Librepensadores

La carrera política en Galicia

Vicente Montejano Conejero

Las elecciones autonómicas están a la vuelta de la esquina y los sondeos no están dispuestos a adelantarnos qué candidato tomará las riendas legislativas de Galicia. A pocos días de la fecha señalada, 5 de abril, la preocupación hace mella en algunos entornos donde la gestión política es analizada por personas que conforman colectivos o entidades sociales, dígase, agrupaciones políticas, organizaciones sindicales, empresariales, etc.

Desde el Partido Popular de la sede de la calle Génova, en Madrid, se ha preferido dar rienda suelta a uno de sus máximos iconos de la actual política conservadora, Alberto Núñez Feijóo, quien lleva ya dos legislaturas ganadas por mayoría absoluta, lo que hace que tenga la suficiente libertad como para celebrar mítines en cualquier lugar del noroeste donde a él se le ocurra y además esté acompañado por dos singulares personas del PP que no guardan cierta empatía, me refiero a Casado y Rajoy. Pese a ello, Feijóo consigue deshacer el puente de plata entre ellos y convertirlo en un imaginario áureo paso que sepa conducirle para alcanzar al final la victoria gallega. A esto hay que sumarle ese tanto de saber situarse intermedio de Vox y C's, sin tener necesidad de ellos para afrontar un justo y pírrico triunfo en las urnas. “He aquí a mi héroe”, podrían proclamar los más acérrimos populares.

Feijóo suma otros tantos a tener en cuenta, entre los que cabe reseñar haber iniciado su carrera a las elecciones a lo largo del pasado solsticio estival, en tanto que su principal rival socialista, Gonzalo Caballero Míguez, inició el vuelo a la altura del otoño (cuando las cigüeñas emigran), lo que dio ventaja a que Alberto Núñez Feijóo se organizase mejor y su campaña se hiciera más accesible a la ciudadanía, incluyendo un sinfín de anuncios, promesas estimulantes de inversiones, así como visitas no institucionales y sí generalizadas a distintos municipios, lugares de ocio, calles y plazas y con ello hacerse más visible, tangible y audible entre la gente a la que saludaba, mano a mano, sin temor a contraer infeccioso coronavirus. Su trabajo fue bien programado y, por tanto, he ahí que su nublado (o dorado) pasado siga sin transferirle deuda política o de otra índole alguna.

De Gonzalo Caballero ha llamado la atención que haya elegido a ciertos militantes con las que finalmente ha contado para montar su candidatura. Son, sin duda, personas en las que él confía plenamente pero a la vista de lo que se escucha (muy bajito, pero se escucha) en agrupaciones locales socialistas de Galicia u otros ámbitos de simpatizantes, los que más sumaron en votaciones en las respectivas agrupaciones fueron finalmente excluidos. Y eso, al entender de gran parte de la militancia socialista que lo susurra pero lo acepta aunque de fondo le disguste, digo yo, no es un buen camino como para alcanzar lo que desde el conjunto del PSOE se espera, que no es otro objetivo que impedir que siga gobernando la suma derecha en Galicia. Mientras, los que se resisten con cierta resignación siguen exclamando: ¡Ay qué cruz!, con tanta fragmentación y tanto arribista, ¿qué podemos hacer?

Sin duda, opino yo, el ADN del Partido Socialista Obrero Español desde su fundación lleva consigo: fragmentación, impericia, protagonismos vanos con palmeros en oídos y espaldas, lo cual hace pelearse entre sí y con ello dar vuelo y suma tranquilidad al contrario.

Respecto al BNG con Ana Pontón Pareja o Antón Gómez-Reino por Unidas Podemos se da por hecho que son auténticas bisagras engrasadas (con 3x1: Anova, En Marea e IU) que podrán abrir posibilidades de gobierno a una izquierda, pese al tiempo transcurrido y experiencia largamente desaprovechada. Amén.

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Vicente Montejano Conejero es socio de infoLibre

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