Librepensadores

No en mi nombre

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Luis Fernández Caballero Lamana

Mi madre falleció el pasado día 25 de marzo de 2020, dio positivo en coronavirus, aún no estoy seguro de que falleciera por eso, tenía patologías de base y edad avanzada.

La familia no pudo despedirse de ella, murió sola en su habitación de una residencia bastante costosa, incluso tuvimos que vender el piso de mis padres que compraron en 1970 para poder sufragar los gastos aparejados a unos cuidados que no podíamos proporcionarle, y gracias a que los hermanos hemos podido arrimar el hombro. Damos gracias a nuestros padres ya que hemos podido tener educación, seguridad y unos cuidados que nos ha permitido tener trabajo estable y sueldos decentes, y gracias también a un sistema público de becas universitarias.

Obviamente estamos muy afectados, además de lo doloroso de perder a una madre, es aún más duro si ni siquiera puedes estar con ella, acompañarla en su último aliento y consolarla en el miedo que tuvo que pasar en los últimos instantes.

El caso de mi familia es, por desgracia, habitual en estos días trágicos para nuestro país, no es, por tanto, un caso especial, pero quería escribir estas letras porque a la tristeza por la muerte de un ser querido se ha unido una profunda indignación y un insulto a nuestra dignidad e inteligencia por la actitud repugnante del partido político VOX en la crisis actual.

Este partido está inundando las redes sociales de odio y bulos, que solo persigue desgastar la confianza en nuestras instituciones, ampliando y profundizando en las divisiones políticas y sociales, queriendo patrimonializar y ser el portavoz del dolor de las víctimas de esta pandemia. Solo quiero decirles desde este rincón que no cuenten conmigo, que no utilicen el dolor de mi familia. Cada víctima enfrenta su dolor y duelo de manera distinta, y no queremos odiar, ni que hablen en nuestro nombre. Si algo aprendí de mis padres es que el odio no construye, solo destruye la convivencia y la búsqueda de soluciones compartidas en tu propio país, que en cierto modo es como una familia.

Ello no quiere decir que no tenga críticas contra el Gobierno y las CC.AA. por su exceso de confianza en los recursos que tenemos y la tardanza para hacer frente a la pandemia, pero, sinceramente, no creo que otro Gobierno hubiese actuado de otra manera, entre otras cosas porque considero que quien ha fallado primordialmente ha sido nuestro estilo de vida y civilización ensimismada.

La crítica debe ser constructiva y no carroñera, manipulando el profundo dolor que sentimos las familias, para obtener rédito político, construyendo un discurso político que se fundamenta en la confusión, la irracionalidad y la desconfianza en nuestras instituciones, retorciendo el dolor que les es ajeno por completo y nadie tiene derecho a utilizar.

Habrá momento de exigir responsabilidades, pero debe hacerse desde la lealtad institucional y con total transparencia en las decisiones que se han tomado en los últimos meses, pero también en los últimos años en relación con nuestros servicios públicos, en particular en nuestros servicios sociales y sanitarios.

La crisis ha desnudado las políticas de recortes en sanidad y en los servicios sociales, pero también ha puesto de manifiesto el mayoritario compromiso de la ciudadanía con las medidas adoptadas y su apoyo a nuestra sanidad pública. Por ello, este momento debe ser aprovechado para que cada uno se retrate respecto de lo que cree que este país necesita o bien un Estado Social adaptado a los retos del siglo XXI que garantice la seguridad y la cohesión social de las personas, que, por cierto, es lo que consagra nuestra Constitución, o un Estado pequeño e indiferente respecto de la suerte que les pueda deparar a sus ciudadanos, ahondando en las desigualdades y erosionando la democracia.

Pero, por favor, en ese debate necesario, dejen en paz a mi familia que bastante tenemos.

Luis Fernández Caballero Lamana es socio de infoLibre

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