo estar en la bronca?”. El PP y el conjunto de las fuerzas de la derecha han elegido el camino de la crispación, el tiempo dirá si han acertado.

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Rafael Sánchez Sánchez es analista político y socio de infoLibre

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