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Librepensadores

Benito Pérez Galdós

Antonio García Gómez

Ahora dicen que no fue Valle Inclán quien llamó “Garbancero” al escritor Pérez Galdós, sino un personaje de una obra del “arrebatado y fatuo manco”.

Ahora, que se desea celebrar el aniversario de su fallecimiento, resulta que algunos escritores, intelectuales a tenor de su oficio, del momento, ponen en cuestión el valor de la literatura del maestro GarbanceroGarbancero, del comprometido y apasionado Pérez Galdós, del gran creador de crónicas y novelas del pasado español y de su presente cotidiano; el mismo que concitó en su entierro más de 30.000 asistentes entregados a su obra, conocedores de sus historias, transidos de emoción, precisamente gracias a los relatos entretejidos de personajes creados, y también reconocibles y reconocidos en medio del paisanaje de sus lectores, por el laborioso plumilla, en el entorno callejero de aquel Madrid galdosiano, adjetivo merecido y evocado, y no tanto porque fue capaz de crearlo o recrearlo, sino sobre todo porque lo supo retratar magistralmente con precisión artesanal, de gran literatura pegada al mundo raso, el de la calle y el de sus habitantes de aquel Madrid entre capitalino y poblachón pordiosero, muertos de necesidad, penuria y afectos, guarnecidos en aquellas corralas, medio covachas infames, a merced de caseros y señoritos avaros y codiciosos, amados, odiados, vividos junto a sus avatares tristes, querenciosos e ilusionantes, en medio de la miseria y la desesperanza, a golpe de pasión de pobres y juego cruel de ricachos explotando a sus criadas, queridas, rufianes y doñas Benignas

Y duele que ahora se antoje en algunos creadores de cierta fama regatear el mérito y la grandeza de Benito Pérez Galdós, en los diarios de gran tirada, analógica o digital, así para ser leídos a vuela pluma, sin el rigor de los estudiosos, por cierto a menudo afectado de algún estreñimiento mental, mientras se menosprecia la entrega de lectores, más o menos minuciosos, que han vivido, conocer a su manera, han sufrido, soñado y gozado las historias del gran maestro Garbancero.

Acusado ya en su momento, y de ahí ese apelativo que pretendió ser despreciativo, de haber practicado un escrito sencillo, cercano, preñado de personajes cuasi reales, tal vez tan reales como ciertos, retratados desde un espíritu crítico y valiente, capaz con todo ello de elaborar historias tan fáciles de leer como de sentir.

Cumpliendo, por otra parte, una de las virtudes y cualidades de un buen novelista, de un gran cronista: la de entretener mostrando, instruyendo y hasta… denunciando, sabiendo haber huido de la prosodia intrincada, inescrutable, prolija y  mortecina de tantos escritores que, engolados de su escritura intrincada, menosprecian de alguna manera al colega que lo sabe hacer… más fácil.

Acusado también de que el buen escriba y hombre de su tiempo, que lo fue, Benito Pérez Galdós, puede haber sido ¿superado?… por su propio tiempo, anclado en un pasado que ya no interesa, revelador de un tiempo en que no se lee … ¿Por qué se carece de tiempo, porque no interesa que se lea, porque se han cortado amarras apresuradamente con la naturaleza de nuestro pasado más inmediato?… y se justifica el cargo animoso y desahogado contra una de nuestras glorias literarias más preclaras, pese a quien pese, muestre sus credenciales “escribientes” con soltura y de un plumazo despachado en unos pocos párrafos.

Por último y en descargo del gran maestro Garbancero solo quisiera rematar con todas aquellas historias salidas de su imaginación, visión crítica y minuciosa, y en definitiva de su privilegiada pluma, y conocidas, vistas y seguidas gracias a sus versiones en televisión o cine, tales como Marianela, Fortunata y Jacinta, El abuelo, Tristana, Doña Perfecta, Misericordia, La duda, Tormento, Nazarín, La mujer ajena…

Y también aquellos Episodios nacionales que leí de adolescente, que gocé en versiones posteriores de aquella televisión incipiente, inspirada en las memorias de la España del XIX que tan bien supo retratar y desplegar en insigne Galdós.

Como para que ahora se cicatee no sé qué clase de disquisiciones atrevidas, frívolas y publicadas sin encomendarse, siquiera, al respeto debido a un grande de nuestra literatura y de nuestra historia fajada en el día a día del amanuense metido a periodista, a escritor… fogueado en la sensibilidad por los… “desheredados” de nuestro triste patrimonio histórico.

Porque, al cabo, Benito Pérez Galdós nos legó su testimonio novelado de lo que imaginó retratando personajes surgidos de su Madrid “galdosiano, de sus historias  estremecidas de humanidad y literatura esencial, tan de oro como de corrala… con “peste a cocido pobre y ramplón”.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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