Librepensadores

Julian Assange y la condena del periodismo

Juan José Torres Núñez

Cuando Julian Assange entre en el Tribunal de Woolwich, el verdadero periodismo será el único crimen sometido a juicio. John Pilger

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Para el periodista australiano John Pilger, el cofundador de WikiLeaks, Julian Assange, se enfrenta desde el pasado lunes 24 de febrero a una extradición a Estados Unidos porque el año 2010 publicó 391.000 documentos secretos sobre la guerra de Irak y 91.000 sobre la guerra de Afganistán, así como 225.000 cables diplomáticos que mostraron al mundo la verdad de los crímenes de guerra que el imperialismo estadounidense cometió. En su artículo Julian Assange Must be Freed, Not Betrayed [Julian Assange debe ser liberado, no traicionado], Pilger considera que esta publicación ha sido un acto de “coraje” del periodista australiano Assange porque “WikiLeaks ha descubierto cómo se fabrican las guerras ilegales, cómo se derrocan gobiernos [legítimos], cómo se utiliza la violencia en nuestro nombre y cómo somos espiados a través de nuestros teléfonos móviles y en las pantallas”. Y también cómo han sido expuestas “las verdaderas mentiras de los presidentes, embajadores, políticos, generales [y] defraudadores”. Según Pilger, la parodia de este juicio político que ha comenzado en el Tribunal de Woolwich contra su “heroico” compatriota, no muy lejos de la prisión para terroristas de Belmarsh en Londres, donde se encuentra, debe terminar lo antes posible en nombre de la dignidad humana.

Pilger pone como ejemplo de esta farsa la publicación de WikiLeaks que “filtró a la prensa los e-mails de John Podesta, director de campaña de la candidata a presidenta Hillary Clinton, que revelaron una conexión directa entre Clinton, la Fundación que ella comparte con su marido [Bill Clinton] y la financiación del yihadismo organizado en Oriente Medio –terrorismo”. El New York Times publicó, según Pilger, que los e-mails de Podesta desencadenaron una campaña injuriosa contra Assange, sin ninguna prueba. De la noche a la mañana, Assange se convirtió en “un agente de Rusia que trabajaba para que Donald Trump ganara las elecciones [en 2016]”. A esta campaña absurda le siguió el Rusiagate, como todos sabemos. Nils Melzer, el Relator de la ONU para la tortura, comentó según el Executive Intelligence Review que “Julian Assange es la única persona viva que conoce la mentira de todo el Rusiagate, perpetrado principalmente por la inteligencia británica y elementos controlados de la inteligencia estadounidense […]. Los documentos detallaron la sumisión de Hillary Clinton a Wall Street y toda clase de entresijos de la Fundación”. La encarcelación de Assange se convirtió, pues, en una prioridad. Todavía hoy, Hillary Clinton en la presentación de su documental Hillary, en la Berlinale, mantiene que “los servicios secretos rusos aún trabajan para la campaña de Trump”. Sería interesante ver las mentiras que cuenta en su documental. Se entiende muy bien que ella haya difamado a Assange con exabruptos como: “es un nihilista al servicio de los dictadores”. Debe estar dolida por el documento filtrado por WikiLeaks, Libya Tick Tock, que la describe, con palabras de Pilger, como “la figura central que destruyó el Estado de Libia en 2011, [arrojando el siguiente resultado]: 40.000 muertos, la llegada del Estado islámico [ISIS] al norte de África y la crisis europea de migrantes y refugiados”.

En este juicio político vemos una contradicción. Si la Enmienda I de la Constitución de EE UU dice textualmente que “El Congreso no legislará respecto al establecimiento de una religión o la prohibición del libre ejercicio de la misma; ni pondrá cortapisas a la libertad de expresión o de la prensa”, ¿cómo se le puede pedir a un periodista extranjero que no diga la verdad? Incluso el New York Times ha señalado que “los esfuerzos de acusar a Assange podrían tener un efecto escalofriante sobre el periodismo estadounidense porque [esta acusación] apunta directamente al corazón de le Enmienda I”. El caso de Assange muestra que EE UU no respeta el derecho internacional y pone en peligro el periodismo independiente en todo el mundo. Por esta razón advertí en mi artículo Julian Assange y el periodismo independiente que los periodistas deben defender las publicaciones de WikiLeaks y todos los medios libres porque lo que en realidad corre grave peligro es la libertad de prensa. Esto significa que un periodista en cualquier lugar del mundo se arriesga a ser acusado por EE UU si publica un artículo que vulnere sus leyes, según su interpretación. En su artículo A Tale of Three Extraditions as Assange’s Hearings Begins Monday, Joe Lauria cita extractos de una carta firmada por más de 1.300 periodistas de todo el mundo en la que piden la libertad de Jualian Assange “en este momento crítico [y] peligroso”. Y exigen “un periodismo sin miedo”. La carta afirma que “todos los periodistas utilizan información de fuentes confidenciales. [Por tanto], las acciones legales son un precedente extremadamente peligroso que amenaza el periodismo mundial y los medios de comunicación”. Todos los firmantes creen que el encarcelamiento de Assange y las actuaciones del Tribunal son un error flagrante de la justicia. Lauria precisa que el Artículo 4.1 del Tratado de Extradición entre EE UU y el Reino Unido, de 2003, dice claramente que “La extradición no debe concederse si el delito por el cual se pide la extradición es una ofensa política”.

