Librepensadores

Juan Eduardo Zúñiga, in memoriam

Thierry Precioso

Con poco más de cien años, Juan Eduardo Zúñiga nos entregó un centenar largo de páginas de gran lucidez. Recibí el libro Recuerdos de vida tres días antes de su muerte y empecé a leerlo al día siguiente de su fallecimiento (el pasado 24 de febrero). El libro consta de cinco capítulos.

En el otoño de 1935, su familia dejó el barrio de la Prosperidad para vivir en la calle Bravo Murillo, donde Juan Eduardo Zúñiga se quedó hasta 1947. Tenía 17 años cuando estalló la Guerra Civil española y, con plena consciencia, vivió el cerco al que la ciudad de Madrid fue sometida. En el metro, que por seguridad era el medio de transporte obligado, no era extraño ver a gente llorando. Durante esos inciertos años, JuanEduardo se aficionó a recorrer calles y comprobar destrozos.

Poco tiempo después Ezequiel, un amigo recién conocido en la facultad de Filosofía y Letras, llevó a Zúñiga a una tertulia que tenía lugar en un café en el comienzo de la calle Narváez. Resultó ser una reunión de teósofos, los restos de la disuelta Sociedad Teosófica acusada por el régimen franquista de peligrosa secta masónica y a la que se había perseguido hasta el extremo de fusilar a su secretario, un anciano casi paralítico. Zúñiga describe a esta gente como cordial pero bastante esotérica.

Zúñiga dejó esta tertulia teosófica cuando Ezequiel encontró una nueva tertulia en el café Lisboa cerca de la Puerta del Sol que estaba frecuentada mayormente por profesores de literatura. Él explica este cambio de la manera siguiente:

"A mí no me podía atraer el círculo mágico del misticismo, porque en mi maduración ideológica había adquirido una visión materialista del áspero mundo en el que debía situarme". 

Esta explicación que termina el segundo capítulo fue el único momento en el que me descolgué por completo de lo expresado por Zúñiga. Entiendo que el escritor madrileño se equivoca sobre sí mismo, no es un materialista tan absoluto y opino que lo que pasó en realidad fue que la reunión del café Lisboa colmaba mucho mejor sus ansias literarias.

Zúñiga empezó a estudiar de manera autodidacta lenguas del Este europeo como el ruso, el húngaro o el rumano. Consiguió publicar alguna que otra crónica histórica y geopolítica sobre esos países en algunos periódicos. Descubrió y quedó definitavamente prendido por Panait Istrati, un aventurero escritor rumano.

La tertulia del café Lisboa duró de 1946 a 1953, aproximadamente. En 1947, Zúñiga viajó a Lisboa, era su primer viaje a una capital importante del extranjero y le asombró la belleza de la ciudad. En 1951 publicó su primera novela titulada Inútiles totales. En la década de los años 70, empezó a escribir sin prisa unos relatos acerca del Madrid de la Guerra Civil, en 1980 vio la luz Largo noviembre de Madrid, en 1989 La tierra será un paraíso y, en 2003, Capital de la gloria; estas tres obras constituyen La trilogía de la guerra civil. Entre la obra del escritor madrileño también conviene señalar el ensayo Desde los bosques nevados, publicado en 2010. Es un libro esencial para adentrarse en la literatura rusa a partir de Puschkin, Turguéniev y Chéjov. En el cuarto capítulo de Recuerdos de vida, Zúñiga señala de pasada que Chejov es un maestro del sobreentendido.

Juan Eduardo Zúñiga nació en 1919 en la plaza de Pedro Zerolo, que en aquel momento era la plaza de Bilbao. Califica a su familia como típica de la clase media española. En algún momento de los años 20 la familia Zúñiga se trasladó a un hotelito del extrarradio en el barrio de la Prosperidad. En el invierno del año 30 o 31, al descubrir el jardín completamente nevado, el joven Zúñiga quedó subyugado y viajó mentalmente... Y al leer unas novelas de aventuras, también soñaba con países y estepas lejanas.

El quinto y ultimo capítulo finalizado, Zúñiga añade en la página siguiente este texto:

"Estos recuerdos de vida, este patrimonio de fantasía e ilusiones construido a lo largo de tantos años, este material que se ha ido formando a lo largo de mi vida, ¿adónde irá?, ¿adónde pasará? ¿Será una fuerza que, cuando yo muera, saldrá de mi cuerpo y volverá para infundir mis mismos anhelos en otra alma?".

Thierry Precioso es socio de infoLibre

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