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Librepensadores

Carta a Coronavirus

Arturo Tirador

Temido Coronavirus:

Me dirijo a ti con la esperanza de que encuentres un momento para el sosiego y la reflexión. Soy consciente de que ahora, en el fragor de la batalla, es poco probable que hallemos algo que podamos compartir, pero he pensado que merece la pena intentarlo. Al fin y al cabo, quizás vuestra especie no sea tan diferente a la nuestra, siempre inmersos en una búsqueda de oportunidades que nos permitan prosperar en la vida y evitar así el fracaso y la muerte. Una pena que ambos hayamos concluido que hacerlo a costa del prójimo sea el camino más corto para conseguirlo.

En estos días difíciles, de tribulación y zozobra, he tenido un pensamiento inconfesable: los virus son un mecanismo del que dispone la naturaleza para acabar con quienes pretenden destruirla. Te preguntarás por qué te lo cuento precisamente a ti. Ciertamente no parece el mejor de los alegatos en defensa de la raza humana. Sin embargo he querido transmitirte que la mayoría de nosotros somos perfectamente conscientes de lo necios y nocivos que podemos ser los humanos, algo que seguro ya sabías, dado el cúmulo de evidencias. Podría ahora recurrir para ilustrarlo a ejemplos recientes por parte de nuestros líderes mundiales, pero he preferido ser prudente: pretendo enternecerte, no cabrearte.

Y la vacuna contra el virus del egoísmo, ¿para cuándo?, te preguntarás. Si nos has observado bien, te habrás percatado de que todos apuntamos acusatoriamente el dedo a los demás en un esfuerzo pueril por ocultar que también nosotros hemos sido infectados. ¿O acaso el nacionalismo y la aporofobia (aversión hacia las personas desfavorecidas, inmigrantes o autóctonas) no son sino dos manifestaciones de una misma enfermedad que todos padecemos? Por no hablar de las fútiles y cansinas luchas partidistas o de la desigualdad económica sistémicamente inducida.

Sin embargo, antes de sentenciarnos definitivamente, has de saber que nosotros casi todo lo hacemos por miedo o por amor (incluido el propio). Por amor hemos logrado grandes proezas. Pero no pensaba ahora en ellas, sino en los millones de pequeños actos de generosidad diarios que quizás a ti te hayan pasado desapercibidos. Por ello, no te fijes solo en nuestra malevolencia o crueldad. No sería justo. Y si tu ánimo no es de justicia sino de venganza, te suplico tengas al menos en consideración que nuestras peores obras son consecuencia de que, en el fondo, vivimos todos atemorizados. Quizá no sea justificación suficiente, pero en cualquier caso quería que lo supieras.

En deferencia a ti voy a ir ya despidiéndome, pues sé que estos días estás muy ocupado en jodernos la vida. Sé lo que se siente, pues nosotros hace milenios que hemos adquirido también esa mala costumbre. Pero no quiero hacerlo sin antes comunicarte que esta guerra que habéis emprendido contra nosotros –siento la mala noticia, ahora que nos vamos conociendo mejor– la vamos a ganar.

También quiero expresar, reconozco que en un ejercicio de fe extremo, mi convencimiento de que la humanidad tomará buena nota de todo aquello que hemos hecho fatal y urge corregir.

Quiero confiar en que, habiendo encontrado un enemigo común e inspirados en las innumerables muestras de altruismo de las que estamos siendo testigos –cuando nos guía el amor y no el miedo, somos invencibles–, nos atreveremos por fin a reinventarnos y descubrir nuestra mejor versión.

Urgentemente,

Arturo Tirador

P.D. Que Dios –o si no hay Dios, la Madre Naturaleza– tenga piedad de todos nosotros si fracasamos.

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Arturo Tirador es socio de infoLibre, Premio Álava Emprende y autor del libro autobiográfico Fracasado.

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