En las audiencias se ha discutido mucho la cuestión sobre la ofensa política entre la acusación y la defensa, según vemos en los resúmenes de las actas de las sesiones publicadas por el abogado de Assange, Jen Robinson. Por cierto, su lectura causa rabia, indignación y pena no solo porque Assange se encuentra encerrado y humillado al fondo de la sala en una cabina de cristal a prueba de bala sin poder hablar con sus abogados, sino porque en realidad no se habla de lo más importante: las pruebas de los crímenes de guerra, la tortura y los abusos de los derechos humanos. Todo esto le importa poco a la acusación. Por esta razón el ex juez Baltasar Garzón declaró que “les ha dado igual que se produjera o no una violación de derechos. Les ha dado igual todo. Solo les importa que quedara claro que se había ignorado la legislación estadounidense”. La batalla de la acusación consiste en demostrar lo indemostrable para que no se hable de ofensa política y así poder extraditar a Julian Assange a EE UU, sin aplicar el Artículo 4.1. La acusación quiere tergiversar los hechos. Acusan a Assange de poner en peligro vidas humanas. El abogado James Lewis, que representa a EE UU, manifestó que el periodismo no puede servir como excusa para que se vulneren las leyes y se ponga en peligro vidas humanas.

Estas palabras resultan indignantes, después de haber visto el vídeo Collateral Murder [Asesinato colateral]. Tiene una duración de 17 minutos y 47 segundos de angustia, para las personas con dignidad. Nos damos cuenta de las cloacas y la degradación moral de EE UU. Vemos a soldados estadounidenses acribillando a tiros sin piedad desde un helicóptero a “doce o quince” civiles, según dicen ellos, y cómo celebran los crímenes. Assange no vulneró leyes ni puso en peligro vidas humanas, simplemente con su periodismo reveló los crímenes de guerra de estos soldados. Y por estos hechos se enfrenta en un juicio político a una posible condena de 175 años de prisión. Uno de los momentos más desgarradores del vídeo se ve cuando después de haber causado una matanza de civiles, entre los que había dos periodistas, uno de los soldados dice: “Let’s shoot some more” [Disparemos a alguno más]. Y cuando ven los “dead bastards” [bastardos muertos], como les llaman ellos, en vez de decir: “The horror! The horror!”, pues lo celebran con un “Fuck!” [Que le den, que se jodan]. Ray MacGovern afirma que “cada estadounidense debería ver este vídeo para darse cuenta de la clase de crímenes de guerra que WikiLeaks ha expuesto […] y para comprender por qué el Establishment de Washington está tan enfadado”. Para McGovern la extradición de Assange “por publicar la verdad de los crímenes de guerra de EE UU y del Reino Unido [sería] un proceso legal obsceno”. Este vídeo nos trae a la memoria la matanza de campesinos y campesinas de la aldea My Lai en Vietnam el 16 de marzo de 1968, cuando una compañía de soldados estadounidenses empezó a disparar de forma indiscriminada, sin ninguna provocación y sin distinción de edades ni sexos. Esta cultura de la violencia muestra el descenso a las tinieblas de EE UU, muy bien descrito en el libro de Howard Jones, My Lai: Vietnam, 1968 and the Descent into Darkness.

Estados Unidos amplía las acusaciones contra Assange por una supuesta alianza con 'Anonymous'

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McGovern opina que esta farsa kafkiana que estamos presenciando “ha sido con toda seguridad diseñada por Estados Unidos y sus vasallos cómplices como Suecia, Reino Unido, Ecuador” y Australia. Nils Melzer declaró que se faltó a la verdad al acusar a Assang de violación, cuando llegó a Londres desde Suecia. La policía inglesa lo arrestó en diciembre de 2010, pero la declaración de la policía sueca llegó “alterada y firmada”, a pesar de que la mujer en cuestión se había negado a firmarla en Estocolmo. Melzer afirmó: “Yo hablo sueco con fluidez y leí los documentos originales […], la violación nunca ocurrió. Tengo todos los e-mails y los mensajes de texto”e-mails. Y Pilger señala que “Australia podía haber rescatado a Assange y todavía puede hacerlo. Pero ha sido “abandonado y traicionado” en una parodia que resume muy bien una mujer portando una pancarta en la concentración frente al Tribunal de Woolwich en donde se leía: Jail the war criminals [Encarcelen a los criminales de guerra] y no condenen el periodismo por sacar a la luz los crímenes de guerra.

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Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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